

Así trabajan los detectives en Valladolid, sus tarifas y casos: «Nos pillan una de cada trescientas»
Seguridad privada ·
El 50% de los casos que llegan a la veintena de agencias profesionales son por bajas laborales bajo sospecha de fraudeLlueve y parece que el conductor que está dentro de uno de los vehículos aparcados en una céntrica calle de Valladolid está esperando a que ... aminore la lluvia para salir. No tiene gabardina ni hay en su aspecto nada que recuerde al mítico Philip Marlowe o a la versión moderna de Sherlock Holmes. Por el contrario, intencionadamente busca mimetizarse con el entorno y trata por todos los medios de no llamar la atención. El detective Benito García no quita ojo a uno de los portales porque allí vive la persona a quien está haciendo un seguimiento. Una empresa ha contratado al veterano investigador privado porque sospecha que uno de sus empleados, que está de baja, está «exagerando» su incapacidad transitoria para no acudir a trabajar.
El conocido «fraude de la muleta» ocupa el 50% de los casos que llegan a Adexu Detectives y probarlo con imágenes es también el trabajo más frecuente que realizan el resto de los despachos de investigadores privados de Valladolid. Aquí ejercen poco más de una veintena de detectives con licencia de los 4.150 (son 2.811 hombres y 1.339 mujeres) profesionales del sector que figuran en el registro del Ministerio del Interior correspondiente a última estadística, publicada en 2022. En España hay computadas oficialmente 1.164 agencias de investigadores privados.
Además de la tipología «laboral», que se extiende también a problemas entre socios y seguimientos para comprobar si se están produciendo robos o hurtos (si es así, tienen que parar de inmediato y notificarlo a la Policía, pues los detectives privados no pueden investigar delitos), otro 40% de asuntos que siguen tienen que ver con la familia: no solo infidelidades, que poco a poco pasan a ser casos residuales, sino investigaciones relacionadas con la custodia de los hijos menores; la «pareja sumergida» que reside habitualmente en la vivienda del excónyuge y los hijos mientras el otro paga la pensión y la hipoteca; o problemas por exceso de gastos en las economías domésticas relacionados con el juego o las drogas. «El informe pericial que realice un detective privado y que presente ante el juez una de las partes en el conflicto matrimonial puede decantar la balanza a la hora de otorgar la custodia de los niños a uno de los dos cónyuges», explica García. El otro 10% de casos que investigan constituye, indica, un auténtico «cajón de sastre» en el que cabe desde la búsqueda de personas y los subarriendos ilegales hasta la comprobación de que a un escolar le hacen 'bullying« sus compañeros de colegio. El 30% de los casos que le encargan sus clientes, calcula, terminan en el juzgado.
La vocación detectivesca le viene a Benito García desde muy pequeño, aunque en su pueblo de origen, Ledesma, «nunca pasaba nada malo» y «quizá precisamente por ello, me interesaba mucho todo lo criminológico». Llegó a prepararse oposiciones para la Policía Nacional, pero finalmente no cuajó y comenzó a colaborar para una agencia de detectives en los años setenta del pasado siglo, »cuando prácticamente lo único que se investigaban eran infidelidades e informes comerciales«. García pertenece a la primera promoción de detectives titulados por la Universidad de Salamanca, la de 1996-1999, es también abogado y criminólogo especializado en falsificación de documentos. Hace 23 años fundó su propia agencia en Salamanca y con el tiempo abrió su sede de Valladolid. Aquí trabaja junto a su hijo, también detective, aunque sus misiones les llevan a distintos puntos de España y colaboran también con otros detectives de fuera de nuestras fronteras.

Francisco Benito, que ha cogido el testigo de su padre y pretende continuar la saga familiar de detectives (su esposa también ha terminado su formación y está a la espera de obtener su licencia), releva a su progenitor en el seguimiento de esta mañana porque Benito tiene que acudir al juzgado. Este se quita la gorra y la cazadora y asoma el traje y la corbata. «Eso del disfraz se queda para Sherlock Holmes», bromea. «Lo que sí es cierto es que en los vehículos llevamos todo tipo de ropa para que no se nos detecte en los seguimientos si tienen que pasar varias horas. En esto de cambiar de aspecto para pasar desapercibidas, las mujeres detective lo bordan, son mucho más camaleónicas y solo con soltarse el pelo o hacerse un moño lo resuelven. Y siempre se sospecha menos de una mujer. Las mujeres detective superan en muchas ocasiones a los hombres en este trabajo».
«El informe que realizamos sobre lo que hemos visto muchas veces resulta decisivo para decantar la balanza a un lado u otro en un juicio»
Benito García
Detective privado, abogado y criminólogo
Antes de despedirse, Benito, que es instructor de detectives, hace recuento de las cualidades que tiene que tener un investigador privado, además de mucha paciencia. «La vocación es primordial y, en la búsqueda de pruebas, hay que cumplir la legislación a rajatabla, siempre con mucho rigor y respeto absoluto hacia el cliente pero también al investigado, porque entramos en su ámbito íntimo, es muy importante que no advierta nuestra presencia«. En ese sentido, reivindica la »labor social« que ejercen. »Esta es una profesión necesaria y los únicos autorizados a grabar a otras personas en el transcurso de una investigación, con la limitación de la inviolabilidad de su domicilio. Somos un notario que plasma la realidad de los hechos, ni exageramos ni minimizamos. En este trabajo, el 'creo que' o el 'seguramente' no caben«.
También considera esencial, además de ser buen fisonomista y tener un punto de actor y mucha empatía para obtener información, ser un buen conductor y tener nociones de mecánica, así como dominar marcas y modelos de vehículos. Completa el catálogo de las «virtudes de un buen detective» con otras tres cualidades: «discreción, templanza y tranquilidad». Si les 'cazan', ellos se lo toman como un verdadero fracaso de estrategia.
«El detective tiene que saber hasta donde puede llegar. Nos pillan una de cada trescientas, pero ocurre. Entonces te retiras y ya volverás con otras personas y otros coches». Francisco Benito, de 35 años, que por el atuendo que ha elegido podría pasar «por cualquier 'reguetonero' de Pajarillos», como bromea su padre, utiliza para el seguimiento de hoy una pequeña cámara y un móvil, además de moverse en una furgoneta. Es todo lo que necesita para sus esperas, tras un exhaustivo trabajo previo de documentación y rastreo por las redes sociales de la 'huella' digital de la persona a la que investiga. «Hoy en día en este trabajo hay que moverse bien en las redes y dominar los nuevos programas de búsqueda, hay que ir más allá de Google. El joven recalca que »no somos espías, somos investigadores privados, la gente se confunde mucho con eso«.
El joven detective ejerce oficialmente desde 2014. Decidirse por esta profesión, indica mientras nos dirigimos en el vehículo a un punto de vigilancia, fue una elección «natural» que le viene de la «pasión» que le despertó su progenitor desde muy pequeño. Para él, lo más importante es «la confidencialidad y la dedicación, no deja de ser un trabajo duro en horarios y esperas; además de tener habilidades sociales, tanto para contratar el servicio como para obtener información». lo que más le gusta de su trabajo, dice, «la incertidumbre, nunca sabes lo que te vas a encontrar, porque cada caso es un mundo».
Los honorarios varían, no hay tarifas fijas, se pactan con el cliente. El arco va de 350 a 500 euros por siete horas de jornada
Pero ¿cuánto cobra un detective? En este mercado, indican, los honorarios son pactados con el cliente, no hay tarifas fijas. Lo habitual es que por siete horas diarias de trabajo se cobre entre 350 y 500 euros.

El caso del novio que hacía doblete y otras aventuras
En la larga trayectoria profesional de Benito García ha habido de todo y, por supuesto, situaciones muy peligrosas, como una vez que le descubrieron y le dirigieron hasta una calle sin salida de un polígono y salió de allí como pudo. Recuerda cuando investigaba el caso de una custodia de una menor y resultó que la madre pertenecía a un clan de narcotráfico y llevaba a la niña en el coche a más de doscientos kilómetros por hora cuando se dirigía a otra provincia de Castilla y León para sus negocios ilegales. Pero el decano de los detectives salmantinos tiene especial cariño a un asunto del principio de su carrera del que dice que aprendió mucho. Una clienta que tenía la sospecha de que su novio de toda la vida tenía una aventura con otra mujer le contrató. Tras numerosos seguimientos del joven sin resultado, el detective se entrevistó con su clienta. «Yo siempre que le veo cuando sale, le veo con usted», le explicó Benito a la joven, mientras le mostraba las fotografías. «¡Pero si esta es mi hermana!», exclamó la joven. Tenía una gemela y su novio salía con las dos.
El precio del servicio depende del tipo de caso y hay quienes también valoran la situación económica del cliente y ajustan sus honorarios a ello. No genera los mismos gastos un asunto local que si hay que investigar en otras comunidades o en el extranjero. El detective Miguel Ángel Caminero está inmerso en estos momentos en una investigación patrimonial en un país de la Unión Europea. Comenta que Valladolid es «una plaza muy difícil» respecto de la especialización y con frecuencia trabajan fuera. «Nos dedicamos todos a todo porque es muy difícil vivir de una sola cosa y al final, todo empieza por el mismo sitio: un trabajo previo de documentación y el seguimiento». Caminero ha pasado por todos los trabajos de la seguridad privada hasta llegar a montar M12 Detectives, cuando ETA dejó de matar y ya no eran precisos sus servicios como escolta, un trabajo que desempeñó durante 12 años en el País Vasco. Así que decidió aprovechar sus experiencias, se graduó como detective en la USAL y abrió su despacho en Simancas.
La Red Azul
Coincide en que su profesión es «una gran desconocida» para el gran público e insiste en que «no somos espías, sino investigadores privados» y en que es un trabajo «vocacional, que te tiene que gustar». Y en que antes de aceptar un encargo lo sopesan mucho, hay una valoración previa. «Mucha gente contacta con nosotros para que se hagan fotos o grabaciones ilegales, no saben que estamos sometidos a una legislación muy seria«. Le llegan sobre todo, como a sus compañeros de profesión, casos de familia y bajas fingidas. Trabaja para mutuas y despachos de abogados. Precisamente, una investigación suya para un pleito de un cliente de un pueblo de Valladolid ha «sentado jurisprudencia» respecto de los miles de casos de «parejas sumergidas» que disfrutan de las viviendas que pagan los ex. Desde esta sentencia del Tribunal Supremo, ha aumentado el trabajo de los detectives privados en España.
Destaca Caminero la gran colaboración que existe entre los profesionales. »Hay mucho compañerismo: tenemos varios grupos de Whatsapp y donde no llega uno, llega el otro. Nos permite reducir costes si hay que hacer un trabajo en otras provincias e intercambiamos mucha información útil«. Menciona también la Red Azul, un plan de cooperación entre la seguridad privada y la Policía Nacional nacido en 2012 para aprovechar los recursos del sector privado en la seguridad pública, que se anticipa a riesgos, delitos y peligros.
«Lo más delicado de este trabajo es el tratamiento de las imágenes, tenemos que llevar la legalidad a rajatabla. Los informes se destruyen a los cinco años»
Miguel Ángel Caminero
Detective privado
Lo más delicado de su trabajo, indica, es «el tratamiento de las imágenes, no colisionar con la Ley de Protección de Datos y otras normativas, tenemos que llevar la legalidad a rajatabla, porque te quitan la TIP (Tarjeta de Identificación Profesional y no puedes trabajar». En este sentido, señala que son los únicos autorizados para grabar imágenes desde un coche cuando están en medio de una operación «y si tú me invitas a entrar en la redacción puedo realizar una 'oculta', pero siempre acorde a la protección de datos».
¿Qué ocurre después con el material grabado? Lo que no sirve porque no es pertinente para el caso «no se muestra y se destruye». Los informes se destruyen a los cinco años, según establece la Ley de la Seguridad Privada. «No podemos perder de vista que, aunque la grabación se realice en un parque público, la persona tiene su intimidad y nosotros lo estamos observando, pero estamos habilitados para ello con un fin concreto».
Defiende que su trabajo permite destapar todo tipo de fraudes y que contribuye al interés social. Pone de ejemplo uno de sus casos: la investigación a una persona que tenía el encargo de cuidar a una enferma muy grave y recibía una retribución por esa dedicación. Sin embargo, Caminero descubrió que puso a su pareja a hacer ese trabajo mientras ella se dedicaba a realizar y cobrar otras labores. «No solo estaba defraudando a la empresa, sino a todos. Además de aprovecharse de la vulnerabilidad de un familiar que estaba muy grave. Este tipo de investigaciones, fuera de lo policial, son una labor social en muchos casos y te dan mucha satisfacción porque te das cuenta del valor que tienen, aunque sea intangible y no se pueda medir». Otras veces, sus informes han permitido que las dos partes de un litigo lleguen a un acuerdo antes de entrar en la sala de vistas.
Pero si hay un caso que le viene a la memoria y recuerda con especial cariño es el de una persona nacida en Valladolid que contactó con él desde Estados Unidos para intentar localizar a su familia en España. «Consiguió finalmente saber de sus parientes y los motivos por los que fue dado en adopción, una vida que da para una película». Recibió un mensaje de agradecimiento a su labor, aunque no sabe cómo acabó esta historia. El caso que nunca aceptó es el de una mujer que llegó diciendo que sabía que su pareja la engañaba. El detective le preguntó que si lo tenía tan claro para qué necesitaba sus servicios. «Pues para que le hagan fotos y enseñárselas a su madre, que sepa la clase de hijo que tiene», le respondió.
«No se nos valora a pesar de que desde 1992 es una título universitario, hacemos un servicio que alguien tiene que hacer y llegamos donde nadie puede llegar»
Ricardo Vivas
Detective, criminólogo y profesor en la UEMC
Ricardo Vivas, que lleva 12 años dirigiendo AGI Agencia Global de Información en Valladolid, también ha tenido algunos encargos sorprendentes. «Aprendes todos los días y todos los días te sorprendes. hay casos a los que siempre te vas a negar, como entrar en los Whatsapp de la gente. Nos llegaron a proponer participar en un trío y subir con ellos a la habitación de un club para probar una infidelidad», relata. Profesor de Criminología en la Universidad Miguel de Cervantes, subraya que los asuntos de engaños amorosos son prácticamente residuales en su despacho, integrado por un equipo multidisciplinar en el que cabe desde un ingeniero informático hasta un psicólogo. «Nosotros casi ya no trabajamos con el cliente 'de Internet', nos centramos principalmente en empresas, mutuas y abogados. Digamos que se reducen a dos de cada diez casos». Priorizan las tecnologías. «Al final el detective es el único habilitado para poner cámaras ocultas, pero un ingeniero informático es indispensable para comprobar la instalación».
Las investigaciones muchas veces suelen deparar sorpresas y el que es sospechoso principal del cliente puede resultar inocente. «Muchas veces en una empresa se sospecha de un determinado empleado y luego no es él. En uno de estos asuntos que tuvimos, el autor de los hurtos no era el trabajador sino el hermano del jefe». Cuando se documenta el delito, informe se pasa al cliente y se pone en conocimiento de la Policía Nacional o Guardia Civil, se les entrega las imágenes y los detectives privados se apartan. En su afán por llegar a la verdad, utilizan todo tipo de estratagemas legales, como hicieron con el empleado de un concesionario. «El jefe de taller esperaba a última hora, apagaba un rato las cámaras y se llevaba piezas que luego vendía por Internet, así que quedamos con él en el párking de un supermercado. Mientras uno grababa todo, el otro hacía de comprador y hasta le regateábamos por una pieza que costaba 700 euros, se la sacamos por la mitad. Luego el empresario nos pagó también la pieza». Otros casos no son tan divertidos, como el de un padre que se bebió doce copas en un bar y mientras lo hacía dejó a sus hijos de 4 y 7 años encerrados en el coche a la puerta del local.
El profesor Vivas rompe una lanza en defensa de la profesión de los detectives que, recuerda, desde 1992 son una carrera universitaria «pero no se nos valora, cuando somos testigo-peritos cualificados y damos un servicio que no da nadie, que alguien tiene que hacer y que llegamos donde nadie puede llegar».
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