
Seis años de prisión para el joven que secuestró y arrastró a su novia
tribunales ·
El acusado pacta con la Fiscalía para eludir el juicio y su hermano, cómplice, acepta una condena de dos años de cárcelSecciones
Servicios
Destacamos
tribunales ·
El acusado pacta con la Fiscalía para eludir el juicio y su hermano, cómplice, acepta una condena de dos años de cárcel«Tiene que aprender, tiene que aprender», decía la tía de Aaron H. G. a los abogados a la salida de la sala de vistas, ... a quienes se acercó para preguntarles por «lo que le habían puesto» a su sobrino, de 29 años, que va enlazando penas desde sus primeros ingresos en centros de menores. Junto con su hermano José Ramón, se sentó ayer por unos minutos en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Valladolid, lo justo para ratificar el acuerdo alcanzado con el ministerio fiscal y que el magistrado presidente de la sala leyera 'in voce' la sentencia, que será redactada posteriormente.
El acusado de secuestrar durante cinco días a su novia y cuando esta huyó y se refugió en casa de su abuela la sacó a rastras y la obligó a volver a su piso del barrio de La Victoria, se ha conformado con seis años y un mes de prisión en total por un delito continuado de quebrantamiento de medida cautelar, detención ilegal, un delito continuado de amenazas, dos de maltrato en el ámbito de la violencia de género, un delito de coacciones, un delito leve de injurias y otros dos delitos leves de daños. No podrá aproximarse ni comunicarse con su ex pareja durante 15 años y además tendrá que realizar 135 días de trabajos en beneficio de la comunidad, una multa de 1.620 euros y el pago al Sacyl de 101,41 euros por los gastos de asistencia sanitaria a la mujer.
A su hermano José Ramón, como cómplice del delito de detención ilegal, se le ha impuesto la condena pactada de dos años de prisión, tres menos de los que había solicitado inicialmente para él la Fiscalía. Para Aarón H. G, que es reincidente, la acusación pública había solicitado inicialmente que se le impusiera por esos nueve delitos, un total de once años y nueve meses de prisión.
En el momento de los hechos, el pasado 13 diciembre, el joven tenía una orden de alejamiento sobre su pareja, con la que convivía desde enero de 2021, y tenía prohibido por la orden de protección emitida por el Juzgado de Violencia sobre la Mujer acercarse a ella a menos de 500 metros, a su casa y su lugar de trabajo y tampoco podía comunicarse con ella. Sin embargo, se saltó la prohibición y, a las 9:45 horas, cuando su novia se dirigía a su lugar de trabajo en la cafetería de la Facultad de Económicas, la abordó en la calle Portillo de Balboa. Como ella le dijo que no la molestase, «se enfadó y, guiado por el propósito de amedrentarla, le dijo que iba a matar a sus padres y su hermano y que la iba a preparar en su lugar de trabajo». Al ver que pasaba por allí un coche de policía salió corriendo, pero antes le cogió las llaves de casa del bolso y le dijo que si le denunciaba, la mataría.
Cuando la chica terminó su turno y salió del edificio, el acusado, que la estaba esperando en la calle, se acercó a ella y comenzó a hacerla reproches y «bajo la amenaza de matar a sus mascotas», la obligó a ir a la Comisaría para decir que la persona que la había abordado cuando iba a trabajar no era él sino su hermano José Ramón. Después, la pareja se fue al domicilio de ella, en el barrio de la Victoria y allí pasaron la noche. A la mañana siguiente, cuando la chica se disponía a ir a su trabajo, el hombre se lo impidió con la amenaza de que «si salía por la puerta no llegaba al portal». Entonces le quitó el teléfono móvil y las llaves de casa y la dejó allí encerrada, una situación que se prolongó hasta el 15 de diciembre.
Ese día, el tercero de encierro, apareció el hermano de Aarón, «quien sabía de dicha situación, puesto que antes de que le quitara el móvil, a ella le dio tiempo a escribir un mensaje de texto a José Ramón pidiéndole ayuda». Sin embargo, este le llevó la comida a casa sin hacer nada para liberarla de su situación. Cuando este se fue, la víctima suplicó a su pareja que la dejara salir. Este gritó que «cuando le dijera quién era la persona que le gustaba, insistiendo en que era su jefe» y, subraya el fiscal, «guiado por el propósito de menoscabar su integridad física, la empujó contra la pared y la agarró del cuello, apretando con fuerza». La mujer logró zafarse y se encerró en una habitación.
El secuestro continuó hasta el 17 de diciembre, cuando ella aprovechó un descuido de su carcelero para huir. La joven se dirigió hasta su centro de trabajo para firmar el finiquito, puesto que la habían despedido por no ir a trabajar, y como Aarón la bombardeó con mensajes «exigiendo que volviera al domicilio y diciéndole que era una puta y que se estaba follando a su jefe», se refugió en casa de su abuela, lejos del barrio de la Victoria. Allí se presentó el hombre a las tres de la madrugada y llamó a la puerta del portal de José María Lacort. Mientras que ella avisaba a la policía, él rompió la puerta de entrada a la vivienda de una patada, entró en el domicilio y le quitó el móvil y lo tiró contra la pared. Luego, «la agarró del pelo, la tiró sobre la cama y le propinó una bofetada, mientras la abuela le suplicaba que no la pegara».
Como a la joven no le había dado tiempo de dar todos los datos de ubicación de la vivienda a la Policía Nacional, un coche patrulla pasó por la calle sin lograr localizar la vivienda. Cuando el vehículo policial se marchó, Aarón agarró a su novia del brazo y del pelo y la forzó a regresar a su domicilio. Durante todo el camino, durante 2,3 kilómetros, la joven iba realizando con la mano la señal internacional de mujer maltratada (abrir la mano y estirar los dedos con la palma mirando hacia fuera, esconder el dedo pulgar dentro de la palma y, finalmente, doblar los otro cuatro dedos encima en forma de puño), pero en esos 32 angustiosos minutos nadie la entendió ni acudió en su ayuda durante todo el trayecto a pie. Una vez en casa, el hombre cerró la puerta y «comenzó a realizarse cortes en el brazo y en el pecho preguntándole a ella si era normal lo que le estaba obligando a hacer». Minutos después llegó la Policía y él, para que no abriera, puso el cuchillo sobre el gato de ella amenazando con matar a la mascota, e incluso llegó a colocárselo a ella en la espalda. Finalmente, cuando vio que los agentes estaban a punto de conseguir entrar, les abrió la puerta y fue detenido.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.