La UVA subasta un piso heredado en primera línea de playa en Benidorm

Tiene un dormitorio con dos camas individuales, una cocina «independiente», un baño «semirreformado hace quince o veinte años», un salón-comedor amplio, pero desangelado, y una terraza «bastante grandecita» con vistas al mar. Así es el piso que la Universidad de Valladolid (UVA) heredó «por sorpresa» en Benidorm, en primera línea de playa, frente al arenal de Poniente, y que ahora, dos años después, subasta por una tasa de licitación de 235.891,54 euros. «A la Universidad no le interesa para nada tener patrimonio allí», sostiene la vicerrectora de Economía, Elena Escudero.

Esta fortuita y «curiosa historia» se remonta a 2017, cuando la UVA recibió una llamada procedente del Reino Unido. Al otro lado del teléfono estaba María Dolton, una abogada natural de la localidad burgalesa de Aranda de Duero que ejerce la profesión en Gran Bretaña, donde reside con su familia. La letrada les informó que iba a remitirles una «copia» del testamento otorgado por la británica Elizabeth Guillén, en el que se hacía constar que se «delegaba» a la institución académica la gestión de un apartamento ubicado en la Avenida de la Armada Española, número 20, en el edificio Acapulco del municipio alicantino.

Cuando Escudero asumió la cartera de Economía el año pasado, una de las «primeras cosas» que hizo, dice, fue investigar para «ponerse al día», pues era una cesión recibida del anterior equipo de gobierno de la universidad. Querían saber quién era la persona que había donado a la UVA el piso y por qué. La herencia era toda una encrucijada. El matrimonio formado por el periodista Alfonso Guillén Medrano y Diana Elizabeth Guillén, los propietarios del inmueble, veraneaba cada año en Benidorm. Alfonso Guillén falleció y el patrimonio de ambos fue a parar a su esposa. Sin embargo, cuando ésta murió, en el testamento avaló la cesión de todos sus bienes y propiedades al arzobispado de la Diócesis de Southwark, ya que «eran muy creyentes y no tenían hijos a quien dejárselo».

Ahí fue cuando María Dolton, la abogada de los Guillén, entró en juego. Comunicó a la sede eclesiástica que, entre los bienes legados, había un piso de sesenta metros cuadrados y una cuenta bancaria en España. Al estar en otro país, la tramitación era «un poco compleja» para el arzobispado, por lo que les sugirió cederlo «a una institución pública española que se dedicara a la cultura».

Delegar la herencia a la Iglesia o a una entidad «que fomente el progreso de la sociedad» es una práctica «muy habitual» en Reino Unido. Según relata la vicerrectora de Economía, desconocen por qué se decantaron por la UVA, pues los Guillén no tenían «ningún tipo de vínculo con Valladolid». «Intuimos que María Dolton pudo estudiar aquí y por eso lo propuso, pero no estamos seguros de ello», reconoce. En contraprestación, lo «único» que la abogada solicitó fue la instalación de una placa en señal de agradecimiento. Así fue. Dicho y hecho.

Una vez formalizada la escritura, en noviembre del año pasado, la entidad académica contactó con un perito para tasar el inmueble. La respuesta fue contundente: «en primera línea de playa, 235.900 euros». Sin embargo, empleados de la inmobiliaria encargada de enseñar el interior del apartamento aseguran que el precio es «superior» a los que se ofertan por la zona. Tal y como afirman, un piso con dos dormitorios y plaza de parking numerada –el subastado por la UVA cuenta con aparcamiento, pero sin numerar– «se está vendiendo por 190.000 o 200.000 euros».

Sea como fuere, la cantidad que la Universidad perciba por la licitación irá destinada a «pagar todas las tasas» y, el montante restante, a «financiar y reforzar» proyectos de investigación y a «sacar algún tipo de becas para alumnos». «Esa es nuestra idea, pero la cuantía exacta no la sabemos», reitera Escudero.