El juez de lo Penal 3 de Valladolid le condenó a cinco años de prisión y dos de libertad vigilada, y le prohibió comunicarse o acercarse a sus víctimas durante cuatro años. Además le impuso una indemnización, para dos de ellas, por los daños morales, de 1.000 euros, respectivamente.
El primero de los hechos ocurrió en mayo de 2015, cuando una de las denunciantes, de 16 años, con una amiga de esa edad, acudió al domicilio del acusado para hacerse un «piercing» en un pezón. En un momento determinado, el tatuador manifestó que se había hecho un pendiente en el glande y «sin pedir consentimiento alguno, exhibió el pene ante las dos menores», refiere la sentencia. Después volvió a aplicar crema anestésica cinco veces a la menor en el pecho y se masturbó, ante el estupor de la otra testigo.
Rodillazo
Entre el 27 y el 20 de diciembre de ese año, otra joven, con quien tenía cierta amistad el acusado, acudió al domicilio de este para hacerse un «piercing» en el ombligo. Él le manifestó que quería hacerse uno en el pene, que exhibió y se puso a masturbarse e intentó bajarle el pantalón. Ella le propinó un rodillazo en los genitales y se marchó, aseguró en la vista oral.
La agresión más reciente y que permitió destapar los otros dos casos anteriores gracias a la iniciativa de la propia víctima, subraya la sentencia, fue el 28 de junio de 2018, en el estudio de tatuajes, donde acudió con una amiga para hacerse un dibujo en un costado. Aprovechando la posición de la chica, el acusado se sacó sus genitales frotándose contra ella y llegando a eyacular en el pantalón de la joven.