MIRIAM CONDE
Martes, 2 de julio 2019
Que un encierro campero tiene sus riesgos es obvio, incluso para caballistas tan experimentados como José Ángel Martín 'Cañero', ganador del torneo del Toro de la Vega en 2007. En el último día de las fiestas de Siete Iglesias de Trabancos, el pasado ... domingo 30 de junio, un estribo roto acabó con él en el suelo y con un susto importante para los compañeros que le acompañaban. Todo quedó registrado por Guillermo Rodríguez, otro habitual de los encierros de la provincia. Rodríguez, motero y caballista experimentado, salió como cada encierro con su cámara asentada en el casco para no perder detalle de la jornada.
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Las imágenes muestran cómo una veintena de jinetes acudieron rápidamente a la escena cuando se percataron de que Cañero se había caído de su yegua. Ante las incrédulas miradas de los participantes, que comenzaron a gesticular para llamar la atención de la ambulancia, Guillermo Rodríguez bajó del caballo y colocó al herido en posición fetal. «Cuando vi a Cañero inconsciente, no dudé ni un segundo en ayudarlo para evitar que se quedase sin respiración», afirma. La fortuna quiso que él fuera uno de los más cercanos al lugar del incidente, y es que Rodríguez tiene conocimientos sanitarios. «Es la segunda vez que ayudo a alguien en este tipo de encierros. Yo trabajo en la residencia de mayores en Pozaldez y estoy acostumbrado a atender a los pacientes», cuenta. No es la primera vez que tiene que echar una mano en circunstancias similares. El pasado 9 de septiembre, en uno de los encierros de Medina del Campo, en San Antolín, un joven salió accidentado al caer de su caballo contra un pino. «Le pregunté si necesitaba ayuda y esperamos hasta que vino la ambulancia», comenta acongojado.
Mientras Cañero se encontraba inconsciente, el toro campaba a sus anchas por los alrededores ante la atenta respuesta de los caballistas, que intentaban despistarlo. «Llegó a pasar a pocos metros del accidentado», recuerda Guillermo. En el vídeo se aprecia perfectamente el momento en que Rodríguez se gira para comprobar por dónde se encuentra el astado.
Cuando recuperó el conocimiento, le administraron paracetamol en vena y, en unos minutos, se levantó y continuó montado en su yegua. «Me acuerdo de todo. Se me rompió el estribo y perdí el equilibrio», comenta Cañero, que ya ha sufrido algún que otro percance en el pasado. «Yo soy un profesional y voy a seguir participando en los eventos taurinos», afirma.
En este tipo de encierros es habitual la participación de gente experimentada como Cañero, con muchos años a la espalda como caballista. Eso les permite reaccionar, al menos, con la debida agilidad para evitar males mayores. Fue su caso. «Me agarré al cuello de mi yegua. Gracias a ella hoy lo puedo contar», explica el salmantino.
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Pepe Mayoral, ganadero, explica que las caídas en los encierros camperos son habituales. «Percances hay siempre al trabajar con animales. A Cañero se le rompió uno de los estribos y se desequilibró. Al caer, quedó conmocionado». Los participantes son profesionales y saben a lo que se arriesgan al subirse a un caballo y enfrentarse al toro. Siete Iglesias de Trabancos acoge cada año este tipo de encierros y cientos de convecinos disfrutan del espectáculo de los caballistas, que se repite en otras localidades como Portillo, en Tierra de Campos o Medina del Campo. Y es que en la provincia se celebran cada año entre 500 y 600 festejos populares, en su mayoría encierros, según los datos que cada año aporta la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León.
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