![El hombre hallado momificado en Valladolid recibe sepultura 1.838 días después](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202212/09/media/cortadas/momia-nevasa-kzzC-U18098967462043C-1248x770@El%20Norte.jpg)
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1.838 días han tenido que pasar para que Antonio Torralba recibiera sepultura. Cinco años y trece días después de su muerte, este viernes, este hombre de unos 60 años, ha sido inhumado en el cementerio de El Carmen de Valladolid, después de que el ... pasado 27 de noviembre su cadáver, momificado por el paso de un lustro, fuera hallado por una familia de okupas que intentaban instalarse en su domicilio de forma ilegal.
En esa incursión a un bajo del número 22 de la calle Bailarín Vicente Escudero se destapó la historia de soledad de Antonio Torralba, por el que, durante cinco años, nadie preguntó. Ni su hermano, quien ya avanzó a la Policía Nacional que no se podía hacer cargo del sepelio, ni la propietaria de todo el inmueble en el que residió con vida hasta el 2017, supieron de él durante todo este tiempo que permaneció muerto.
Después del hallazgo del cadáver de Antonio, la burocracia para ver quién se hacía cargo del sepelio demoró la inhumación de este hombre. Un entierro que finalmente se ha llevado a cabo este viernes, trece días después de ser encontrado, y que ha sido costeado íntegramente por la empresa municipal de cementerios Nevasa.
Tras recibir la funeraria la autorización, una furgoneta de la empresa municipal se trasladó este viernes por la mañana a las dependencias del servicio de patología forense, en la calle Real de Burgos, para depositar minutos más tarde los restos mortales de Antonio en una de las 138 tumbas del cuadro general de la parcela número 89 y que se destinan a los casos de personas cuyos familiares no pueden afrontar el coste económico.
Un entierro que llegó el 9 de diciembre de 2022, siendo la fecha concreta de su defunción un interrogante pero que se data en el año 2017 según la autopsia.
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La historia de Antonio Torralba se une a la de otros fallecidos en soledad o que no han podido costear su entierro en el cementerio de Valladolid. En lo que va de año, ya se han superado la decena de sepelios en este espacio a cargo del Ayuntamiento, mientras que en los últimos tres años, pandemia mediante, esa cifra se acerca ya a los 30.
Fallecimientos como los de Antonio, que en un lustro nadie preguntó por él. Ni siquiera sus vecinos conocían que en un bajo del número 22 de la calle Bailarín Vicente Escudero vivía una persona. Esas mismas personas que desconocían la identidad de Antonio eran los primeros sorprendidos tras conocer el fatal desenlace. «No sabemos quién era. No le habíamos visto. Ni siquiera sabíamos que vivía alguien en el interior, porque muchas viviendas llevan mucho tiempo abandonadas. Además, no hemos percibido ningún tipo de olor», recalcaba una vecina del portal de enfrente al número 22 un día después de que los forenses levantaran el cadáver.
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Un bloque de casas, de dos alturas, que los últimos años ha convivido también con «el drama de la okupación». «La propietaria (dueña de una farmacia) de todo el inmueble acumula alguna denuncia nuestra por el estado en el que conserva el edificio. Tiene más inmuebles en la zona, pero aquí se han instalado personas de forma ilegal», añadía otra de las vecinas de la calle Bailarín Vicente Escudero.
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