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Acercar a soldados y cabos testimonios reales de personas a las que un grave accidente les cambió la vida, comprobar cómo afecta a los reflejos y de qué forma influye el consumo de alcohol entre hombres y mujeres. Y, sobre todo, concienciar de la importancia ... de un correcto comportamiento al volante y desterrar falsos mitos que 'ayudan' a reducir el grado de alcohol en el organismo.
Bajo esas premisas podría resumirse la jornada que ha tenido lugar este jueves en la base militar del Empecinado, situada entre los términos municipales de Santovenia y Cabezón de Pisuerga. 'Seguridad vial en Defensa de Todos', es el lema elegido en esta campaña que tiene como finalidad que los militares, también en su tiempo libre, mantengan los valores de disciplina por los que se rigen a diario en su trabajo.
El impacto de los accidentes de tráfico en el personal del Ejército de Tierra (conduciendo vehículos militares) es mínimo. «La siniestralidad es casi 0, porque somos mucho más exigentes en normas de disciplina de marcha, velocidad, paradas o consumo de alcohol, siempre cero», explica el teniente coronel Ángel Tomé, responsable de la Sección de Conducción y Seguridad Vial en Valladolid.
Ángel Tomé
Responsable de la Sección de Conducción y Seguridad Vial en Valladolid
El objetivo de formaciones como en la que hoy han participado 60 militares es fundamentalmente el de trasladar esa exigencia a su vida cotidiana. «Porque cuando los militares cogen el coche particular y actúan fuera del trabajo pasan a formar parte de las estadísticas nacionales. Cuando una baja se produce afecta a su círculo cercano pero también a su Unidad de procedencia», señalan desde la Sección de Conducción, organismo encargado principalmente de acreditar la aptitud de los militares para conducir distintos tipos de vehículos.
Conferencias, datos y estadísticas durante la mañana para que conozcan más a fondo las consecuencias en la comisión de infracciones de tráfico, pero lo que más emocionó a los asistentes fue el testimonio real de Mari Paz González, presidenta de la Asociación Española de Lesionados Medulares (Aesleme) en Castilla y León y del agente de la Policía Local, Aitor Martínez.
Ella tuvo un siniestro en el Camino Viejo de Simancas que le dejó desde entonces en silla de ruedas. Aquel 12 de mayo de 1995 cambió su vida y la de su familia. «Se juntaron varios factores, una carretera en mal estado, un coche viejo sin cinturones en la parte de atrás y un novel al volante», recuerda Mari Paz.
Junto a ella, el agente Aitor Martínez, vuelve al peor momento de su vida, aquel 25 de febrero de 2016, cuando fue arrollado en la ronda exterior de Valladolid por un camión. «El conductor iba mirando el WhatsApp», dice Aitor haciendo un esfuerzo al recordar de nuevo. Aquel siniestro le dejó graves secuelas físicas y psicológicas que pudo superar tras una dura recuperación. Jesús Negro, el ciclista con el que Aitor iba aquel día de ruta ni siquiera tuvo oportunidad, no pudo superar el impacto y murió como consecuencia del accidente.
Sus testimonios han sido fundamentales en un jornada que se ha completado de forma práctica al hacer ingerir alcohol a tres militares voluntarios para comprobar después cómo afecta en su organismo. Los cabos María Esther Grimau y Jonatan Cano ingirieron cuatro tercios de cerveza y el soldado Agustín Duque media botella de vino antes de ser sometidos a varios test de alcoholemia por el equipo de atestados de la Policía Local de Valladolid.
Los resultados de las pruebas (realizadas cada diez minutos) a los tres voluntarios fueron muy distintos. 0'32 de tasa de alcohol arrojó Cano; 0´48 la cabo Grimau y el soldado Duque alcanzó una tasa máxima de 0'29. «Es un ejemplo gráfico de cómo afecta el alcohol de forma desigual en función del sexo, la complexión física, la cantidad de masa muscular o líquido en el cuerpo», ha señalado el oficial de atestados, Alfredo Pérez, quien lidia a diario con conductores que han ingerido alcohol o drogas y se ponen al volante. «Hemos llegado a parar a personas con tasas en aire espirado superiores a 1'5», asegura.
Los agentes han explicado además cómo «sube el alcohol por tramos horarios» y cómo se tramitan las denuncias tras dar con resultados positivos de alcohol u otro tipo de sustancias. «Detrás del 60% de los accidentes que ocurren en carretera está el consumo de alcohol y drogas y el 90% de los accidentes son evitables. Seamos más conscientes», añade la presidenta de Aesleme, Mari Paz González.
Ejemplos que han servido de forma práctica para que personal del ejército de entre 20 y 55 años conozca de cerca los riesgos que pueden poner en peligro sus vidas y las de los demás en carretera, aunque también hubo espacio para comprobar la sensación de volcar con un vehículo. Gracias a una simulador de vuelco, 150 militares notaron 'in situ' los efectos de la gravedad, la importancia de la correcta posición e inclinación del asiento o el reposacabezas y del ajuste adecuado del cinturón de seguridad. Una vuelta de 360 grados en un turismo sirvió para que los participantes sintieran cómo se despegaban del asiento sin poder poner resistencia para impedirlo.
Estas actividades, tal y como señalan desde la Sección de Conducción y Seguridad Vial en Valladolid, se realizan con la idea de preservar lo más valioso para el Ejército, que es el personal, tanto dentro como del ámbito familiar.
La Sección de Conducción y Seguridad Vial en Valladolid que extiende este tipo de formaciones a las bases militares de Burgos, Pontevedra o León impartirá una jornada similar, de dos días de duración, el próximo 27 de octubre en la Base Mixta de Segovia.
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