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Estado actual de la obra de rehabilitación del número 32 de la calle Goya. Carlos Espeso

Valladolid

Segunda Navidad sin casa para los vecinos del edificio explosionado de Goya

La rehabilitación de las zonas comunes se completará «en enero» antes de abordar el interior de las viviendas

Álvaro Muñoz

Valladolid

Lunes, 23 de diciembre 2024, 19:25

A simple vista los avances en el edificio explosionado el 1 de agosto de 2023 de la calle Goya son palpables. Sobre todo, una vez que el ladrillo cara vista ha tapado todos los defectos que la deflagración y la onda expansiva causaron tras ... una explosión de gas en la que falleció la vecina del 1º C. Precisamente, ese piso fue el más dañado al desaparecer el suelo y el techo. Desperfectos extensibles a todas las zonas comunes al reventarse el ascensor o las puertas de todas las viviendas.

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Un año y cinco meses después del trágico suceso, los propietarios aún no han podido recuperar sus casas, a pesar de que hace unos meses les prometieron que en Navidad los elementos de las zonas comunes iban a estar rematados. Pero no será así, retrasos de la constructora, según indica el administrador de fincas del bloque, supondrá un mes más de obras. «Tal vez sin este parón de vacaciones en la construcción...», apostilla.

Sea como fuere, los vecinos tendrán que esperar un mes más y pasar estas fechas, por segundo año consecutivo, fuera de la que un día fue su hogar. Insiste el administrador de fincas que muchos servicios ya están concluidos como el gas, la electricidad, el agua y que tan solo falta rematar la instalación del ascensor (lo que sería la tercera y última fase de la rehabilitación), que se presupone que sea en un breve espacio de tiempo.

El Ayuntamiento se comprometió a no cobrar el IBI y el agua de los afectados hasta que recuperen sus casas

Tras rematar todos esos espacios, llegará el turno de abordar las zonas privativas, las casas de los propietarios. Algunos ya han empezado a meter mano a sus viviendas, si bien la mayoría de los afectados iniciarán esas obras de manera particular una vez que las zonas comunes estén totalmente rematadas.

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A pesar de esos detalles, con unas fechas más o menos determinadas, el escepticismo impera entre los afectados, los mismos que hace casi un año y medio vieron volar su casa y tuvieron que empezar de cero en otros puntos de la ciudad, con problemas de alquiler y con la incertidumbre sobre cuándo y cómo podrán volver a lo que un día llamaron hogar. Todo ello con el poso psicológico de esa fatídica noche en la que vivieron y vieron su bloque en llamas.

Perdieron la casa y muchos objetos de valor, económico y sentimental, en la explosión, pero también durante el año con robos continuados para desvalijarles lo poco que les quedaba entre unas paredes inexistentes y que ahora han vuelto a ser levantadas. Desde el exterior ya no se ven lámparas medio calcinadas o cuadros a punto de caerse de los muros. «Será una construcción con materiales modernos y con otro tipo de arquitectura. La idea es mantener la esencia de la calle y de la fachada como estaba antes», recalcaba este verano el administrador después de un año complicado.

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Precisamente, en esas fechas, cuando se cumplía un año de la deflagración, se expiraba una de las cláusulas de los seguros particulares, consistente en pagar un año de alquiler. Fue el propio administrador de fincas el que avanzaba que si era necesario se utilizaría una condición similar incrustada en el seguro de la comunidad de vecinos.

Situación que tampoco ha pasado desapercibida por el Ayuntamiento de Valladolid, concretamente desde Servicio Sociales, que el día de la explosión ya avanzó que no faltaría «nada» a los afectados. Volvió a insistir en esa premisa el concejal Rodrigo Nieto este verano, que tendió la mano por si esa cláusula del seguro de la comunidad no se podía ejecutar. «Nos hemos reunido desde junio con los afectados para estudiar la situación. Sin centrarnos en casos, hemos tenido unos criterios. Evidentemente, las familias que tengan una segunda residencia no podrán optar a esas ayudas. Se ha evaluado y se ha dado solución», agregaba Nieto mientras desvelaba que compensaría el pago de los recibos del agua y del IBI desde el día de la explosión hasta que se les entreguen las llaves para volver a su casa.

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«Respecto al agua no se ha cobrado nada desde el primer día y con el IBI se hará un cálculo desde el primer día hasta diciembre para devolver esas cantidades», sentenció en verano el concejal.

Historial de robos

La historia de Goya, 32 ha estado marcada también por los continuos robos. Asaltos a los que habían perdido todo de forma trágica. El enésimo robo se registró en plenas obras de rehabilitación con la empresa constructora Ezgonsa como la principal damnificada. Al menos tres focos de obra, con sus correspondientes trípodes para sujetarse, fueron sustraídos. El primero que se registró, aún sin resolver, data de noviembre del año pasado, cuando los familiares de una mujer de avanzada edad echaron de menos joyas, dinero y objetos de valor sentimental. En ese momento, con el trabajo de la Policía Científica ya concluido, se estaban completando labores de desescombro y los accesos al nivel de la calle estaban blindados.

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El siguiente robo llegó a finales de febrero, cuando la Policía sorprendió a un joven con relojes, joyas y móviles mientras abandonaba el edificio. La historia de saqueos se amplió el pasado mayo, cuando fue totalmente desvalijado. Tanto las viviendas con puerta principal, de las que se llevaron hasta las mirillas, como aquellas que fueron arrancadas por la onda expansiva fueron allanadas para llevarse todo y hacer más grande la desgracia de los vecinos.

Pero además de desvalijar las viviendas, los sospechosos durmieron en los colchones de determinadas viviendas, incluso comieron allí dentro –se comprobó que habían abierto y bebido botellas de vino–. Asimismo, se encontraron restos de comida, incluso de alimentos no perecederos que se hallaban en el interior, según detallaron a la Policía los vecinos, todos ellos contrariados ante la falta de seguridad que sufría y sufre su dañada propiedad.

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Semanas después, la Policía consiguió detener a un hombre, asiduo del barrio y conocido por los agentes por sus antecedentes, al que se le atribuyeron seis asaltos.

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