Los vecinos del número 10 de la calle Esla de Laguna de Duero han recuperado la tranquilidad tras meses de zozobra por los enfrentamientos habituales que mantenían con un propietario que acumulaba materiales y enseres en la vivienda, así como por la falta de ... higiene en el piso y comportamientos incívicos.
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A las nueve en punto de la mañana, personal del Ayuntamiento, Policía Local y personal sanitario, alcalde y concejal de Medio Ambiente se presentaron en el inmueble para cumplir la orden del Juzgado de Instrucción número 1 de Valladolid con el objetivo de que el Consistorio vaciara la vivienda a fin de mantener los niveles mínimos de salubridad.
«Han sido meses de verdadero infierno con alertas constantes por el fuego que encendía dentro de la vivienda y los enfrentamientos que manteníamos con él cuando le reprochábamos su actitud», explican los vecinos. Pero la tranquilidad comenzó a instalarse de nuevo en el vecindario cuando el juez ordenó el ingreso en prisión del propietario por amenazas. Desde entonces, de eso hace un mes, la convivencia pacífica entre los vecinos volvió a la comunidad y solo faltaba recuperar la salubridad de la vivienda, «porque con el calor del verano había malos olores en la escalera», comenta otro propietario, quien añade que, al menos, dejó todas las ventanas abiertas. Aun así, la comunidad de vecinos todavía no se muestra del todo tranquila porque le falta por saber cómo terminará todo este conflicto, ya que aún están pendientes de resolución numerosas denuncias, y desconocen dónde se instalará el propietario cuando abandone la prisión.
J. L. T., iniciales que corresponden al dueño del inmueble, almacenaba en su vivienda, que tampoco tenía electricidad, muebles viejos, maderas y numerosos enseres, provocaba humedades a los vecinos de las plantas inferiores y además encendía fuego en casa con el riesgo de sufrir un incendio por la cantidad de materiales combustibles que guardaba. Los bomberos acudieron en varias ocasiones a la llamada de los vecinos.
Desde finales del pasado año, cuando comenzó a surgir el problema, las comunidades de vecinos de los números 8, 10 y 12 de la calle Esla comenzaron a movilizarse para lograr una solución al problema y, entre otras acciones, recogieron más de 3.000 firmas. Lo curioso del caso es que este vecino no era nuevo en el inmueble.
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Vivía en él desde que se construyeron las viviendas, hace unos 20 años. «Con él ha vivido siempre su madre, que era una magnífica vecina y nunca hemos tenido problemas con ella. Pero ingresó en una residencia y desde entonces la convivencia con el hijo se fue deteriorando cada día más», resumen los vecinos.
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