Talento

Ya sabemos que España fue, y sigue siendo, un país de emigrantes que cosecharon fama de buenos profesionales. Más de una vez habré contado que de mi barrio salieron vecinos y amigos que apretaron tuercas en Alemania, hicieron camas en hoteles suecos y fregaron platos en Gran Bretaña. Es cierto que la mayoría lograron sobrevivir a pesar de tener poco más que los estudios primarios, pero lo de los científicos es más grave porque todos hemos apoquinado impuestos para formarlos, y ahora son los países de acogida los que aprovechan su talento mientras nosotros pagamos en divisas lo que descubren.

Por eso aplaudo sin reservas cualquier iniciativa para que los 'tomases' vuelvan a casa y, parafraseando a don Miguel de Unamuno, digo: «que inventen ellos». Pero aquí.