Un segundo premio de la lotería en Valladolid con sello palentino

Presta se presentó en Valladolid cuando dos de sus empleadas, Esther y Delia, ya habían atendido a los medios y se habían sacado un sinfín de fotografías con espumosos que dejaron la calle Lencería encharcada de champán y alegría. En ese traslado de Virginia, Esther Samaniego ya había conectado con radios y teles nacionales para mostrar esa felicidad que nace cuando uno se entera de que ha dado el segundo premio. «En cuanto lo vi, sabía que ese número era nuestro», ha recalcado la empleada, que en un principio no sabía cuánto dinero había repartido, pero que tenía el pálpito de que este 22 de diciembre iba a dar un gran premio.

Y así fue. Esa lluvia de millones dejó una estampa curiosa en el centro de Valladolid con una administración repleta de medios de comunicación y una Plaza Mayor invadida por el espíritu navideño. Pero ni rastro de los agraciados. Era una alegría comedida escenificada en Esther y Delia, otra empleada que fue en refuerzo de su compañera para salir en las fotografías y posponer una comida de Navidad para la que se estaba acicalando cuando salió el número agraciado.

Esther y Delia aguantaron el chaparrón para atender uno a uno a todos los medios, mientras Virginia se apuraba para llegar hasta Valladolid. Querían dejar la cota de protagonismo y esta llegó para cerrar la fiesta y poner la guinda al pastel. La titular de la administración tiró de historial para recordar que llevaba unos cuantos años consecutivos dando premios, cuartos y quintos, pero no hasta el nivel de este segundo premio. Tira de memoria para relatar que muchos décimos han viajado por Internet a diferentes puntos de la geografía nacional, continúa para resaltar que otros han viajado por toda España de forma física al ser una administración por la que transitan muchos turistas y concluye para hacer hincapié que es en Palencia donde está el grueso de la felicidad.

Porque hace casi diez años, Virginia, junto a su pareja y otro matrimonio residente en Palencia, se embarcaron en el proyecto de adquirir la administración junto a la Plaza Mayor de Valladolid. Emprendían a 45 kilómetros de su casa, si bien parte de sus clientes se quedaban en territorio palentino. Y entre ellos, Comercial Infante y sus más de 300 décimos vendidos en Villamuriel. «Ha sido un número muy repartido», ha incidido Virginia López en plena faena de adecentar la administración y la propia calle Lencería.

A eso de las 15:00 horas las mieles del éxito ya habían pasado para Virginia y las dos empleadas. Su efímero éxito daba paso a la fregona, a la lejía y cubo de agua que después de varias escurridas había que cambiar el agua. La felicidad había dado paso a los manchurrones en el interior de la administración y a un trozo de la calle Lencería que dejaba el piso pegajoso. Eso sí, había merecido la pena. «No lo sé con exactitud, pero estoy segura que en Valladolid hace treinta o cuarenta años que no caen tantos millones en el sorteo de Navidad», concluye Virginia López sobre un segundo premio vallisoletano con sello palentino.

Eso sí, a las 15:30 horas de este domingo, aún ninguno de los agraciados la habían llamado para felicitarla.