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«El 56% de las mujeres se sienten muy inseguras o 'no muy seguras' cuando caminan solas por la noche. El 22% no se desplaza después del anochecer». La encuesta no es de Valladolid. Es de Londres. Y no es actual. Es del año 1985 ... y aparece recogida en un libro de Stpehen Atkins sobre cómo diseñar caminos seguros en las ciudades. Aunque entonces se enfocaba más hacia la seguridad en general ya recogía una sensibilidad distinta, en lo urbanístico, hacia las mujeres.
Este libro figura en la biblioteca de consulta obligada de la Concejalía de Urbanismo, cuyo titular, Manuel Saravia, ha querido dar un paso adelante y aprovechar la renovación del Plan General de Ordenación Urbana para incorporar el estudio de género. De este modo, Valladolid será pionera en Castilla y León y una de las primeras ciudades españolas en incluirlo en su norma urbanística más relevante.
«El informe de género es algo que no es obligatorio, pero que es recomendable», explica Manuel Saravia. La Unión Europea hablaba ya de ello en 1998 e instaba a los países a incorporarlo, especialmente en los casos de actuaciones importantes en los entornos urbanos. «El director general de Urbanismo de la Junta nos comentó que estaría bien que lo hiciéramos y vio positivo que Valladolid marque la pauta de presentar un informe de género en el Plan General», añade el concejal de Urbanismo.
A día de hoy todavía existe mucho escepticismo hacia este enfoque, aunque lo cierto es que el 'urbanismo de género' no es algo nuevo. En el año 2009, el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos publicó un libro, 'La ciudad compartida', que comparaba la pretensión de igualdad de todos los ciudadanos, amparada por la Constitución, y el modo en que estos ciudadanos se enfrentan a la realidad urbana en función, entre otras cosas, de su género. «La ciudad, las ciudades, son al mismo tiempo compartidas y excluyentes. A quienes las viven y las aman les toca transformar su realidad para acercarlas al modelo que aspiran para el próximo futuro», concluía la autora, María Ángeles Durán. Explicaba que la Carta Europea de la Mujer, en 1996, se marcaba como objetivo un cambio en la idea de ciudad. «Esa carta exige para las mujeres, igual que para otros grupos sociales, el acceso a la participación en la toma de decisiones respecto al planteamiento urbano, vivienda, transporte y medio ambiente».
El Pleno del Ayuntamiento aprobó por unanimidad en su última sesión «que en el proceso de creación de cada uno de los nuevos reglamentos y planes sectoriales que se aprueben en el Ayuntamiento y sus organismos dependientes se realice el informe de impacto de género pertinente».
Valladolid se sitúa así a la cabeza de la Comunidad. En la Dirección General de Urbanismo de la Junta consideran que, aunque no sea obligada aún la incorporación de estos informes, «marca una pauta». Un primer paso hacia una normalización del asunto. Matiza Saravia que puede ocurrir lo mismo que sucedió en su día con los informes de impacto medioambiental. «Los primeros estudios, aunque sean más elementales, al menor permiten arrancar de alguna manera. El informe de medio ambiente al principio era muy sencillo y ahora son documentos muy amplios, muy específicos. Y esto va a ser algo parecido».
Stpehen Atkins apuntaba hace ya tres décadas que los túneles eran el gran problema urbanístico a resolver en cuanto a espacios incómodos para los ciuadadanos. Apuntaba a que, si son inevitables, deben ser «tan anchos y cortos como sea posible». Manuel Saravia explica que el nuevo paso de Pilarica, por ejemplo, tendrá unos veinte metros de anchura. Juan Luis de las Rivas apunta a que para que un túnel sea amable «tiene que tener más de seis o siete metros de ancho y si el paso es mixto y pueden acceder bicicletas, mejor». Si además se evitan los recodos y se ve la salida desde la entrada, dará más sensación de seguridad. «Y si se ponen lucernarios en los bordes, por ejemplo, permite que haya luz natural».
En el País Vasco se convocaron en 2012 unas subvenciones para que los Ayuntamientos presentaran propuestas concretas sobre actuaciones urbanísticas basadas en la perspectiva de género. Irún la incorporó entonces en su Plan General. Casi la mitad de los 88 municipios que se presentaron optaron, según la memoria del proyecto irundarra, un «mapa de la ciudad prohibida, también llamado mapa del miedo, mapa de puntos negros o mapa de los lugares donde las mujeres se sienten inseguras». Una actuación similar a la que puso en marcha El Norte hace diez días y que permitió a las vallisoletanas señalar sus 'espacios del miedo'.
En ese caso confluyen el informe de género y el de seguridad, también en marcha. «Estamos elaborando un informe general de seguridad y en él incluimos la sensación de miedo, por ejemplo si una zona está más o menos oscura y no se ve la salida. Aunque muchas veces tiene que ver con el alumbrado, no solo es eso, porque una parada de autobús aislada puede dar sensación de desprotección», explica Manuel Saravia. En ese estudio de seguridad se incluirán también las medidas contra posibles ataques terroristas, por ejemplo.
Juan Luis de las Rivas, profesor de Urbanismo de la Escuela de Arquitectura de la UVA, coincide en que la iluminación no es lo único que aporta seguridad. «La vida urbana» aporta sensación de tranquilidad. «La soledad genera miedo, pero también dentro de un edificio», razona quien fuera codirector del anterior Plan General de Ordenación Urbana de Valladolid. «Una cuestión es la amabilidad del diseño urbano. Por ejemplo, el diseño de un polígono industrial es hostil, el de la calle Santiago es más amable. Es un espacio habitable, confortable, con continuidad en las aceras», señala De las Rivas.
Incluir este informe es, a juicio de Manuel Saravia, «una manera de valorar la importancia del asunto», que ha merecido mofa en algunos momentos por parte de ciertos sectores. «Buena parte de los temas de género y de ciudad tienen que ver con el urbanismo y especialmente con el transporte», asevera.
La idea es que una ciudad se ordene contemplando las necesidades de todos sus habitantes, especialmente los que tienen necesidades especiales. Y eso abarca desde el rebaje de un bordillo a un túnel que no intimide a sus usuarias.
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