El compañero de piso del tiroteado en Valladolid: «Entró y me dijo que le habían disparado»

Los hechos ocurrieron al filo de las dos y media de la mañana, en plena franja horaria del toque de queda, cuando la víctima se encontraba en la calle, al parecer, rebuscando entre la basura para «ganarse un dinerillo». El caso es que en esas se supone que estaba cuando, según su versión, se aproximó un «coche blanco y grande» y uno de sus ocupantes efectuó, al menos, dos disparos contra él en la esquina de las calles Zorzal (donde vive) y Villabáñez, a la salida del túnel de Vadillos, del lado de la barriada del 29 de Octubre de Pajarillos. Los autores huyeron a continuación y la víctima llegó por su propio pie a su vivienda del primero piso del maltrecho bloque de viviendas del número 18 de Zorzal (pendiente de su rehabilitación en la próxima fase del programa de regeneración de la barriada). «Entró sangrando, me contó lo del coche y me dijo que estaba bien», prosigue el testigo, que alertó a los servicios de emergencia sobre lo ocurrido. «No me dijo nada más y tampoco creo que supiera por qué le habían disparado», añadió.

El escenario enseguida «se llenó de patrullas» y el herido, después de relatar lo ocurrido –con algunas contradicciones, al parecer, a juicio de los investigadores–, fue evacuado en ambulancia al Clínico. Presentaba dos heridas de bala en una mano y en el costado, según confirmaron fuentes de la Policía Nacional.

Lo ocurrido sacó a la luz la situación en la que malviven un grupo de inmigrantes africanos en una vivienda del primer piso del bloque de la calle Zorzal, situado en la esquina con Villabáñez, que se colaron en la vivienda hace «unos siete años», a raíz de la muerte de su última propietaria, y que ahora comparten a temporadas, en ocasiones, «seis o siete personas». Todo ello en una vivienda que está literalmente repleta de basura y chatarra, que tiene la luz enganchada en la entrada y en la que sus inquilinos malviven en cuartuchos separados por simples cortinas. «Está muy mal y llevo tiempo diciendo que a ver si lo limpiamos un poco», reconocía uno de los inquilinos, natural de Burkina Faso.

Los vecinos, y así lo confirman fuentes policiales, apuntan a un problema de fondo relacionado con el consumo, y la posible venta al menudeo, de drogas. «Cualquier día nos comen las ratas porque la casa está destrozada, con goteras al bajo –donde reside una pareja con tres niños pequeños– y todo el día nos encontramos con yonkis metiéndose de todo ahí o en el portal», relatan los vecinos, que aseguran que llevan años denunciando la situación. Los testigos, eso sí, aclaran que la víctima, Yirim, «es un chico tranquilo, muy fuerte y corpulento, que no se mete con nadie». Tanto él como sus compañeros de infortunio se dedican habitualmente «a recoger basuras o a tirar escombros».

El resto de residentes del bloque de Zorzal, cuyo mal estado ya de por sí es más que evidente, reclaman una intervención de los servicios sociales. «Algo tienen que hacer en esa casa», concluyen.