Cinco bares y cafeterías míticas de Valladolid que han cerrado sus puertas

Cubero, El Penicilino y La Portuguesa son algunos de los locales que han dejado huella en la ciudad

Carolina Amo

Valladolid

Sábado, 12 de agosto 2023, 13:05

La máxima de que España es un país de bares y de cafeterías se aplica a la perfección a Valladolid, una ciudad repleta de establecimientos emblemáticos, muchos de ellos de toda la vida, que siguen fieles a su esencia y que cuentan con legiones de ... seguidores, atraídos por sus deliciosas tapas y su buen ambiente. La lista es muy larga, aunque en los últimos años se han apeado de ella algunos locales míticos, de esos que dejan huella en la ciudad, tanto por su oferta gastronómica como por el carisma de sus propietarios. La crisis sanitaria hizo estragos en muchos establecimientos y otros se han visto obligados a echar la persiana por jubilaciones y falta de relevo.

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Estos son algunos de los que han cerrado.

Las Villas

Covadonga Vega y Rafael Rafael, en el interior del bar Las Villas. Carlos Espeso

La despedida más reciente de este año la dieron Covadonga Vega y su marido Rafael Rafael detrás de la barra de Las Villas. El bar, que comenzó como una aventura de la mano de Clemente Vega, madre de Covadonga, ha durado 62 años. El local situado en Parque Alameda se ha tenido que despedir de los famosos platos que llenaban la barra del bar y que tanto demandaban los clientes.

Las tortillas de patata, las mollejas de pollo y los champiñones caseros, entre otros, han pasado a ser historia para los dueños de Las Villas, que bajaban la persiana de su negocio por jubilación. Rafael y Covadonga no se dieron por vencidos, antes de cerrar el bar intentaron darle otra vida buscando un nuevo dueño. Rafael dejó claro que por el momento no han recibido ninguna oferta de compra, ya que las franquicias se están haciendo con gran parte del mercado. «Es una pena, ahora solo se ven franquicias y son locales sin alma. Ves uno y ves todos», finaliza.

Cubero

Varias clientas que acudían para tomar su último pastel, con la tienda de Cubero ya cerrada en la calle Pasión. Carlos Espeso

Otra de las despedidas más sonadas de este año ha sido la de la famosa Confitería de Cubero, en pleno centro de Valladolid. La pastelería que ha trabajado durante 70 años para hacer felices a los paladares de sus clientes, cerró sus párpados metálicos el pasado 31 de mayo. Los abisinios, cruasanes, los buñuelos en Los Santos y en navidades el mazapán, ya son historia en la cristalera de su escaparate. Un letrero en cursiva en la puerta del establecimiento anunciaba el motivo. «Nuestro maestro pastelero, Enrique Cubero, que es el alma y el motor de la empresa, se jubila y por lo tanto, Confiterías Cubero cierra la puerta de sus tiendas, pero abre un recuerdo vivo en el tiempo y en la nostalgia de la historia de Valladolid».

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El Penicilino

El Penicilino, pocos días antes de cerrar sus puertas. M.A

Si hablamos de bares con historia en Valladolid, El Penicilino no se puede pasar por alto en esta lista. Sus más de 150 años de historia terminaron el 27 de septiembre de 2020, tras un intento de cierre en febrero de ese mismo año. Desde ese día las únicas zapatillas que se sirven en la Bajada de la Libertad son las que se venden en Calzados de la Torre y ya nadie pide un 'misa' al entrar en un bar de Valladolid. Por suerte, este local ha podido reinventarse y dar un nuevo uso.

El promotor de la obra afirma que «tengo guardado todo lo que se retiró, hasta la barra, para dejarlo exactamente igual que estaba». Además, ha registrado uno de los mayores sellos de identidad del local, su nombre y su marca de bebida, para que este perdure en el tiempo más de lo que ya ha hecho.

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La Garrocha

Chisco Alonso, propietario de 'La Garrocha' posa frente al bar. Rodrigo Jiménez

Si algo caracteriza a la calle Zúñiga, son las tapas, y una de las paradas obligatorias por excelencia se hacía en el bar de Chisco Alonso, La Garrocha. Su propietario desde hace ocho años aseguró no poder aguantar más «los palos que está recibiendo la hostelería desde que comenzó la pandemia». En uno de los cierres decretados por la Junta, decidió cesar su actividad de forma definitiva y poner punto y final a una parte «fundamental» de su vida. Los intentos para evitar que el bar no muriese no fueron escasos.

Varios miembros de la plantilla de La Garrocha se ofrecieron durante la pandemia a «hacer horas de más para no tener que cerrar», pero el propietario rechazó la oferta señalando que «hay que dejar descansar a los trabajadores». La triste despedida del establecimiento ha dejado a sus clientes sin sus minihamburguesas, croquetas y manitas de cerdo deshuesadas. Sin embargo, Chisco Alonso se despidió con un mensaje de optimismo asegurando que tiene «ganas de seguir trabajando».

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Bambú

Ángel del Campo posa frente a la fachada del bar Bambú. Rodrigo Jiménez

La clientela más fiel recordará esta cafetería situada en la esquina del Paseo de Zorrilla, junto a El Corte Inglés, que dijo adiós después de más de tres décadas de historia. El negocio, puesto en marcha desde 1988 por los hermanos del Campo, vendía como platos principales sus famosas hamburguesas y tapas a la clientela que llegaba tras una dura jornada de compras. Cumplidos los 66 años, a Ángel del Campo la edad le aconsejó un descanso.

Los intentos del propietario para llegar a un acuerdo con la propiedad para que sus hijos mantuvieran el negocio no fueron pocos, pero finalmente no se logró. «Ahora llega el momento de disfrutar de los nietos, de la lectura y de los paseos por el campo», explicó el exhostelero. No fue hasta 2022 que la cafetería Bambú se convirtió en Kokomo, un nuevo bar que aún conserva ciertos guiños del anterior local.

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La Portuguesa

Romy señala el cartel que adorna su establecimiento de la calle de la estación. Carlos Espeso

Hace más de un año Valladolid se despedía de su reina del bacalao, Hortensia dos Santos, más conocida como 'Romy', que se jubilaba tras una década al frente de su Café Fado La Portuguesa, en la calle de la Estación. La reina del bacalao en Valladolid se jubiló tras diez años cocinando el plato luso por excelencia de noventa maneras diferentes. El guiso al estilo 'Zé do Pipo', gratinado con mahonesa, era para la cocinera «el de más categoría». La despedida a sus largos años de trabajo fue por todo lo alto, con su receta al Pedro Ximénez, otra de sus joyas culinarias.

La lisboeta, de 66 años, decidó levantar el pie de un acelerador que ha mantenido pisado a tope desde pequeñita. Romy asegura que comenzó a «luchar» siendo una niña y desde entonces ha mantenido esa intensidad en lo más alto para salir adelante. ¿Su secreto durante tantos años?: calidad, cantidad y buen precio.

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