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La Unión Europea ha dado el pistoletazo de salida a su estrategia de descarbonización y empresas y territorios se ponen las pilas para subirse al carro del futuro eléctrico. Valladolid quiere ser una de las primeras y ha captado la inversión de una empresa india ... que, tras entrar en el mercado de los autobuses eléctricos en el Reino Unido, se prepara para dar el salto al continente.
La fábrica de autobuses eléctricos que la empresa Switch Mobility va a construir en Valladolid verá colocada su primera piedra el día 27 de enero de 2022 y tiene un plazo de ejecución de menos de un año, de manera que prevé poner en el mercado sus primeros vehículos a finales de 2022. La firma anglo-india invertirá 100 millones de euros en los próximos diez años en el proyecto, que creará 2.000 empleos directos y otros 5.000 inducidos, según la información proporcionada por Andy Palmer, consejero delegado.
En una primera fase, la planta vallisoletana montará los autobuses de la cuarta generación de la marca para a continuación producir vehículos G5 y, en 2024, ampliará el espectro de clientes con la fabricación de furgonetas eléctricas. La empresa se marca el objetivo de alcanzar una producción de 50.000 unidades al año.
El responsable de Switch Mobility expresó el compromiso de la empresa de contar con empleados locales, tanto para la mano de obra de la cadena de montaje como para la parte de la plantilla que trabajará en puestos de alta cualificación, en el departamento de I+D. Palmer dedicó elogios al talento existente en la comunidad autónoma en el sector de la ingeniería industrial. También insistió en el planteamiento de la empresa de apostar por el ecosistema industrial de la automoción existente, como parte de su estrategia «no comprar nada de China». En la actualidad, la firma adquiere las baterías en Austria, a la vez que sigue de cerca los planes de la UE para que el 70% de las baterías se produzcan en Europa en 2026. Palmer hizo hincapié en que el grupo industrial indio tiene una arraigada cultura de la inclusión y el respeto por las relaciones laborales, apuesta por la formación continua de la plantilla y mantiene buenas relaciones con los sindicatos.
El fabricante que ha elegido Valladolid como centro de operaciones para su negocio en la Unión Europea es una empresa creada por la compañía de automoción india Ashok Leyland, que es el cuarto mayor fabricante de autobuses y vehículos comerciales ligeros del mundo tras adquirir la británica Optare, dedicada a la producción de buses eléctricos. La unión de ambas, Switch, veía la luz en 2014 centrada en el Reino Unido y el año pasado arrancaba Switch Mobility para dar el salto a los mercados con el volante a la izquierda.
La firma india, con 73 años de historia, es una compañía pública propiedad en un 92% del Estado, mientras que el 7% está en poder de la familia Hinduja y el 1% restante es de un fondo de inversión. Tiene un valor de mercado de 1.600 millones de dólares y cuenta con factorías en Chennai (India) y Leeds (Reino Unido), donde la parte británica tiene diez años de experiencia en movilidad eléctrica.
Hace siete años que Switch introdujo los primeros autobuses eléctricos puros de fabricación británica en las calles de Londres y, desde entonces, ha puesto en circulación 300 vehículos enchufables que acumulan más de 50 millones de kilómetros en cerca de 40 países.
La planta vallisoletana de Switch montará un modelo de autobús urbano de carga rápida, que funciona con baterías de iones de litio de nueva generación que se cargan completamente en dos a tres horas. Mide 12 metros de longitud y puede cubrir entre 200 y 300 kilómetros con una sola carga. Se trata de un bus modular que puede equiparse con diversos paquetes de baterías, según las necesidades del cliente y toda la producción irá destinada al mercado europeo, «muy interesante por los objetivos que ha fijado la UE para la descarbonización». Sin embargo, la empresa no descarta llevar hasta el mercado latinoamericano los autobuses urbanos que monte en Valladolid.
«Uno de los valores añadidos de nuestros vehículos es la ubicación de la batería, que al contrario de lo que es habitual no está debajo, sino detrás. Esto nos permite diseñar autobuses con el suelo bajo, de menos peso y baja resistencia», ha detallado el CEO de la compañía, que también utiliza tecnología de la escudería Williams de Fórmula 1.
También habrá en Valladolid un centro de Investigación y Desarrollo (I+D) que trabajará en comandita con el británico para diseñar la próxima generación de vehículos eléctricos. En una segunda fase a partir de 2024, las instalaciones serán adaptadas para la fabricación también de furgonetas eléctricas.
Según ha explicado Palmer, la elección de Valladolid se fundamenta en el interés mostrado por las tres administraciones, la central, la autonómica y local, así como en la posibilidad de beneficiarse del PERTE del vehículo eléctrico. «Hemos tenido muchas propuestas, pero España ha trabajado más duramente para atraer el proyecto que todos los demás», ha señalado el directivo, quien ha asegurado que «los incentivos son secundarios; a Switch le importa sobre todo la posibilidad de contar con mano de obra cualificada, la existencia de empresas suministradoras de componentes, la competitividad que proporciona unos bajos costes logísticos, así como la oportunidad de estar en un país dispuesto a demandar los productos».
La empresa trabaja con un estándar de emisiones netas de carbono cero, algo que supone «un paso más allá que las emisiones cero, ya que no se trata de eliminar el tubo de escape de los vehículos, sino de ser más audaces, elevar el listón y que todo el proceso productivo sea sin emisiones». El coste de fabricación, más elevado que el de uno de combustión, «es en realidad barato si lo que se contempla es el ciclo completo de vida del autobús con todo su consumo, además de su neutralidad con el medio ambiente», ha comentado.
Switch Mobility, que cuenta con una cuota de mercado del 40% en la India y del 30% en el Reino Unido, prevé que una vez completada la inversión total en la fábrica de Valladolid ésta contará con una capacidad productiva de 50.000 vehículos anuales, entre buses y furgonetas. «Será una fábrica cuyas dimensiones se acomodarán a la ambición de las autoridades», señaló Palmer, que espera que la fábrica se beneficie de las inversiones que realizarán las administraciones locales de España y de toda Europa para electrificar sus flotas de vehículos de transporte urbano.
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