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Más de ocho meses tardaron los investigadores en identificar y vincular a los siete detenidos con el crimen de María Aguña, la viuda de 73 años que murió el 17 de octubre de 2018 en su piso del número 9 de la plaza de ... la Circular después de ser maniatada y golpeada por tres delincuentes, al negarse a facilitarles no solo la llave de la caja fuerte (simplemente la tenía guardada en el bolsillo de una chaqueta), en la que guardaba 223.000 euros y joyas, sino también a desvelar que fuera de la caja de seguridad ocultaba otros 76.200 euros en efectivo.
La clave para llegar a los sospechosos resultó ser algo tan nimio como un tique de la ORA, el que el conductor implicado sacó para estacionar una Renault Scenic en la calle Pérez Galdós mientras esperaba a los tres autores materiales de un robo frustrado que apenas duró quince minutos y en el que no olieron siquiera los 299.200 euros que había en la casa. Tanto es así, que según desvelaron ayer el jefe superior de la Policía Nacional, Juan José Campesino, y la delegada del Gobierno, Mercedes Martín, los delincuentes acabaron huyendo precipitadamente con «calderilla y cuatro joyas». Y nada más.
Pero para llegar a la resolución del caso, aunque aún con «algunos flecos» sueltos, los efectivos del grupo de Homicidios tuvieron que examinar «miles de fotogramas» de las cámaras de seguridad del entorno de la plaza de la Circular. Solo sabían, de entrada, que los autores materiales eran tres y que habían entrado a pie a la vivienda a las 13:00 horas de aquel 17 de octubre y salido y huido de nuevo a pie a las 13:15. La paciencia dio sus frutos y finalmente centraron sus sospechas en una Renault Scenic que había circulado por la plaza hasta en «tres ocasiones» antes y después del crimen. En las primeras pasadas iba ocupada por cuatro personas y en la última solo estaba dentro el conductor (se presupone que dejó a sus tres compinches cerca del domicilio). Y se fue a aparcar y esperar su salida en las inmediaciones.
«Primero se pidió a Renault detalles del año de fabricación de ese modelo en particular y después se solicitó a Tráfico los datos de todos los coches de este modelo matriculados en Valladolid». Por último, y ahí estuvo la clave, «se cruzaron estos datos con los usuarios de todas las máquinas de la ORA del entorno». Y hubo bingo. Una Scenic que un ciudadano español había vendido a otro de origen búlgaro estuvo aparcada en Pérez Galdós durante la ejecución del robo.
Los siete detenidos por el crimen de la Circular tenían antecedentes, si bien el historial más abultado pertenece al presunto «autor intelectual», el joven propietario de una clínica dental de Pajarillos, R. A. R., de 34 años, que tiene antecedentes por robos con violencia (tres), simulación de delito y falsedad documental. Su último arresto ocurrió apenas un año antes del crimen, en junio de 2017, cuando fue acusado del violento asalto a punta de pistola a una mujer para sustraerle su coche en el aparcamiento del Aldi de Arroyo. Ahora, en teoría, habría «urdido» el asalto a la vivienda de María Aguña por el que está acusado de homicidio, robo con violencia, detención ilegal y pertenencia a grupo criminal.
Después resultó que su titular era un familiar del sospechoso que finalmente fue detenido a mediados de diciembre (es el único de los siete arrestados que se entregó voluntariamente) acusado de ser el chófer del grupo. Después tocaba bucear en sus contactos a través de su móvil y sus redes sociales. Y así fueron saliendo a relucir los nombres de los otros seis sospechosos detenidos.
Solo uno era español, el titular de una clínica dental de Pajarillos, R. A. R., de 34 años, entre cuyos clientes figuraba un hijo de la víctima, al que los agentes «descartan completamente de su participación en el crimen». El caso es que a su dentista, que fue detenido el 10 de diciembre y que permanece en prisión, sí le acusan de ser el «autor intelectual» del robo que acabó en homicidio. «Está claro que tenía información de que había dinero en la casa y creemos que urdió el entramado contactando después con el grupo de origen búlgaro (todos los sospechosos, con él a la cabeza, tienen antecedentes)», añadió el jefe superior antes de aclarar que «tampoco sabemos si el hijo pudo decirle algo sin ningún tipo de mala intención».
Quizás supo que a María ya la intentaron asaltar tres delincuentes unos años antes. Los ladrones, en aquella ocasión, se hicieron pasar por policías y huyeron sin botín después de que ella se negara a darles la combinación de la caja fuerte. Aquel atraco generó una psicosis en la víctima, que blindó su domicilio y que «jamás abría la puerta a nadie que no fuera conocido o familiar».
¿Cómo lograron entonces los delincuentes burlar su desconfianza? Pues ese es uno de los flecos de la investigación. Uno de los sospechosos, el único que ha confesado hasta la fecha su participación, aseguró que los tres asaltantes fingieron que llevaba un paquete de Correos y que así lograron que abriera María. Una versión que ni creen los investigadores ni los hijos de la víctima. «Quizás tuvieran una llave, y de ser así esa es una de las incógnitas por resolver», apuntó Campesino.
El caso es que en el interior del piso, donde uno de los hijos encontró al día siguiente a su madre maniatada y sin vida tendida sobre el pasillo –la autopsia desveló que murió de una insuficiencia respiratoria causada por sofocación–, sí se recuperó una caja de cartón, en la que además se encontró una huella de uno de los sospechosos. Los tres asaltantes, que sí llegaron a tener la combinación de la caja fuerte (estaba apuntada en un cuaderno), no lograron encontrar la llave pese a que golpearon a una mujer de 73 años. «Revolvieron toda la casa y tampoco dieron ni con la llave ni con el resto del dinero», apuntó la subdelegada.
La huida del último detenido en el crimen de la Circular, G. E. K. (arrestado en la República Checa el 16 de enero), precipitó las detenciones del resto de sospechosos los días 9 y 10 de diciembre. El fugado, sin embargo, se fue de su domicilio en Valencia de Don Juan al llegarle una citación por un delito menor. «Sabía que tenía una euroorden de búsqueda por un robo en Bulgaria», apuntó ayer la delegada del Gobierno antes de confiar en su «pronta extradición» dado que lo habitual es que «los países europeos den prioridad a las peticiones por delitos más graves», como sería el homicidio en España.
Y huyeron, al final, al llamar el quiosquero de abajo al telefonillo al extrañarse de que 'Mari' no había bajado a por la compra que habitualmente le recogía él en su local. El propio testigo apuntó después que tres personas habían salido a continuación del portal. Y de este endeble hilo tiraron los agentes hasta resolver una investigación que ha durado la friolera de quince meses. Caso cerrado... solo con «pequeños flecos» aún por esclarecer.
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