
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Desde que estalló la guerra de Ucrania el pasado 24 de febrero, a Anna Boryachenko le faltan horas de sueño. No descansa buscando diferentes formas de ayudar a sus compatriotas. Lleva 20 años viviendo en Valladolid. Llegó con tan sólo 14, junto con su madre y hermana y aquí ha formado su familia, pero nunca ha olvidado sus raíces y a todos los que dejó en Zhytomyr, una ciudad cercana a Kiev, donde vive su abuela, sus tíos y primos y que, según cuenta, «ha quedado arrasada».
Anna fue una de las primeras en Valladolid en poner en marcha una campaña de recogida de productos de primera necesidad con destino a los más afectados por la guerra. Los vallisoletanos se volcaron con su llamamiento y al día siguiente su bar Book, en el barrio de San Nicolás, estaba repleto de cajas con alimentos, medicinas, productos de bebé y otros artículos muy necesarios en aquel país. Un mes después de aquello Anna, con ayuda de 50 voluntarios de diferentes nacionalidades, consiguió llenar una nave y enviar varias furgonetas y tres trailers con un total de 130 palets de ayuda humanitaria. Consiguió que todo llegara hasta la ciudad de Khmelnytskyi, en el occidente de Ucrania. «Busqué empresas de transporte en España, Francia y Portugal que me garantizaran que la mercancía iba a llegar en perfectas condiciones. De hecho, enviamos la carga precintada. Yo no me conformaba con llevarlo hasta Polonia, quería rebasar la frontera y que la ayuda llegara directamente a la gente, a los orfanatos y hospitales de mi país. Ha sido muy complicado coordinar todo, pero puedo decir muy orgullosa que, con la solidaridad de muchos, lo hemos logrado», cuenta esta hostelera, que con la huelga de transportes ha tenido que suspender temporalmente la recogida. «Lo retomaremos en cuanto se solucione el problema del transporte y tenga la garantía de que todo pueda llegar sin problemas», añade.
El ayuntamiento de Khmelnytskyi le ha hecho llegar, en señal de agradecimiento, un reconocimiento a su nombre y al de «toda la comunidad ucraniana de la ciudad de Valladolid». «Me lo han enviado por mail. El original he prometido que iré algún día a recogerlo. Me lo guardan allí. Pone mi nombre, porque no somos ni asociación ni ONG y alguien tenía que figurar, pero ha sido un trabajo en equipo. Han sido muchas las empresas, asociaciones, parroquias y particulares que han colaborado», explica humildemente. «Todavía no me creo lo que hemos conseguido. Colonial Company nos cedió su nave para poder almacenar todo el material. Otras empresas nos han regalado cajas y palets. También me han llegado paquetes de Amazon desde muchos rincones de España, repletos de productos que allí son muy necesarios. Venían sin remite y ni siquiera puedo llamar para dar las gracias. También Reto nos ha donado varios palets enteros de turrón y chocolate, que hemos repartido en los orfanatos y los pañales los repartimos en la calle, directamente a las madres. Ha sido algo increíble, incluso un matrimonio se ha ofrecido a pagar el alquiler de un piso para una familia ucraniana durante el tiempo que necesite», señala valorando el carácter solidario de los vallisoletanos.
Anna reza porque la huelga de transportes acabe pronto para poder seguir enviando ayuda a su país natal. «Tal y como están las cosas ahora, ningún transportista, como es lógico, quiere arriesgar su camión. Así que esperaremos y en cuanto podamos retomaremos el envío de ayuda, porque lo que está viviendo en mi país, es una verdadera tragedia y gracias a la gente de Valladolid, esta tragedia es un poquito menos dura», afirma mientras coloca un cartel en la entrada de su bar que dice 'Gloria a Ucrania'.
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