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Reuniones con inversores, contactos con grandes empresas y tres mil expertos a disposición para responder a cualquier pregunta. Son las recompensas a las que tiene ... acceso Carmen Escaño, vallisoletana y cofundadora de Nuniq, una empresa de cosmética sostenible que busca soluciones en envases sin plástico y productos no tóxicos fundada en 2021. Estos premios los ha conseguido después de ser seleccionada por el programa MassChallenge Suiza, un acelerador de startups a nivel mundial y en el que este año han participado 1.220 propuestas de todo el mundo. De ellas, solo 112 han accedido en el programa, que se desarrolla en la ciudad de Lausana hasta octubre.
«Arrancamos hace unas semanas y la experiencia ya ha merecido la pena por los contactos que hemos hecho», explica Escaño desde Suiza, donde reside desde 2018. Entre las nuevas relaciones destacan cinco expertos que han seleccionado con el objetivo de captar inversión y expandir su mercado, ya que por el momento solo funcionan en Suiza. «Nuestra intención a partir de octubre es vender en Europa y, por supuesto, también llegar a España», comenta la cofundadora de este negocio, que de momento es 'on line', con una tienda boutique en las ciudades de Lousana y Ginebra.
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Para acceder al programa han superado dos rondas donde han defendido su proyecto ante un tribunal de doce personas. La primera prueba la superaron 500 startups, mientras que después de la segunda solo restaban las 112 que finalmente han accedido al programa. «Además, había dos criterios que cumplir. El impacto de sostenibilidad que puede generar y la capacidad de las personas que hay detrás de cada empresa para conseguirlo. Este año todas tienen un valor medioambiental y de sostenibilidad», comenta Escaño. También Nuniq.
Escaño define la empresa que fundó junto a Silvia Márquez como una de cosméticos «súper limpia» con el medio ambiente. «No queríamos que el consumidor dejará atrás su belleza por no utilizar productos tóxicos. El uso del plástico en la industria cosmética es desmedido -120 billones de envases al año- y es un material que no tiene retorno de la inversión», expresa. Su startup se sirve de envases reutilizables de cristal y aluminio que el cliente puede rellenar las veces que quiera. «Enviamos el producto en una bolsa que luego el cliente verte en el bote. Además, contamos con un sistema de suscripción con el que cada cierto tiempo enviamos el artículo», expresa la cofundadora.
Además de la sostenibilidad de sus productos, otro de los factores diferenciadores radica en cómo los clientes los consumen. «Muchas veces nos encontramos con el mismo artículo, se cambia algún aspecto de la composición y ya es concreto para un tipo de piel o de cabello», explica la cofundadora. Para no acotar cada producto a un solo tipo de persona, ofrecen un champú básico al que luego se le pueden añadir diferentes 'booster' (potenciadores), como los definen en su página web. «Son unos botes que, con una pipeta, el cliente puede añadir a su producto y por ejemplo obtener un producto que sea más hidratante o que tenga unos beneficios más acordes con sus necesidades», comenta Escaño.
Ahora cuentan con una línea de cabello, con champú y acondicionador, con la intención de lanzar una nueva para cuerpo, crema de cara, limpiadores y jabón de manos para 2025. Este plan de futuro continúa un camino comenzó en 2020, cuando Escaño trabajaba en Philips y donde se realizó un programa de startups dentro de la empresa. Después de esta experiencia conoció a Silvia. «Prácticamente éramos vecinas, y cuando vives fuera y conoces a alguien de España, pues empiezas a hablar. Las dos nos enmarcamos pronto en la línea de empezar una empresa y aunamos las dos partes diferenciadoras de cada una. Ella la parte cosmética y yo la de innovación», explica.
Dos años después de su creación, las dos fundadoras se mantienen como las únicas trabajadoras de Nuniq. «Sigue siendo una empresa pequeña, tenemos que subcontratar a personas para que lleven temas como la contabilidad. Ahora nos ponemos todos los sombreros, pero nuestra intención es aumentar la plantilla y que el equipo crezca», concreta.
El camino de Carmen Escaño inició en el centro de Valladolid, donde pasó su infancia y adolescencia. Para cumplir su pasión estudió Ingenieria en Diseño Industrial en la UVA hasta 2004 y después comenzó un Máster en Milán en el Instituto Europeo de Diseño. Desde entonces, su vida ha estado fuera de España. «Trabajé unos años en Italia, volví a Madrid y desde entonces he estado siempre fuera», relata. En 2011 marchó a Singapur por trabajo, mismo motivo que la llevó en 2016 a Amsterdam y finalmente a Suiza en 2018, donde nació Nuniq. Ahora, con 41 años, es la cofundadora de esta empresa que busca «tener un impacto positivo» para el planeta y para el consumidor.
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