Carmen Cortés (izquierda) y Mercedes García, ante la puerta de su asociación en el barrio madrileño de Vallecas. Rodrigo Ucero
«Sentimos mucha rabia porque nuestras víctimas siguen escondidas, olvidadas y maltratadas»
40 años del síndrome de la colza: veneno a domicilio ·
Carmen Cortés y Mercedes García lideran la Plataforma Seguimos Viviendo. Sufrieron el contagio siendo niñas y han tomado el relevo de la primera generación de afectados, casi todos ya fallecidos
'La Felicidad es una manera de resistir'. La frase preside la sede de la Plataforma Seguimos Viviendo en Vallecas (Madrid), muy cerca del parque en el que se inauguró en 2017, un discreto monolito. «Es el únido reconocimiento que hemos recibido en 40 años. Parece que fue ayer y se ha avanzado poco», lamenta un de sus líderes, Carmen Cortés.
Publicidad
Son las hijas de la colza. Niñas que se manifestaron de la mano de sus padres y que toman el relevo para que sus derechos no se extingan. «Siento mucha rabia porque nuestras víctimas siguen escondidas, olvidadas, maltratadas. Sigo sin entender por qué el Estado no reconoce el dolor que provoca».
Lideran los esfuerzos de miles de personas que no pudieron elegir, cuya vida ha sido cargar con la pesada 'mochila' de efectos secundarios y penurias que ocasionó el contagio por el aceite adulterado.
Tratan de unir a personas cuya lucha y demandas nunca terminan. «Tampoco en los tribunales. Es constante. A más edad más dificultades y más incapacidades», advierte su compañera Mercedes García.
Les cuesta dominarse cuando recuerdan que «miles de personas no han tenido otra vida que el síndrome. Y no es justo que te pregunten cuánto has cobrado o que te aprovechas del Estado», se emociona Cortés.
La covid también les recuerda «cómo fueron nuestros inicios... de las crisis sanitarias y de lo poco que se aprende en este país de los errores», reflexiona García.
Galería. Las imágenes antiguas del mayor contagio sanitario en España.
Pretenden que este 40 aniversario sea un impulso para que les devuelvan sus médicos especialistas y que el Estado asuma «la reparación moral, igual que hace con otros colectivos como las víctimas del terrorismo» . Duele más el olvido que el dolor de cada uno por el paso de los días». Sin embargo, achacan a todos los gobiernos que se han ido sucediendo en el poder que «ninguna ministra nos ha ofrecido ni un solo minuto para ofrecernos su apoyo. A nosotras nadie nos cree, ni los de antes ni los de ahora». Una realidad que «cronifica nuestro dolor» y que hace que muchos enfermos hayan tirado la toalla «agotados y cansados».
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.