La VA-10 reduce al mínimo el tráfico de paso por el centro de Valladolid en tan solo seis meses

¿Ya no hay atascos? Pues en principio parece que no. O mucho menores. Los cruces en los que se registraban meses atrás los principales embotellamientos, como el propio acceso desde la avenida de Salamanca, donde se ha reducido el giro hacia el puente a un solo carril; la incorporación a la plaza del Ochavo desde Duque de la Victoria por la calle Lonja, y especialmente en el embudo del final de Fuente Dorada. En este último punto, en el que los vehículos particulares solo pueden girar hacia la Bajada de la Libertad, se ha duplicado la señalización de prohibido el paso hacia Cánovas del Castillo y apenas se ven ahora conductores adentrándose por esta vía reservada exclusivamente para autobuses, taxis, residentes, ciclistas y cargas y descargas.

Quizás la campaña de vigilancia llevada a cabo en esta última calle, en la intersección con Regalado, por los policías locales en septiembre terminó de concienciar a los infractores. La sanción por circular por Cánovas del Castillo es de doscientos euros, la misma que por hacerlo por cualquiera de los carriles exclusivos de autobuses y taxis que ocupan la parte derecha de la calzada en todo el circuito de la ronda VA-10.

Tampoco la calle López Gómez, otro de los puntos más conflictivos del recorrido, presentaba ayer complicaciones durante el trayecto, realizado a partir de las ocho de la mañana, las doce del mediodía y al filo de las dos de la tarde. Sí los había en Miguel Íscar, una vía que a partir del mediodía llegaba a llenarse de coches en toda su longitud, pero que se atravesaba en apenas dos minutos y medio (dos fases del semáforo de Zorrilla).

Los datos que maneja el Ayuntamiento avalan a su vez esta acusada huida de los conductores del eje de paso por el centro de la ciudad en busca de otras alternativas e influida presumiblemente también por la situación de la tercera ola de la pandemia. El aforador (contador) instalado en la entrada al puente de Poniente contabiliza ahora una media diaria de 9.000 vehículos en este punto de lunes a viernes, menos de la mitad que hace cuatro años, cuando el puente aún contaba con tres carriles (21.000 pasaban entonces), menos también que hace apenas un año, cuando ya solo había dos carriles y pasaban por allí 13.500 vehículos al día.

¿Se ha producido un cambio de hábitos de los conductores? Pues así lo cree el concejal de Movilidad, Luis Vélez: «Es evidente que hemos conseguido cambiar los hábitos y, aunque puntualmente aún pueden producirse atascos, creo que los vallisoletanos han buscado otros recorridos más rápidos para atravesar la ciudad que no sea por el centro». El objetivo, añade, «era evitar el tráfico de paso por el centro y creo que sí se ha conseguido».

Esto último también lo demuestra la circulación por el paseo de Isabel la Católica, del lado del carril bici habilitado también el verano pasado. Atravesar este trayecto de 1,4 kilómetros entre puentes (del Mayor al de Isabel la Católica) costaba ayer dos minutos y doce segundos, una quinta parte del tiempo que había que invertir hace medio año, cuando se tardaba más de diez minutos (la prueba se realizó el 1 de agosto). El carril bici, entre medias, se modificó al final para volver a abrir un carril de giro de ochenta metros lineales antes del cruce hacia el puente. Ayer ni siquiera demostró su utilidad en ausencia de atascos en ese punto