Hay recuerdos, personas y momentos que se quedan grabados en la memoria para siempre. Algunos optan por utilizar la nostalgia con alguna canción o frase para revivirlos. Otros, sin embargo, prefieren llevar esos tesoros vitales grabados en la piel. Sergio Salas (Valladolid, 1977) lleva desde ... 2008 poniendo mente, cuerpo y arte a trabajar para dar vida a estos instantes en la piel de clientes que, en algunos casos y tras compartir tiempo y vivencias en la camilla, se han convertido en amigos. Desde 2012, su estudio 'Time 4 Line' de la calle Cánovas del Castillo encierra horas y horas de historias fraguadas con aguja y tinta.
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-¿Qué hace falta para ser tatuador?
-Lo más importante para ser tatuador es amar la profesión y que te guste el arte. También se debe tener un poco de habilidad con las personas, porque esto no es solo trabajar tu arte en soledad, sino que tienes que compartir muchas vivencias con muchas personas que van a confiar en ti para conseguir plasmar lo que ellos quieren llevar en su piel. Y eso es algo para toda la vida.
-¿Cuál es el proceso para dar vida a un tatuaje?
-Lo primero es ponerse en contacto, ya sea viniendo a la tienda o por redes sociales, y comentarnos la idea o lo que el cliente tenga en mente. Después vamos viendo si lo que ellos tienen en su mente es viable para transformarlo en tatuaje y empezamos a trabajar para ver cómo lo podemos plasmar, buscando el estilo que mejor se adapte a lo que buscan.
-Con tanto años de experiencia...¿Hay algún tatuaje que se le haya quedado grabado en la memoria?
-No hay ninguno que recuerde con más cariño que otros porque ha habido mucha gente que ha afrontado momentos complicados como pérdidas de seres queridos y, para cada persona, su tatuaje, sea grande o sea pequeño, espectacular o no, tiene mucha importancia porque tiene una historia detrás. Sí recuerdo con cariño y aprecio a muchas personas que han pasado por aquí porque al final el trato es muy personal, muy directo. Entonces al final muchos clientes se convierten en amigos.
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-¿Y alguno especialmente complicado de plasmar?
Sí, alguno hay. Recuerdo ya hace algunos años un tatuaje de un cliente que tenía un viaje de negocios y se quería tapar un tatuaje que tenía en el brazo. Hicimos una sesión de 12 horas seguidas para conseguir taparlo y que pudiera ir a ese viaje y a esa reunión de trabajo con el tatuaje tapado. Estar doce horas concentrado y sin parar para que el cliente pudiera llevarse el brazo hecho...fue duro.
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-El tatuador también va tatuado...¿Hay alguno más especial para usted?
-Al final, como te comentaba, especiales son todos. Los que se hace uno, también he tatuado a mi mujer...Pero llevo uno en el tobillo que para mí seguramente es el más especial. Es el que me hizo mi hija con ocho años. Ella me hizo el dibujo y le pregunté que si me lo tatuaba. Y así, una cosa llevo a la otra y cogió la máquina y me lo tatuó.
-Además del de su hija, en el estudio no falta arte...
-Sí. Aquí tengo muchos dibujos de tatuajes ya completados. También hay varios diseños, algunos son míos, aunque también otros que me gustan de otros tatuadores. Por aquí también tengo una curiosidad que me regaló un cliente que trabajaba de funcionario de prisiones. Un día mientras hablábamos me comentó que habían requisado una máquina de tatuar en la cárcel. Y cuando me la enseñó me quedé flipando. Me parece increíble que pudieran armar eso ahí dentro. Me pareció tan curioso que, cuando le pregunté si podía quedármelo como curiosidad y desde entonces lo tengo aquí enmarcado.
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Desde 2008 que empezaste...¿Te han hecho alguna petición peculiar?
Bueno, peculiares muchas [sonríe]. Pero hay un cliente muy especial que ya ha venido varias veces y le tengo mucho cariño. Siempre me pide cosas muy especiales. Por ejemplo, en uno de los tatuajes que le hice se tatuó un personaje de una película de los Monty Python que se llama 'Los Caballeros de la Tabla Cuadrada'. Se quería hacer el personaje del guerrero que está luchando y le van cortando un brazo, una pierna, la otra y ya solo con el busto. Se tatuó primero el busto, pero luego se ha ido tatuando también las extremidades separadas en varias partes del cuerpo. Además recuerdo alguno que otro así más curioso como un oso de agua, por ejemplo.
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-Y estos tatuajes, al ser menos comunes, son más difíciles de diseñar...
-Pues sí. Hay clientes que te ponen retos y es muy bonito conseguir plasmar lo que ellos quieren. Te sacan de tu zona de confort y es agradable esforzarte para conseguir algo nuevo y diferente. Ahora mismo por redes sociales hay muchas cosas que son como muy parecidas, por no decir casi copias unas de otras. Entonces es bonito que te llegue un cliente y te dice: «quiero esto», y no hay ninguna referencia, ni nada de donde guiarse. De ahí siempre salen cosas muy curiosas también.
-En los últimos años han surgido muchos estudios de tatuaje en la ciudad...¿cuál es la clave para diferenciarse?
-No me gusta mucho hablar de los demás porque cada uno tiene su forma de trabajar. La nuestra siempre ha sido como un negocio familiar, con un trato familiar. Nos gusta tratar cada trabajo y cada cliente con cariño y mimo. No queremos ser una fábrica de tatuajes. Intentamos plasmar lo que ellos quieren más que luchar por conseguir la foto perfecta para Instagram o redes sociales. Esto lo que hace es generar ese vínculo con la persona en cada tatuaje. Si una persona viene a hacerse la espalda entera o trabajos de un brazo o una pierna, son muchas horas juntos. Muchas horas de conversación. Y al final hay clientes con los que surge un vínculo que hace que, en algunos casos, se acaben convirtiendo en amigos.
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