Las seis ciudades europeas que inspiraron la zona de bajas emisiones de Valladolid

Una medida no exenta de polémica (ha recibido hasta 252 alegaciones, que el Ayuntamiento deberá revisar) pero que, sin embargo, está más que estudiada. Valladolid miró hacia Europa para comprobar qué se hacía en las principales ciudades en materia de movilidad sostenible. Antes de definir qué y cómo se aplicaría la ZBE en la ciudad del Pisuerga, los técnicos del Instituto de Movilidad ahondaron en el contenido y la forma de las restricciones aplicadas en seis capitales europeas (Londres, Berlín, Oslo, Milán, Madrid y Róterdam) para tomar su ejemplo.

Todo, con el objetivo de «destacar cómo la correcta implementación de este tipo de intervenciones puede conducir a resultados exitosos para la sostenibilidad de las áreas urbanas, validar su implementación y constituir un punto de referencia para evaluar la eficiencia», tal y como se desprende del estudio de Impacto Económico de la Zona de Bajas Emisiones realizado por el citado instituto.

Es la primera ciudad a la que ponen como ejemplo de «buenas prácticas». La capital británica, con nueve millones de habitantes, es una de las que «más ha explorado la eficacia» de las zonas de bajas emisiones. Entre las medidas que aplica para regular el acceso de vehículos a la ciudad, destaca la denominada 'tasa de congestión', que está en vigor desde 2003 y consiste en el pago de un peaje de aproximadamente doce euros para entrar a la almendra central de la ciudad.

Cuenta, además, con limitaciones específicas para furgonetas de gran tamaño, minibuses, autobuses y camiones y una Zona de Bajas Emisiones Ultra Bajas (ULEZ). Esta última está activa desde 2019 y se aplica al área central de Londres. Los coches tanto de diésel como de gasolina más contaminantes y que no cumplan con la normativa europea deben abonar casi quince euros diarios para entrar al centro, además de lo correspondiente a la tasa de congestión.

Para comprobar que los vehículos que circulan por el área limitada están permitidos, recurren a un sistema similar al que se implantará en Valladolid: cámaras que registran las matrículas al pasar. Estas restricciones han permitido, recoge el estudio, que cada día circulen 13.500 turismos contaminantes menos por el casco histórico, así como una «disminución significativa de la calidad del aire».

La capital alemana puso en marcha su particular ZBE -llamada Umweltzone- en 2008 y abarca una superficie de más de ochenta kilómetros cuadrados (casi el 10% de toda la ciudad). Para acceder a ella han proporcionado etiquetas homologadas por la normativa europea.

Las principales consecuencias de esta aplicación son, según el Instituto de Movilidad, la renovación de la flota de vehículos y la reducción de las partículas diésel, «la parte más peligrosa del material particulado», de un 58%.

Querían en Milán que la decisión que se tomara en torno a la zona de bajas emisiones fuera acordada, respaldada por la mayoría de sus vecinos y, por ello, recurrieron a un referéndum para abordar la cuestión. Los resultados fueron contundentes: el 79% de la población respaldó la medida, consistente en una ZBE en combinación con un peaje basado en criterios medioambientales para poder entrar al casco histórico.

Su área restringida cuenta con dos subáreas: una más amplia, que prohíbe la entrada a vehículos más contaminantes y la entrada es gratuita para los permitidos; y otra más reducida, que abarca el centro de Milán, con acceso limitado con peaje en la que se impide el acceso a los coches que más contaminan. Eso sí, los días de diario y en horario laboral.

En esta zona más interna se ha logrado reducir el tráfico entrante más del 30% y se ha incrementado la velocidad comercial de los autobuses públicos el 5,7%.

Es la primera de España. La zona de bajas emisiones de Madrid, conocida como Madrid Central, se puso en marcha en 2018. Con una extensión de 472 hectáreas, solo permite circular libremente y aparcar en superficie a vehículos 0 emisiones, además de a residentes.

De esta forma, los diésel y gasolina con etiqueta B y C olo pueden entrar para estacionar en aparcamientos públicos y privados. Los turismos sin etiqueta no pueden entrar en Madrid Central, salvo excepciones.

A diferencia del resto de ZBE de las ciudades citadas en el estudio, Madrid Central fomenta también el uso de bicicleta y transporte público y favorece al peatón.

Holanda cuenta con un marco nacional para las ZBE. En un principio incorporaba solo a los camiones. En Róterdam, ciudad de más de 600.000 habitantes, la zona de bajas emisiones se aplica desde 2016 a automóviles y vehículos ligeros.

Así, impide el paso a coches diésel matriculados después de julio de 2001 y a gasolina y GLP matriculados desde julio de 1992. Con todo, las autoridades de la ciudad consideran que se ha logrado reducir las emisiones entre un 20 y un 30%.

A partir de una sentencia que determinaba que la ciudad imcumplía los límites legales de dióxido de nitrógeno, PM10 y SO2, el Ayuntamiento de la capital noruega decidió tomar -en 2016- cartas en el asunto. Así, entre las medidas que se plantearon para revertir esta situación estaba una Zona de Bajas Emisiones, en funcionamiento desde octubre de 2017.

En su caso, la ZBE funciona como feaje y es parte de un sistema de tasa de congestión de Oslo que permite, desde octubre de 2017, premiar a los vehículos menos contaminantes. De esta forma, los vehículos cero emisiones pueden entrar gratuitamente.