Secciones
Servicios
Destacamos
No era lo que esperaban los arqueólogos, desde luego, pero los hallazgos rescatados de la última fosa común descubierta en el cementerio de El Carmen no dejan de ser una parte enterrada de la historia y de lo vivido durante la Guerra Civil en la ... capital vallisoletana. «Todo apunta a que aquí no está la fosa común con los cuerpos de los 65 personas represaliadas que figuran como enterradas en la denominada, por los ejecutores, fosa cinco», lamenta de entrada el arqueólogo y presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valladolid (ARMH), Julio del Olmo, quien aclara que en su lugar han encontrado un más que probable osario anterior a la contienda y, por encima, una fosa en la que fueron enterrados «con una altísima probabilidad» un número elevado de presos y enfermos, o las dos cosas a la vez, que fallecieron durante la Guerra Civil en las cárceles de la capital o en el Monasterio de Nuestra Señora del Prado, actual sede de la Consejería de Educación, en la avenida de Salamanca, que entonces aún estaba en uso como 'manicomio' y que reservó uno de sus tres claustros como prisión provisional para reclusos que padecían alguna enfermedad.
Noticia Relacionada
J. Sanz
Los primeros doce cuerpos completos exhumados hasta ahora de la fosa común, en una primera prospección a un metro de profundidad sobre la cota original del terreno, nada tienen que ver con los de los 136 rescatados de las dos fosas colindantes (las números seis y siete). En este caso no se han hallado indicios de fusilamientos.
«Hemos encontrado ya una docena de cuerpos y ninguno presenta orificios o signos de haber recibido impactos de bala, como sí los había en prácticamente el resto de cuerpos encontrados en las otras fosas, y nada cuadra, desde luego, con la documentación que apuntaba a que aquí podría estar la fosa cinco con, al menos, 65 represaliados», reconoce el especialista de la ARMH, responsables de los trabajos arqueológicos en un camposanto en el que se tiene constancia de que 571 personas, ejecutadas entre 1936 y 1938, recibieron sepultura en una decena de fosas comunes. 382 de estos cuerpos han sido ya exhumados en las sucesivas campañas realizadas hasta la fecha.
El enterramiento ahora localizado, que fue parcialmente dañado por la posterior construcción de dos panteones, cuyos cimientos cercenaron algunos restos óseos, parece albergar los restos de presos fallecidos durante el mismo periodo bélico. «Tenemos dos o tres cuerpos enterrados a la vez, pero sin nada distintivo o signos de violencia, con poca capa de tierra de separación entre ellos y eso apunta a que puede tratarse de reclusos fallecidos por enfermedad en un momento en el que la mortandad era elevadísima y en la que podían morir esas dos o tres personas al día en las cárceles», considera Julio del Olmo antes de aclarar que esta fosa pudo ser abierta en paralelo a las dos colindantes, aunque con otros fines, en un lugar en el que con anterioridad ya existía un osario.
De la existencia de dicho osario dan fe los restos separados (huesos, cráneos...) localizados en la misma fosa y que fueron removidos durante su apertura y durante la construcción de los dos panteones para enterramientos ordinarios levantados en torno a los años cuarenta, con posterioridad, en cualquier caso, al final de la Guerra Civil. «El cuadro 63 se encontraba situada al final del cementerio y había sido utilizado con anterioridad a la guerra para abrir osarios y, ya durante la contienda, para albergar las fosas comunes al tratarse de un terreno en el que solo después comenzarían a realizarse enterramientos comunes a medida que se ampliaba el cementerio», resume el arqueólogo.
Así que, salvo sorpresa, la última fosa común localizada en El Carmen parece no ser la que buscaban los arqueólogos, aunque sí forma parte de la historia de lo vivido en la capital durante la contienda. «Vamos a ver qué encontramos debajo de este primer nivel de enterramientos y, desde luego, los restos que encontremos van a ser clasificados y conservados», aclara el responsable de los trabajos, quien lamenta que sobre posibles enterramientos de reclusos enfermos, como parece el caso, carecen de documentación fehaciente sobre sus posibles identidades.
La mayoría, al contrario que ocurrió con los represaliados que fueron arrojados a las fosas comunes colindantes, fueron enterrados en féretros y en grupo mucho más reducidos, de entre dos y tres personas, aunque «con una frecuencia seguramente diaria que da fe de esa elevada mortalidad que se daba en la época en aquellas cárceles».
¿Dónde está la fosa cinco? Pues el arqueólogo apunta a que pueda estar en torno al mismo lugar, quizás en el camino perpendicular al enterramiento, junto a las seis y siete.. «Quizás podamos hacer alguna cata, pero es complicado», lamenta Julio del Olmo.
La apertura de la última fosa localizada en El Carmen ha dejado al descubierto los sorprendentes cimientos de uno de los dos panteones colindantes, construidos con posterioridad a la Guerra Civil y que destrozaron parcialmente la fosa común, hasta el punto de seccionar por la mitad algunos cuerpos. Uno de ellos fue construido literalmente con una mezcla de huesos, tierra y piedras e, incluso, se reutilizó una lápida para afianzar sus cimientos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.