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Las excavaciones de las tres fosas comunes de ajusticiados durante la Guerra Civil en el cementerio de El Carmen, en este caso, después de ser ... sometidos a juicios sumarios, han sacado a relucir los restos de un guardia civil fusilado en 1938. Algo inusual si se tiene en cuenta que la víctima, al que presumiblemente acribilló un pelotón de fusilamiento en el paredón de San Isidro, aún lucía su uniforme oficial. La documentación y todos los indicios apuntan que podría tratarse del sargento de la Guardia Civil Salvador Lapuente Arbeo, un agente de origen vasco, al que hirieron y apresaron en 1937 las fuerzas franquistas después de la caída del cinturón de Bilbao. Su historia sale ahora a la luz, y la casualidad ha querido que su cuerpo fuera encontrado, con restos de su uniforme y sus galones, el mismo día, el 9 de mayo, en el que se cumplía el 84 aniversario de su fusilamiento, registrado en un documento oficial el 9 de mayo de 1938.
Los arqueólogos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), responsables de la excavación en el tristemente cuadro 63 del camposanto decimonónico, apuntan a que el cuerpo, en el que han localizado los botones de su uniforme y las insignias del cuello, que se corresponden con los de la época de la II República, apuntan con «toda probabilidad» a que se trata del sargento vizcaíno Lapuente. Su cuerpo completo, con los restos de su uniforme, fueron localizados en la denominada fosa número seis, una de las tres descubiertas bajo el memorial de los años ochenta de UGT y el PSOE (está en el centro entre las fosas cinco y siete), la misma en la que consta que fue enterrado en la documentación de la época, donde constaba su nombre y que se trataba de un guardia civil.
La macabra composición de la primera hilera de enterramientos de las tres fosas comunes descubiertas en El Carmen ha sacado a relucir, entre otros, los cuerpos de dos adultos fusilados, cuyos cráneos fueron seccionados con precisión quirúrgica, mezclados con el de, al menos, dos niños de corta edad. «Se sabe que en la época se extraían los cerebros, en principio, para su estudio científico y puede que sea el caso de estas dos víctimas y se sabe también, y es algo común en estas fosas, que fueran enterrados en ellas niños fallecidos de familias que no podían pagar su entierro aprovechando que estaban abiertas», resume el arqueólogo Julio del Olmo.
El sargento Salvador Lapuente Arbeo estaba destinado en Zorroza (Vizcaya) cuando estalló la Guerra Civil en 1936 y la documentación apunta a que se mantuvo fiel a la República y que combatió de manera activa en varios frentes en el País Vasco, donde llegó a estar al mando de varias milicias. Fue herido y apresado el 13 de junio de 1937 cuando protegía la retirada de un batallón en el frente de Larrabezún (Vizcaya). «Le curaron sus heridas y le mantuvieron preso hasta que fue juzgado y condenado a muerte en Valladolid en 1938 como colaborador de lo que las fuerzas sublevadas consideraban el bando rebelde», explica el presidente de la ARMH, el arqueólogo Julio del Olmo, responsable de la excavación. Su cuerpo evidencia que recibió, como mínimo, un impacto de 'Mauser' (un fusil alemán de la época) que le destrozó el hombro.
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La casualidad quiso que sus restos fueran descubiertos el pasado lunes, 9 de mayo, coincidiendo con el aniversario de su muerte. Su historia sale ahora a la luz y los arqueólogos que descubrieron su cuerpo confían en que algún familiar vivo pueda ponerse en contacto con ellos. El sargento Salvador Lapuente Arbeo tenía entre 24 y 34 años, no está clara su edad, aunque la documentación apunta a que era el único guardia civil fusilado y enterrado en las tres fosas descubiertas.
Las excavaciones han sacado hasta ahora a relucir cuarenta cuerpos, que aún no han sido exhumados a la espera del permiso de la Junta. «Creemos que son 163 los cuerpos enterrados en distintos niveles y en distintos momentos de la Guerra Civil, lo que ha facilitado la conservación de sus restos completos», apunta Julio del Olmo, quien aclara que la mayoría presentan indicios de haber sido fusilados por un pelotón (costillas destrozadas) después de ser sometidos a juicios sumarios.
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