![Trabajo en Valladolid para integrarse en un nuevo país](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202001/05/media/cortadas/pais-k3PB-U901131508433tgD-624x385@El%20Norte.jpg)
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Brenda llegó a Valladolid el 19 de septiembre de 2007. Dominicana, esta mujer huérfana desde muy joven ya trabajaba con dieciséis años en una peluquería de su país, y nunca perdió la esperanza de poder abrir aquí su propio negocio. Es una de las más ... de cincuenta personas extranjeras y extracomunitarias (de fuera de la Unión Europea) que han conseguido insertarse laboralmente en el tejido activo de Valladolid, gracias a los itinerarios de empleo desarrollados a tal efecto por la asociación Procomar.
«Por lo general son personas que llegan derivadas de otro servicio», explica Rosa María Pérez Salamanca, técnico en Programas de Inserción Sociolaboral en la entidad. Con el mínimo del permiso de residencia por delante, y cubiertas otras necesidades básicas como la alimentación, la salud o los problemas jurídicos, la asociación invita así a los diferentes usuarios (usuarias, cabría decir, dado que cerca del 85% del total de personas que ocupa este servicio son mujeres) a integrarse dentro de estos itinerarios con el ánimo de formarles en mayor profundidad de cara a un empleo digno, duradero y que les permita llevar una calidad de vida notable en su adaptación a la ciudad.
José, cocinero venezolano, o Cristina, dueña de un bar en Parquesol procedente de Paraguay, también recuerdan sus inicios con cierta crudeza: «Siempre estaba pendiente de mil cursos y entrevistas», rememora Cristina, en Valladolid desde hace tres años y medio. José llegó a la ciudad dejando atrás a una esposa y cuatro hijos que solo muy recientemente ha podido volver a ver de nuevo, mientras él trabajaba las tierras de otro continente, «en una finca de manzanas y lo que pudo durar luego la vendimia», aclimatándose a temperaturas bien frías y diferentes, y a una cultura bien distinta a la que conocía. Todos y cada uno de los 82 usuarios de estos itinerarios (de los cuales se han insertado laboralmente 64, según datos facilitados por Procomar), cuentan con su propia historia, tan diferente en su envoltorio como cruda en su interior.
«Fue muy trágico que me trajeran a un país distinto, a una nueva casa y con una familia que no era la que esperaba», rememora Brenda, quien contaba con involucrarse en la esfera personal de su tía y se encontró con el grueso de los integrantes del hogar fuera del domicilio. Resuelta a no dejarse vencer por las adversidades, pronto empezó a moverse y a aceptar cuanto trabajo se le ofrecía: atención de personas mayores, cuidado de niños, camarera...
Al tiempo decidió apuntarse a Procomar para seguir buscando trabajo: «La primera fase de este proyecto pasa por una entrevista», explica Rosa, «donde las personas nos comparten sus necesidades y nosotros explicamos el programa». Cofinanciados por el Fondo Social Europeo y el programa Incorpora de La Caixa, los itinerarios se dividen en dos fases o talleres: una de preparación, en la que se trabajan competencias transversales (asertividad, trabajo en equipo, comunicación, manejo de webs y redes sociales) y una más específica de inserción, ya orientada a la consecución de certificados de trabajo y de títulos y requisitos más aterrizados.
Cristina recuerda cómo Procomar «ayudó a confeccionar los currículos, a responder bien en las entrevistas, a preparar las presentaciones». La aportación puede ser la diferencia entre el sueño del trabajo y la preparación real para acometerlo. «Aprendí con cursos de atención al cliente, con clases de inglés e informática», enumera Brenda. Hoy regenta, feliz, su peluquería en la calle Domingo Martínez, abierta desde el pasado mes de agosto: «Los primeros meses son un poco difíciles», asume, «pero es cuestión de paciencia y, sobre todo, de actitud: ahora me siento mucho más preparada».
Frente a las declaraciones de odio y los mensajes que, con un desdén expreso hacia los datos objetivos, señalan a las personas extranjeras como responsables del paro, ninguna de las tres entrevistadas muestra mayor preocupación frente a una sociedad vallisoletana que, afirman con práctica unanimidad, ha sabido facilitar su integración también en lo social: «La gente es muy acogedora», afirma José, quien subraya no recordar un solo episodio discriminatorio desde que se encuentra en Valladolid. Cristina o Brenda son más cautas: «Al principio se notan más las diferencias, nosotros somos más abiertos quizá por cultura, y en comparación aquí la gente puede ser algo más cerrada», opina la dueña del bar de Parquesol. «Es importante que nos dejen darnos a conocer, algo que solo se consigue poco a poco», aporta Brenda.
En similar discurso, desde Procomar restan importancia a que estas soflamas se traduzcan en impactos reales para sus usuarios, para sus líneas de trabajo o para la misma asociación. Sí que se topan, advierten, con numerosas ofertas «generalmente de particulares» que demandan la nacionalidad española en sus anuncios en Internet. «Pero esa es una realidad que ha existido siempre», apuntan. Frente a eso, la receta es, también, tradicional: «Seguimos apostando muy fuerte por la sensibilización», sonríen.
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