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En plenas fiestas navideñas los petardos retumban cada día en la ciudad. Familias completas mantienen la tradición de tirarlos y la pirotecnia es una más en sus celebraciones. Pese a estar prohibido su lanzamiento en el casco urbano, el uso de petardos se intensifica en ... estas fechas y las ventas aumentan durante el mes de diciembre cerca de un 40%, según apuntan desde La Traca, almacén y tienda de pirotecnia. Los truenos, supertruenos, americanos, chinos, piulas, picos de oro o tracas ya se venden en Valladolid desde hace unas semanas con motivo de la aproximación de las fiestas navideñas. Su comercialización está permitida en los puntos de venta autorizados, ya sean permanentes o temporales, y en las casetas navideñas de la Acera de Recoletos se pueden encontrar diferentes tipos de petardos, así como en La Traca y otros puntos de venta autorizados. Este almacén vende todo tipo de material pirotécnico y fuentes del mismo aseguran que el perfil habitual de compradores es el de familias que buscan «efectos de luces y colores que gusten desde los más pequeños hasta a los abuelos». Destacan también que «el gasto medio oscila entre los cuarenta y los sesenta euros por compra».
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En este sentido fuentes de la Policía Municipal de Valladolid informan que se han impuesto 31 denuncias desde diciembre de 2020 hasta el mismo mes de este año, siete de ellas de carácter grave, actos sancionables a través de la Ordenanza Municipal de Protección del Medio Urbano vigente en Valladolid. En este se detalla que «portar mechas encendidas o disparar petardos, cohetes u otros artículos pirotécnicos con peligro para las personas y los bienes está considerado como infracción grave». Así, las infracciones leves serán sancionadas con multa desde 90 hasta 750 euros y las infracciones grave, con multa de 750,01 hasta 1.500 euros, aunque casi siempre se impone la cuantía menor, según fuentes policiales.
Por el momento, se desconoce cuántas sanciones se han impuesto en lo que llevamos de navidades y se espera el colofón de los petardos con la celebración de Nochevieja, momento para el que más pirotecnia se vende.
Tirar petardos no solo puede acarrear una sanción económica y los petardos suponen, en muchas ocasiones, molestias en el oído de las personas que padecen sordera o que llevan implantes cocleares. Los daños en el oído dependen del umbral de audición y los ruidos que superan los 120 decibelios entran en el denominado umbral del dolor, es decir, son ruidos insoportables que provocan sensación de dolor en el oído humano. La explosión de un petardo puede generar entre 65 y 120 decibelios, nivel máximo que permite la Unión Europea, ya que es donde se sitúa la barrera del dolor, según detalla la Organización Mundial de la Salud.
En Valladolid, la Asociación de Padres y Amigos del Sordo de Valladolid conocen bien estas dolencias y apuntan que «está claro que la explosión de un petardo cerca del oído, aparte del daño por quemaduras que pueda producir, si se asocia a una gran intensidad puede provocar daño auditivo en personas usuarias de prótesis como audífonos o implantes cocleares». Desde la misma explican que sin estas prótesis auditivas la sordera o hipoacusia puede atemperar el daño «salvo que la intensidad de la detonación sea tan grande que conlleve onda expansiva, en cuyo caso el efecto dañino se producirá tanto si lleva prótesis como si no», por lo que animan a reducir el uso de pirotecnia durante las fiestas.
IRENE ASENSIO POTENTE, CLÍNICA VETERINARIA +COTAS
Por la clínica veterinaria de la que es propietaria en Tudela de Duero, +Cotas, pasan cada día muchos animales con diferentes problemas, pero en Navidades los relacionados con petardos son más habituales. «Hemos llegado a recibir a una perra que casi pierde el ojo al intentar huir tras la detonación de un petardo», explica IreneAsensio y precisa que «el oído de estos animales es diferente ya que su capacidad auditiva es mayor». Los ruidos de pirotecnia pueden alcanzar los 190 decibelios y el oído de los canes apenas soporta los 85, por lo que superado ese límite pueden sufrir ataques de desesperación, taquicardia, temblores y aturdimiento.Además, también les produce un «ánimo de huir sin ser conscientes de lo que está ocurriendo, solo oyen el ruido, sienten miedo y quieren escapar», precisa. En esas carreras pueden lesionarse o, en el peor de los casos, ser atropellados por algún vehículo. «Muchos perros sufren ataques de pánico y se lesionan por los ruidos», apunta. Por ello, recomienda habilitar un lugar seguro en casa para que cuando el perro esté asustado pueda cobijarse ahí. «Es importante prepararles antes de que se produzca la detonación para hacerles entender que no corren peligro, pero si llega el momento de manera inesperada hay que dejarles que vayan a su lugar de seguridad para que se sientan protegidos», apunta. Recomienda, en los casos más extremos, la ayuda de un etólogo para tratar estos miedos porque «los perros son incapaces de controlarlos y no entienden por qué sienten ese temor». En principio, explica, «si se le educa desde pequeño puede que el miedo no llegue a desarrollarse, pero en muchas ocasiones es incontrolable y no se puede frenar».
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