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Rogelio Arenal, Meribel Merino, Margarita García, Carmen Muñomer, Leandro Sanz e Ignacio Muñoz. Gabriel Villamil

El trabajo comunitario frente a las nuevas formas de pobreza

Los expertos debaten sobre la idoneidad del trabajo en red para hacer frente a las necesidades sociales

Ruth Rodero

Valladolid

Miércoles, 19 de diciembre 2018

«Vivimos en un país donde sabemos que las conversaciones cívicas no son fáciles de establecer y, quizás, carecemos de las herramientas suficientes para encontrarnos entre nosotros, para poder dialogar. Un país que no es capaz de dialogar es una sociedad en riesgo». Con esta afirmación tan rotunda comenzó su intervención en el '2º Foro de Servicios Sociales: Trabajo comunitario en red desde los Servicios Sociales', organizado por El Norte de Castilla con el patrocinio del Ayuntamiento de Valladolid y Clece, Fernando Vidal, Doctor en sociología y director del Instituto Universitario de la familia.

Galería. Foro de Servicios Sociales en Valladolid.

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Galería. Foro de Servicios Sociales en Valladolid. Gabriel Villamil

Para comprender el tema central de la jornada, 'Trabajo comunitario en red desde los servicios sociales', los expertos obligaron a los asistentes a mirar la realidad integralmente y profundamente. Comunidad, red y servicios sociales son tres términos clave desde las perspectivas más avanzadas del servicio social.

Fernando Vidal quiso recalcar la importancia de la «sociedad de los cuidados o de la filosofía de la recuperación» y para ello puso dos ejemplos.

«El primero es el proyecto 'Housing first', la vivienda primero. Es una experiencia que hemos desarrollado en los últimos años desde Rais Fundación, que existe para la erradicación del sinhogarismo, para que no haya nadie en la calle», explicaba en su intervención, en la que ahondaba al asegurar que «notábamos cierta resignación de la ciudadanía ante las personas que están en la calle».

Estas personas que rotan por diferentes servicios, a las que se les contiene pero que no superan las situaciones. El sinhogarismo, que se convierte en el mayor indicador visual de pobreza, porque la pobreza dentro de un hogar no se ve. «La gente lo primero que siente por las personas que ve en la calle o en la cola de los albergues es empatía, ganas de ayudar. Pero también he escuchado muchas veces de boca de concejales que estas personas quieren estar ahí, que llevan muchos años y no quieren abandonar la calle», exponía Fernando, que continuaba su argumentario dejando claro que «la buena noticia es que la gente sí sale de calle cuando se le da la opción adecuada, cuando se pone el derecho a la vivienda y la experiencia de hogar como primer paso, cuando se teje una red».

Cuando estas personas reciben ese hogar dejan de buscar servicios específicos para incorporarse a los servicios comunes. Por lo que no es necesario luchar desde las entidades por recursos para ellos, sino para no discriminarlos en los servicios comunes. De esta manera, el hogar es la palanca que recrea redes, comunidad y acceso a los servicios sociales. Se forma una red alrededor de la persona y no una persona transitando en lugares estancos. Así la persona se recupera.

«Dar viviendas unifamiliares con los gastos cubiertos y algo de dinero para tener en el bolsillo puede parecer caro, pero lo más caro es no hacer nada. Una ciudad como Madrid emplea por cada persona que están en la calle 19.000 euros, solamente por los servicios abiertos en los que se te da un sofá y las furgonetas que circulan. 'Housing first' tiene un coste de 12.500. El asistencialismo siempre es más caro», explicaba Fernando Vidal.

Rogelio Arenal, Meribel Merino, Margarita García, Carmen Muñomer, Leandro Sanz e Ignacio Muñoz. Gabriel Villamil

El segundo de los ejemplos es el trabajo que realizan los Salesianos gracias a si programa Bosco Social, donde ayudan a jóvenes a través de un triple acompañamiento del educador, el mentor de una empresa y el supervisor, que se unen para coordinar cada historia, para mejorar cada proceso formativo, para evaluar. De esta manera se lleva a cabo el trabajo en red alrededor de la persona.

Pero Vidal también habló del problema que ha supuesto la crisis que desde el 2008 asola el país, no solo la económica, también institucional, demográfica o de género, que pone de manifiesto la necesidad de revincular a los ciudadanos constituyendo espacios plurales de convivencia, poder hablar de nuevo con la gente. «¿Y cómo hacerlo?», preguntaba Vidal, él mismo daba las claves de una posible solución: «La red está en el centro de la respuesta, provoca sinergias, son poligonales, integran, son expansivas, no se acaban y trabajan desde el no poder si no desde la opción de que todos ganen».

O es en red o no es

La mesa redonda tras la primera ponencia sentó juntos al propio Fernando Vidal junto a María Elena Alfaro, directora del Proyecto de vivienda social La Llavar de Fundación Ared y Natividad de la Red, Doctora en sociología y Premio Nacional de Trabajo Social en 2012.

En esta mesa se volvieron a poner de manifiesto la importancia del diálogo. «Cuando uno hace un pequeño movimiento se pone en el punto de vista del otro y se produce el diálogo», explicaba María Elena Alfaro, que aseguraba también que «una persona que tiene todas las certezas es muy peligrosa, porque la vida nos va dando oportunidades para conocernos en lo que nos reflejamos en los demás».

De esta manera aseguraba que las redes son «articulación y relación» y que hay que dejar de insistir en modelos que repiten el «si yo gano, tú pierdes» porque el concepto de red es «ganar-ganar» y «necesitamos muchas redes donde la gente se sienta segura».

Para Natividad de la Red, el tema no solo era «oportuno sino también difícil». «Necesita mucha reflexión y voluntad de superación de la situación actual en el ámbito de los servicios sociales», aseveraba.

Natividad explicó que el trabajo de red desde los servicios sociales ha sido frecuente sobre todo al inicio de estos servicios, aunque con el paso del tiempo se fue perdiendo. Quiso hacer hincapié también en las dificultades que este trabajo comunitario en red encuentra: «la legislación vigente, los procesos y protocolos que hay que cumplir, la lógica burocrática, los ritmos y mandatos políticos o las trabas en los procesos de coordinación e interacción son solo algunos de ellos».

Pero, ¿el problema de la red no puede ser que se convierta en algo anárquico si no hay un elemento director? Para Fernando Vidal el problema real no es el posible caos sino la «sobreabundacia de poder». «La ruptura desde diferentes foros de métodos obsoletos ha dejado claro que se puede trabajar de manera colectiva que cuando se está centrado en la tarea, en la búsqueda de soluciones es capaz de dirigirse para encontrar las mejores respuestas. Hay que ir de las redes del poder al poder de la red», afirmaba Vidal. Para Elena, en cambio, «sí es necesario un caos, pero solo competimos cuando estamos mal, esta competitividad se acaba cuando hay un disfrute y el otro me complementa, cuando veo al otro absolutamente necesario y en red lo es».

Natividad concluía asegurando que la cuestión planteaba dificultades para el desarrollo del trabajo en red, pero añadía que « todos conocemos intervención desde los servicios de un ayuntamiento que si no está coordinado con otro servicio no funciona».

Mesa debate

Para concluir la jornada tuvo lugar una mesa debate que reunió a seis agentes diferentes: Maribel Merino, de Fundación Rondilla; Margarita García, presidenta de la Federación 'Antonio Machado'; Rogelio Arena, director de la Casa Juventud Aleste; Carmen Muñumer, de Procomar Valladolid Acoge; Leandro Sanz, animador comunitario del Ayuntamiento de Valladolid y José Ignacio Muñoz, técnico del Centro de Atención al Inmigrante del Ayuntamiento de Valladolid.

Tras la presentación de cada uno de ellos, el debate comenzó con la discusión sobre si existen nuevos modelos de pobreza. Algo en lo que coincidieron todos los presentes al afirmar de manera rotunda que sí. Margarita García aseguraba que se trata de una pobreza que afecta a personas que tienen trabajo, pero precario, y que se encuentran en riesgo o pre riesgo porque ni siquiera se pueden permitir pagar la calefacción. «A menudo estas personas tienen dificultades para utilizar los Servicios Sociales, a veces por vergüenza», afirmaba.

Algo que reforzaba Leandro Sanz: «Hay mucha gente que cree que estas ayudas son solo para personas pobres de solemnidad y los Servicios Sociales no se dirigen solo a los problemas monetarios». Carmen Muñumer incidía en otro tipo de pobreza, la que genera los prejuicios y que no permite que alguien con recurso monetarios pueda alquilar un piso o la que se da cuando hay que hacer un trámite de manera digital y no se tienen los medios o los conocimientos para lograrlo.

Rogelio Arenal ponía el foco también en la pobreza familiar de los niños cuyas familias rotas no se involucran en sus problemas.

Pero, ¿y estas redes pueden general dependencia? Maribel Merino apostaba no tanto por una dependencia sino por una cronificación de los problemas. «Por ello tenemos que empoderarlos, para que sus hijos no hereden estas desigualdades», afirmaba. Entonces, ¿existe una transmisión generacional de la pobreza? «La transmisión de ese problema se produce cuando los que rodean al niño le miran mirando al problema. Como ese menor viene de ese problema cuando le miro le miro con esa capita que lleva ese problema. Pero si no le ponemos esa capa nos cuesta sacarle del contexto y darle oportunidades», explicaba Carmen. Que también incidió en que mucha de la pobreza actual está basada más en una pérdida de derechos que en la propia pobreza. Por eso, y como bien explicó José Ignacio Muñoz, «el Ayuntamiento de Valladolid ha creado junto a otras entidades el Observatorio de Derechos Humanos, para conocer el nivel de disfrute de estos derechos y que este enfoque impregne todo el trabajo a nivel municipal».

La concejala de Servicios Sociales, Rafaela Romero, puso el punto final a la jornada dando gracias a este diario: «estos espacios de reflexión no serían posibles si no nos hicierais caso, gracias». Pero también hizo un repaso a sus cuatro años de mandato: «hemos hecho mucho esfuerzo por acercarnos al tercer sector, por crear esas redes y que esas redes no crearan dependencia. Debemos ser capaces de sumar creando, que cada uno aporte desde la visión que tiene. El trabajo en red es un tema transversal, debemos sumar todos los sectores y toda la sociedad. Nos queda un reto, hacer de Valladolid una ciudad más justa».

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