La actividad en los servicios cardiovasculares ha bajado considerablemente. La programada desde luego; pero, incluso, la urgente. El confinamiento por el coronavirus ha reducido considerablemente los infartos, las anginas de pecho y el resto de la patología urgente. Así, según los datos del Clínico ... de Valladolid, «mientras hubo 296 casos en enero y 304 en febrero, por comparar con meses previos similares, este pasado mes de marzo ha habido solo 213 pacientes». Supone algo más de un 29% de descenso. «También los tratamientos estructurales como las válvulas mitrales y otros han caído de 45 casos en enero o 26 en febrero a solo 10 el pasado mes», destaca el doctor Alberto San Román, jefe del servicio del Clínico. «O las angioplastias –añade– que han pasado de 130 a 90». Explica que, «es verdad, que en estas enfermedades hay mucha influencia del colesterol o la hipertensión y esa patología de base no ha cambiado;pero sí el desencadenante ambiental, los espacios cargados de humo, el deporte extremo y, sobre todo, el estrés y la tensión laboral, las situaciones que genera el trabajo en la persona y que habitualmente desencadenan ese infarto», destaca este especialista.
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La epidemia de Covid-19 y la declaración del estado de alarma han propiciado una disminución en la actividad en la cardiología. Un estudio de doce hospitales, entre ellos el Clínico de Valladolid, el de León y el de Salamanca, cuantifica esta disminución común a toda España; pero también con datos autonómicos.
Más de un mes de pandemia y una nueva organización hospitalaria ha provocado un drástico descenso de actividad en todos los servicios. Solo las urgencias, y entre ellas revisiones con tal carácter, han tenido cabida durante este largo mes de crisis sanitaria. Este parón de actividad «ha hecho que hayamos acumulado un millar de pacientes en lista de espera. Habrá que llamar a todos, dar nuevas citas y hacerlo con un orden de prioridades;pero hay que dar respuesta a todas las situaciones. Trabajamos en un plan de transición a la normalidad, de consultas, pruebas sobre todo ecos y resonancias... es difícil de manejar. También tenemos la actividad de Pilarica que hace ya 20 días que empezó a retomar cierta actividad», explica a el doctor Alberto San Román, jefe del servicio de Cardiología del Hospital Clínico.
Así se realizó una encuesta telemática a 81 centros de las 17 comunidades con procedimientos de código infarto. El trabajo obtuvo respuesta de 73 centros (el 90%) que evidenció una disminución significativa. Un repaso por los datos concretos de Castilla y León recoge una caída en el número de procedimientos diagnósticos (─55%), terapéuticos coronarios (─44%), terapéuticos estructurales (─67%) y en el seno del IAMCEST (infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST) de ─48%. También detectó un leve incremento en el uso de trombolisis y se diagnosticó en toda España infección en 17 cardiólogos intervencionistas (5%). En Valladolid ha habido en el servicio tres positivos sin problemas importantes y un médico residente aislado por contacto sin mascarilla ante un paciente que no presentaba síntomas inicialmente.
Como principales conclusiones, el trabajo constata una reducción importante de la actividad asistencial durante la epidemia y una gran disminución en el número de pacientes tratados con infarto, «con el riesgo de incremento de morbimortalidad que esto supone». Las sociedades científicas y autoridades sanitarias «deberían promover que los pacientes con síntomas compatibles con infartos demanden asistencia al sistema sanitario para poder recibir el tratamiento de reperfusión de forma adecuada».
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