![Julio y Julio Medina, padre e hijo, en la tienda de recambios que ha pasado de una generación a otra.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202204/30/media/cortadas/negocios-knuF-U1601823865169n3G-624x385@El%20Norte.jpg)
![Julio y Julio Medina, padre e hijo, en la tienda de recambios que ha pasado de una generación a otra.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202204/30/media/cortadas/negocios-knuF-U1601823865169n3G-624x385@El%20Norte.jpg)
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En Valladolid abundan los comercios, tiendas de alimentación, de servicios o negocios de hostelería, pero cuando se acerca la edad de jubilación de sus propietarios muchos no cuentan con el relevo necesario para mantener lo que crearon y cuidaron durante tantos años. Por eso, la ... Confederación de Empresarios de la ciudad puso en marcha el programa 'Valladolid Traspasa', a través del cual los negocios pueden anunciarse para conseguir el traspaso y continuar en activo. Desde su puesta en marcha, en 2016, se han traspasado 219 negocios en la capital, y desde 2020 la cifra es de 64, siendo los hosteleros los que más facilidades tienen, con una presencia que ronda el 40%, seguida del comercio, con un 30%, de servicios, con un 20% y, por último, de los relacionados con la industria, con apenas un 10%. Esto se debe a la facilidad de adquirir un establecimiento con todas las licencias necesarias para emprender en cualquier negocio hostelero, así como adquirir un local y acondicionarlo para su nueva etapa.
En 1955 su abuelo levantó la verja de la que fue la primera tienda de ultramarinos de Medina del Campo. Durante cuatro generaciones, este mítico establecimiento ha suministrado a toda la comarca de productos que iban más allá de los tradicionales encurtidos. «Mi abuelo, que era canario, con la guerra emigró a Medina del Campo y aquí formó su propia familia», detalla José Sánchez Vega, que tras la jubilación de su madre el pasado año decidió hacerse cargo de este negocio que «llegó a vender de todo, hasta bolas de sal para el ganado y pienso».
Enamorado del ambiente de este local, situado en la calle Valladolid, Sánchez Vega aún recuerda las tardes que pasaba en la tienda, en la que creció. «Siempre me gustó por lo que cuando mis tres hermanos dijeron que no querían el traspaso del local, decidí quedarme con la tienda y poner en marcha un nuevo proyecto». A pesar de que posee un negocio propio de aluminio y vidrio, seguir con la tradición familiar pudo más y con mucho esfuerzo y muchas horas de trabajo, en mes y medio abrirá las puertas del que será el primer colmado del municipio. «Tenía claro que tenía que ser un negocio que mantuviera el espíritu de 1955, pero adaptado a las nuevas tendencias».
El mostrador tradicional de madera en el que se han despachado multitud de conservas mantendrá su uso, pero «ahora lo que vamos a hacer es que se podrá comer en la tienda cualquier conserva que se compre en la zona de venta y se podrá maridar con los mejores vinos nacionales, además también mantendremos la venta de licores que mis padres pusieron en marcha», concluye.
En el lado opuesto están las empresas que no encuentran las facilidades necesarias para ser traspasadas. Entre los factores que influyen, según datos de la CEOE, están los precios desproporcionados, la falta de relevo generacional en los oficios artesanos o los traspasos 'in extremis', entre otros. Para paliar estos componentes negativos, 'Valladolid Traspasa' ofrece una valoración contable a los vendedores para que tengan una referencia, pero en muchas ocasiones tienen claro el precio marcado y no atienden a recomendaciones por muy fuera del mercado que se encuentre.
En cuanto a los oficios tradicionales, apenas hay aprendices o sucesores dispuestos a tomar el relevo, por lo que la jubilación de los profesionales supone el cese del negocio de forma definitiva. Además, las ofertas de última hora, cuando la fecha de cierre del negocio es inminente y sus propietarios se plantean un traspaso como último recurso no favorecen la rápida venta de estos.
La emoción les invade cuando hablan de su peluquería y de su inminente jubilación . El matrimonio formado por José Luis Alonso y Yuli Velázquez tiene a sus espaldas una vida entregada a su negocio, aquel por el que apostaron en 1994 y con el que se han ganado la confianza de sus clientas en pleno centro de Valladolid. Una peluquería que les ha dado «muchas cosas buenas» y que ahora, llegado el momento de bajar la persiana, reconocen que echarán de menos. «Llevamos cincuenta años trabajando y por aquí han pasado hasta cuatro generaciones de clientas. Nos da mucha pena dejarlo pero tenemos la esperanza de que alguien con experiencia y amor por la profesión nos coja el relevo», explican visiblemente emocionados. Yuli, con tradición peluquera en su familia, comenzó a trabajar a los catorce años y con diecisiete se casó con José Luis, a quien conoció en la academia de peluquería.Juntos han luchado contra viento y marea por el negocio que ha acaparado sus días.Con la edad de jubilación superada por ambos, ella tiene 67 y él, 69, saben que en breve tendrán que despedirse de su trabajo, aunque no tienen marcada una fecha fija. «Yo quería haberme muerto con el peine y las tijeras de la mano, pero hay otras cosas en la vida de las que disfrutar y ahora es el momento», cuenta José Luis. A Yuli le resbalan varias lágrimas por las mejillas y piensa que «la persona que coja la peluquería tiene que mantener lo que hemos construido durante toda una vida». Sus planes pasan ahora por jubilarse y disfrutar de la familia, pasear o pasar tiempo a solas, pero primero han de dar con ese profesional que sienta el mismo amor por la peluquería que ellos. Y no pierden la esperanza.
En este sentido, también existen negocios instalados en locales cuyo contrato de arrendamiento vence antes del traspaso, por lo que desaparece antes de que haya surgido la oportunidad de darle una nueva oportunidad. Pero todas ellas cuentan con la opción de promocionarse en la página web del programa y encontrar un relevo que no sería tan sencillo sin esta ayuda. El Norte cuenta la historia de cuatro negocios de Valladolid cuyos propietarios han dado o piensan dar el paso de dejarlo en otras manos. Dos de ellos ya han realizado el traspaso, uno de padre a hijo y otro a un nuevo empresario con ideas afines. Los otros dos, todavía buscan al sucesor idóneo para mantener vivo aquello por lo que apostaron durante tantos años.
Tras dejar su puesto de jefe de mantenimiento del Casino de Boecillo, Santiago Cimas decidió comenzar su andadura en la electricidad y formar su propia empresa en 1989. Los dos primeros intentos, con dos socios distintos, fracasaron, pero a la tercera va la vencida y apostó por sí mismo.«La idea era tener una empresa sin personal propio y trabajar subcontratando a autónomos.Funcionó muy bien y durante 33 años he conseguido mantener a los clientes», cuenta. Pero la enfermedad de su mujer le empujó a traspasar su negocio y encontró a través del programa de la CEOE a Eduardo Hernández. Para él, era la mejor opción posible porque continuaría con la línea seguida durante tantos años. «Pretendía dejarle esta parte de mi vida a alguien con los mismos valores y un perfil de contacto con los clientes similar, no quería dejarles en malas manos y encontré a Eduardo, que el es sucesor perfecto de lo que creé y mantuve durante tanto tiempo», asegura Santiago.Por su parte, Eduardo Hernández ya tenía otros negocios cuando decidió coger el relevo de S.Cimas y renombrarlo como Inseybon S. L. Su intención era mantener y ampliar la cartera de clientes de Santiago, así como consolidar la empresa y poder crecer más. Por ello, desde marzo que se formalizó el traspaso,Santiago ha estado junto a él guiándole en los inicios. «Me ha ayudado mucho, me ha dado las claves de un negocio que tiene buena proyección de futuro», cuenta Eduardo. Gracias a esto, el trato personalizado a los clientes se mantiene y Santiago sabe que su empresa está en buenas manos. En julio se jubila y se mudará al sur para que las dolencias de su mujer mejoren. Eduardo seguirá al pie del cañón de su nueva empresa.
Son un claro ejemplo de que el relevo generacional sigue siendo posible en la ciudad. Comparten nombre, apellidos y sangre. El padre, Julio Medina, montó la tienda de repuestos junto a su hermano Lucilo en la calle Asunción en 1970 tras ver la oportunidad de negocio que suponían los recambios de automóvil. «Eran piezas muy específicas y para coches concretos, por lo que había mucha gente que acudía a nosotros para encontrarles, porque sabía que las tendríamos», relata este jubilado vallisoletano de 74 años. Años después, ya en el local de la calle Embajadores, rondando el año 1990, volvió a ver una buena oportunidad con los recambios de maquinaria agrícola y amplió su oferta. Los clientes en ese momento comenzaron a ser más profesionalizado y a necesitar piezas mucho más específicas.
Al principio, el coche de línea era el transporte que utilizaban para hacer llegar los productos a los clientes. «Íbamos al conductor y facturábamos la pieza para que lo dejase en el pueblo del señor que la había comprado», recuerda Julio.
Durante los años en los que el negocio marchaba bien, su hijo, Julio, deambulaba por la tienda mientras aprendía sin saberlo. «Él pasaba muchas horas aquí y al final le acabó enganchando la profesión», cuenta el padre. Tanto fue así que cuando finalizó la formación profesional en Comercio y Marketing apostó por coger el relevo del negocio familiar para hacer de este su nueva vida. Al llegar la edad de jubilación de su padre, pasó dos años con tu tío, también propietario del negocio, para aprender la profesión y entender la forma de vender que tenían. Así, en 2016 se convirtió en el propietario de Repuestos Hermanos Medina y tomó las riendas del negocio familiar. «Era una cosa que sabía hacer y que había visto toda la vida, por lo que no dudé a la hora de ponerme al frente y seguir con la tienda que montaron mi padre y mi tío y que con tanto mimo han cuidado», reconoce Julio. La forma de trabajar ha cambiado y ya no recurren al autobús para enviar sus productos, sino que lo hacen a través de las empresas de mensajería, pero la esencia del negocio se ha mantenido gracias al paso de una generación a otra.
La atención personalizada es el punto fuerte de la droguería de Javier Velasco. Este vallisoletano decidió abrir su propio negocio en 1983 y ahora, con la edad de jubilación a la vuelta de la esquina, confía en traspasarlo a alguien con conocimientos y empatía. «La persona que compra la tienda tiene que sentirla como uno más de su familia, debe conocer las especificaciones de los productos fitosanitarios, por ejemplo, y tener un trato cercano y humano con los clientes», explica. A sus 61 años, Javier lleva 46 cotizados y agradece la vida que ha tenido tras el mostrador. Comenzó con una tienda en Arca Real al año de casarse y allí estuvo 16 años, hasta que en 1999 se trasladó a Delicias. La gente del barrio le conoce, confía en los productos que vende y la piden consejo cuando no saben qué es exactamente lo que necesitan. «Es un trabajo de aprendizaje continuo porque cada día salen productos nuevos y yo decidí apostar por los fitosanitarios, algo que ha hecho que me vaya muy bien y que me permite ofrecer a cada cliente lo que demanda», asegura.
En su tienda tiene más de doscientas colonias diferentes, detergentes y cremas, abonos y productos de cosmética que vende desde hace años a las mismas personas. «Hay mujeres que vienen a por una colonia cada cierto tiempo y siempre procuro tenerlas porque es lo que valoran».
En su pensamiento está dejar de trabajar en tres años, cuando se jubile, pero si alguien decidiese comprar la droguería no tendría problema en acompañarle y ayudarle a dar los primeros pasos. «Vendría con él y le enseñaría cómo he trabajado estos años por si quiere seguir en esta línea, porque los clientes se muestran muy agradecidos del trato que reciben y me lo hacen ver día tras día». Pero tras el posible y futuro traspaso, Javier tiene claro que va a devolver a su mujer todo el tiempo que la debe y se centrarán en hacer planes juntos.
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