El sitio de su esparcimiento

Una mesa. No lo olvide. Ese tiene que ser su objetivo porque las barras están 'confinadas' hasta nueva orden para evitar aglomeraciones y ni siquiera se puede ir a pedir al camarero. De hecho, algunos establecimientos han optado por retirar los taburetes porque los clientes se sientan por inercia. Lo más prudente es esperar en la mesa a que le atiendan, o si todavía no ha encontrado su sitio, aplicar la paciencia hasta que haya hueco o, en su defecto, buscar en la siguiente terraza. De oca en oca, y tiro porque me toca. Esa va a ser la tónica durante unas semanas porque los interiores de los negocios están reservados para los empresarios, camareros y cocineros. Ellos saldrán a atenderle.

Y si los vecinos han llenado las terrazas durante toda la semana, entre otras razones porque las mesas tienen que estar situadas a dos metros de distancia entre sí, las reservas baticinan dos intensos días en aquellos establecimientos que han esperado para abrir sus puertas.

Uno de los lugares de recreo que se ha reactivado en los últimos años en la capital es la dársena del Canal de Castilla en el barrio de La Victoria. Mientras que César Garrote esperará a la fase 2 para abrir su establecimiento Costa del Piñón porque «como ha dicho Martín Berasategui, no me salen las cuentas», los clientes volvieron a pisar ayer el césped del restaurante La Maruquesa. Francisco Requejo tiene reservas desde el jueves de la pasada semana para comer y cenar el sábado y domingo, en un espacio que aporta como atractivo su proximidad al Canal de Castilla. Ha podido instalar mesas con capacidad para unas 50 o 55 personas. Este restaurante especializado en pescados y arroces ha adaptado los platos en raciones pequeñas para aquellos que no quieran compartir por el temor a la amenaza de un virus que parece alejarse poco a poco, pero sigue estando ahí por lo que prima la prudencia. En este caso, no van a doblar mesas.

Otro al que le han salido muchos novios para estos días es La Aguada del Puente Colgante, que dispone de zona de jardín y terraza cubierta en los que ha podido instalar unas 20 mesas, casi las mismas que antes pero organizadas de otra forma por el distanciamiento. «Desde el lunes hemos recibido un aluvión de llamadas para reservar y por suerte está lleno todo el fin de semana», afirma Alberto Fernández. Sus clientes encontrarán la misma carta, aunque no los platos más elaborados hasta que la plantilla esté al 100%. Mantienen sus dos menús estrellas con pincho de lechazo o con chuletón a la parrilla, junto a diversas raciones.

En pinchos de lechazo también está especializado Las Brasas de Boecillo, situado en la zona de bodegas del municipio cercano pero con espacio para recibir a los clientes al aire libre. Por eso, han decidido abrir su particular portón al aire libre, de jueves a domingo, para instalar a sus comensales en las mesas de la terraza, afirma Miguel del Guayo.

Las brasas también son el punto fuerte de Alejandro Visiers en El Cortijo Cocina y Leña del Pinar de Antequera, una zona clásica de esparcimiento para los vallisoletanos desde hace décadas, y muy transitado en la actualidad por los paseantes, ciclistas y corredores aficionados. «Es el lugar perfecto para salir de la ciudad», argumenta Alejandro, antes de señalar que abrió el lunes ya con reservas. «Pinta bien aunque no vaya a ser una maravilla», añade. También en el Pinar, Javier Simal esperará a la fase 2 para abrir el jardín del restaurante Llantén.

En la otra punta de la capital, junto a la avenida de Gijón, también empezaron el miércoles a atender a sus clientes más habituales en el porche y la terraza de Los Chopos con una carta clásica de productos de temporada. Para Raúl este verano no habrá verbenas, o eso parece, así que algunos días ameniza con la música de su piano a los clientes en un ambiente muy familiar. Esther González asegura que «esperamos abrir la terraza más de arriba, más amplia, donde está la fuente, el fin de semana del 11 de junio».

Otro lugar peculiar con terraza y patio interior es La Buena Brasa, en la Camino Viejo de Zaratán, que el miércoles empezó a recibir reservas y está «a tope» para cenas y comidas del fin de semana, según confirma Nacho Chamoso.

Otros hosteleros no han tenido que esperar al fin de semana para empezar a recibir a sus clientes más fieles. La gran terraza de La Pera Limonera, situado junto a la playa de Las Moreras, abrió el lunes y, desde entonces, no han dejado de trabajar. Víctor Redondo se muestra muy satisfecho con la respuesta que han obtenido de sus clientes. Han recurrido a una plataforma de reservas para cuadrar los horarios de sus clientes en los tres establecimientos (La Cacatúa y La Cotorra). «Durante esta cuarentena hemos invertido en tecnología», señala, antes de explicar que si un cliente no encuentra sitio en uno de los locales, sí puede tenerlo en otro. También se han apuntado a la cocina para llevar a casa.