Fiel, educado y leal. Con estas tres palabras define el guía canino de la Policía Nacional José Antonio Morato Santos a Thor, su compañero de trabajo. A este pastor alemán le ha llegado su hora de jubilación tras siete años de servicio y su ... guía cuenta que «la despedida es dura pero sabiendo que va a tener una buena vida en su casa de adopción es tranquilizante». Ahora, el destino de Thor es una familia burgalesa con dos niños en la que podrá disfrutar de sus últimos años y «olvidarse del trabajo».
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La llegada de un perro al departamento de guías caninos de la Policía Nacional supone la entrada de un nuevo miembro. Es también «el inicio de una nueva vida» y su procedencia puede ser a través de una compra o una donación. Los que son adquiridos llegan con una edad media de un año, pero muchos de los donados apenas llegan al sexto mes de vida. Durante sus primeros meses en la policía aprenden a obedecer las órdenes básicas y se comienza el adiestramiento. «Para que un perro sea buen policía tiene que tener instinto de caza, de coger una presa», explica Morato. Para el can el trabajo «es un juego» y así se le enseña. «Desde el principio se le educa con juguetes para que lo asocie a algo positivo». A Thor, que se especializó en drogas por su buen olfato y dependencia, comenzaron tirándole un rodillo con la sustancia estupefaciente en su interior para que lo localizase y así fue aprendiendo. «Para él es una pelota que tiene que buscar, por lo que cuando está trabajando no lo asocia a algo malo», comenta.
Una vez pasada la etapa de adiestramiento se sigue trabajando diariamente para que no lo pierda, siempre con el guía como referente y figura a la que obedece. «Cada perro es un mundo y cada uno tiene unas cualidades que nosotros tenemos que ser capaces de sacar y ver para qué tarea es bueno», precisa Morato. Thor, por ejemplo, comenzó su vida laboral a la edad de un año y ha realizado infinidad de registros en domicilios, automóviles y fincas en busca de sustancias ilegales. Pero no ha sido un camino fácil y su guía reconoce que «es un aprendizaje continuo porque hay que estar entrenando todos los días con él». La labor de estos perros facilita las tareas de búsqueda de los agentes en las operaciones y son «uno más en el equipo». A los lugares donde la vista de los policías no llega, el olfato de Thor sí lo hace. «Es súper efectivo contar con perros especializados en búsquedas, tanto de sustancias como de explosivos, incluso de cuerpos humanos, porque nosotros no somos capaces de ver todo y ellos, en cambio, lo detectan casi todo, aunque no son infalibles», comenta entre risas.
La mirada que José Antonio lanza a Thor deja al descubierto sus sentimientos. «Es un amor tan puro… son muchos años juntos y en contacto todos los días», destaca. Ahora, tras una vida de servicio ayudando a encontrar sustancias estupefacientes en los lugares más recónditos, Thor dio el jueves 11 de noviembre su último servicio y ya está listo para comenzar su nueva vida en familia gracias a la Asociación Adopta un K9. La intención de Morato era quedarse a su compañero, como hizo con los anteriores tres perros con los que ha trabajado: adoptarlo para que viviese en su casa con su familia pero le es «imposible» porque todavía vive el anterior perro policía al que entrenó y con el que trabajó. «Calculé mal y el que tengo ahora tiene aún esperanza de vida, por lo que no puedo quedarme con Thor y es algo que me da mucha pena porque el cariño que le tengo es increíble». Reconoce que en el momento en el que se despida de él lo pasará «realmente mal» y que lo «fácil» sería «alargar su jubilación», pero Morato quiere que su fiel compañero «tenga la mejor vida posible en agradecimiento al trabajo que ha realizado para toda la sociedad».
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Como para adoptar a cualquier animal, ya sea de protectora o de perrera, el nuevo dueño de un perro policía retirado necesita rellenar un formulario y hacer una serie de videollamadas para que la protectora que hace de intermediaria entre la policía y los adoptantes se asegure de que esa persona o familia es la correcta para el perro. «Es un procedimiento que puede parecer algo largo pero que consideramos necesario para tratar de evitar, en la medida de lo posible, problemas futuros», destacan desde Héroes de Cuatro Patas en referencia al proceso de adopción. A través del protocolo de adopción buscan encontrar «el binomio perfecto familia-perro».
Dexter, Robi y Tanque son tres perros de razas diferentes, con personalidades diferentes pero con una historia similar: trabajaron para las fuerzas y cuerpos de seguridad y ahora disfrutan de una merecida jubilación en sus nuevos hogares. Ya han olvidado su etapa laboral y sus días transcurren entre paseos, largas siestas y mucho amor gracias a la Asociación Héroes de Cuatro Patas en Valladolid. La historia de Dexter es de película, como la de muchos de estos perros, porque trabajó en la búsqueda de explosivos durante ocho años. Tras eso, este pastor alemán de 11 años pasó por Proyecto Perro para su inserción social y acto seguido fue adoptado por Sonia Escudero. Esta vallisoletana buscaba un perro mayor y se enteró de la posibilidad de adoptar a uno perteneciente a la policía ya jubilado. «Lo vi por Internet y no lo dudé, creo que estos animales necesitan y se merecen esta segunda oportunidad por todo lo que han hecho por nosotros durante su etapa policial», reconoce. Dar la oportunidad al «abuelete», como ella la llama, ha sido «lo mejor» que ha hecho y lo recomienda «sin duda alguna».
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También daría para rodar un largometraje la etapa laboral de Robi, un pastor alemán de trabajo que se ha dedicado a la búsqueda de sustancias estupefacientes. Marta Dávara, su actual propietaria, reconoce que se enteró a través de su abuelo que se podía adoptar a perros policía retirados y «no lo dudó». Ella y su familia cumplían todos los requisitos y Robi lleva con ellos una vida tranquila. «Es muy vago, le encanta dormir y los paseos no son lo suyo», reconoce. Su adaptación a la casa fue muy rápida y sus abuelos, con los que vive Marta, «están encantados con él porque es muy obediente y bueno».
Tanque es el tercero de los perros policía que Héroes de Cuatro Patas dio en adopción a familias de Valladolid. Es un beagle que trabajó con la Guardia Civil en la detección de drogas en la frontera de Melilla. «Tras cumplir el protocolo de adopción fuimos a por Tanque, que tenía 12 años entonces y una patología neurológica que, por el momento, se ha detenido», comenta Mónica, su adoptante. Tanque continúa con sus horarios perfectamente marcados y a las ocho de la mañana reclama salir a la calle. «Da igual que sea sábado o día de descanso, eso él no lo entiende y pide seguir una rutina». Ella destaca que son perros «abuelos que necesitan cariño y cuidados veterinarios por su edad», por lo que explica que «para adoptarlos hay que comprometerse a darles la mejor vida posible». Sin dudarlo, Mónica asegura que estos perros «merecen una segunda oportunidad por el servicio que han prestado a la sociedad y qué mejor que darles un hogar».
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