Jesús Anta, durante una presentación de una de las publicaciones sobre Valladolid de las que es autor. Rodrigo Jiménez

El Escaño 82

Políticos hechos de pasta de coherencia

Jesús Anta pertenecía a un prototipo de dirigentes que hoy no se lleva, que podía tener adversarios electorales, pero nunca enemigos y que no practicó el rencor con el que ahora se conducen cargos públicos de peso

Susana Escribano

Valladolid

Sábado, 1 de febrero 2025, 17:09

Ha muerto esta semana Jesús Anta Roca, en una madrugada de luto junto al Pisuerga porque se apaga la voz de gente de valía y se van de dos en dos. Mueren a pares. Casi a la vez que quien fue concejal en Valladolid ... y diputado provincial de Izquierda Unida, contador de historias y cronista de calles y gentes, fallecía José Carlos Pastor, médico empeñado en avivar miradas, catedrático de Oftalmología, investigador y fundador del IOBA, instituto referente en el cuidado de los ojos.

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Al doctor Pastor le trató con asiduidad Ana Santiago, firma de solvencia en información sanitaria en El Norte. «Humano, profesional, trabajador, muy familiar y muy de los suyos. Conoció demasiado bien las trabas de la envidia», recoge en un obituario que cierra con una frase: «La deuda con él es grande». Ahí lo deja. Sentencia de pocas palabras. Directa. Con destino a buen entendedor.

José Carlos Pastor y Jesús Anta cierran trayectorias diferentes pero compartían un modo de desenvolverse en la vida, el de la coherencia. Del doctor Pastor se deduce de lo que escribe Ana Santiago. De Jesús Anta puedo afirmarlo en primera persona, porque yo cubría las informaciones de los pueblos, de la provincia y de la Diputación de Valladolid en la etapa en la que fue diputado de IU.

Anta persiguió mejoras para el barrio de La Rondilla desde el movimiento vecinal, curró en el banco y defendió los servicios públicos, siempre con propuestas, desde el pleno del Ayuntamiento y bajo el artesonado del Palacio de Pimentel que acoge los de la Diputación. Y terminada esa etapa de político, entre 1991 y 2003, volvió a la sucursal. Lo pudo hacer, entre otras cosas, porque tenía trabajo al que volver. Parece una obviedad, pero no lo es. En la política se hace casi de todo por seguir cobrando una nómina de cargo público ante la opción del paro, de tener que buscar un trabajo. Pasaba antes y pasa ahora, con dirigentes con una vida laboral de afiliación a la Seguridad Social pareja a la afiliación al partido político. Sin empleo conocido fuera de la cosa pública.

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Ese no era el caso del Jesús Anta político, que pudo aplicar la coherencia antes, durante y después de bajarse del cargo público, porque también eso es hacer política, decidir dejar paso y cambiar de plano. El obituario que ha firmado Javier Asua desmenuza cómo bordó su reinvención como cronista de calle, porque nos hizo disfrutar con sus artículos en El Norte sobre curiosidades de la ciudad y la provincia y con sus crónicas del callejero, llenas de historias, de tipos, de gentes... Minucioso y afable, con un resultado en el que se notaba cómo disfrutaba con el cometido.

Jesús Anta, Javier León de la Riva y Ángel Velasco posan para El Norte en el inicio de la campaña electoral de las municipales de 1999. Ramón Gómez
El doctor José Carlos Pastor, retratado por Gabriel Villamil en 2018 Gabriel Villamil

Anta pertenecía a un prototipo de dirigentes que ahora no se lleva y, con independencia de ideas, es una lástima. Personas que se curraban los asuntos, aún a sabiendas de que no iban a prosperar porque no disponían de mayoría. Gente correosa en el argumento, pero intelectualmente formada y educada en las formas. Que podía tener adversarios electorales, pero nunca enemigos, que no practicó el rencor con el que se conducen hoy los que en esos años eran pipiolos de las facciones juveniles de partidos varios.

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En los tiempos en los que Anta hacía política, con un PP mayoritario en la Diputación de Valladolid, habría sido casi imposible, por poner un ejemplo, que en una votación se rechazara una, dos, tres veces una ayuda económica para los enfermos de ELA, como ha sucedido en las Cortes de Castilla y León en los últimos tiempos.

Así ha cambiado la política y los políticos. Y la sociedad, que somos todos. Hemos pasado del imperio del sentido común y la coherencia a la ética variable aplicada a las instituciones y a la gestión pública que no se discute ni se rebate para no molestar al de arriba. Porque, a lo mejor, no hay sucursal de banco, o factoría de Renault, o aula de colegio a la que volver si te plantas y preguntas en alto por qué votar 'no' a una ayuda a la ELA.

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Más 'Antas' y más 'Pastores' y menos profesionales del oportunismo y mudos que les sirven de apoyo por no alzar la voz.

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