Valladolid

«En el sanatorio abandonado de Viana he escuchado a una niña pedir ayuda»

El urbex, o exploración urbana consiste en investigar y documentar lugares abandonados, zonas industriales, edificios en construcción o sitios que tienen un acceso restringido. Estos lugares guardan en sus ruinas historias olvidadas, ecos de vidas pasadas y, según algunos, presencias que aún habitan entre las sombras. Eso es precisamente lo que atrae a Álex y Ricky, quienes se sumergen en estos espacios con una mezcla de curiosidad y respeto, conscientes de que cada lugar tiene una historia que contar. Para ellos, el urbex es más que una simple aventura. «Cada edificio abandonado guarda en sus muros los recuerdos de lo que alguna vez fue, y nosotros estamos aquí para escuchar esas historias que nadie más quiere contar«, dice Álex. Provistos de móviles, detectores de campos electromagnéticos y cámaras de visión nocturna registran cada detalle, buscando en lo oculto la esencia de estos lugares olvidados.

Siguen todo un ritual al inicio de cada investigación. Preparan sus mochilas con esmero, sin olvidarse de llevar agua, agua bendita, velas, incienso, palos de santo y otros muchos amuletos con los que se sienten protegidos. «Yo llevo una cruz de San Miguel y en mi brazo tengo tatuadas runas, triángulos y el martillo de Thor», dice Ricky. «Yo llevo estas tres pulseras que están bendecidas», añade su inseparable amigo Álex. Ambos publican sus aventuras paranormales en redes sociales, donde sus seguidores aguardan con ansias cada nuevo post.

En TikTok tienen cerca de 187.000 adeptos. También están en YouTube donde tienen 5.000 suscriptores y un canal de Telegram que acaban de inaugurar. «Hay lugares con una energía diferente», afirman Álex y Ricky, quienes intentan captar evidencias de lo paranormal: voces susurrantes, sombras que se mueven por sí solas, o temperaturas que suben o bajan de repente y de forma inexplicable.

No tratan de convencer a los escépticos. Su objetivo es explorar, para descubrir, documentar y, sobre todo, para ayudar a esas energías. «Compartimos nuestros descubrimientos en riguroso directo y luego cada uno es libre de sacar sus propias conclusiones. Nosotros sólo queremos ayudar a aquello que no se ve y no se palpa«, subraya Álex. «Les preguntamos que qué les ha pasado. Eso siempre me ha intrigado. También les pregunto si necesitan algo. Nos han llegado a pedir agua, velas e incluso cigarros», prosigue.

A Ricky, natural de Villavicencio de los Caballeros siempre le atrajo el misterio. Ha sido camionero y desde hace un tiempo se dedica a la formación de plataformas elevadoras. En 2020 otro grupo de investigación de Valladolid le invitó a pasar una noche en el conocido sanatorio de Viana de Cega. Aquella experiencia marcó un antes y un después para él. «Es un lugar especialmente activo. Allí he escuchado una niña pedir ayuda y golpes de puertas cuando realmente no queda ninguna en pie», dice. Aquello le cautivó tanto que formó el grupo 'Más allá de la luz' en el que cuenta con colaboradores puntuales. Hace un año conoció a Álex al que le une la pasión por el misterio y lo desconocido.

Desde entonces investigan juntos. Álex es natural de Villardefrades y trabaja como carretillero. En muchas ocasiones van acompañados de sus mujeres Virginia y Mary y de su amigo Juan Paradas. «Siempre me ha atraído este mundo porque pensaba que había algo detrás de la vida misma y de lo materialmente palpable. A veces las entidades nos han llegado a atacar y a hacernos sentir mal. Eso es muy habitual y en ocasiones me he llevado alguna entidad a casa, donde he llegado a oír pasos, caerse cosas, encenderse luces... Para protegernos de esto llevamos amuletos», añade Ricky.

Un equipo de El Norte de Castilla ha querido acompañar a estos exploradores urbanos en una de sus jornadas en busca del misterio. Nos llevan a un lugar abandonado, en un barrio de Valladolid, donde la maleza y los grafitis lo cubren todo. «A veces también hemos hecho investigaciones en recintos privados, porque sus dueños nos llaman para descubrir si allí hay entidades. Yo nunca he sentido miedo, pero sí mucho respeto», dice Álex mientras prepara su Spirit Box.

Se trata de un dispositivo electrónico utilizado en la investigación paranormal que supuestamente sirve para facilitar la comunicación con entidades del más allá. Funciona mediante la generación rápida de frecuencias de radio, permitiendo a los espíritus utilizar estas señales para transmitir mensajes audibles. «Las entidades van seleccionando frases y palabras de diferentes emisoras para comunicarse con nosotros», dicen Álex y Ricky. La encienden y entonces se empiezan a escuchar diferentes emisoras. «Qué pasa aquí», dice una voz. «¿Cómo te llamas?», preguntan los investigadores y de repente parece escucharse «Víctor». «Saludad a nuestros amigos de El Norte de Castilla», anima Álex. Otra voz, esta vez de mujer, dice algo así como «Escribir todo eso» mientras los aparatos indican que la temperatura ha subido de forma repentina.

Ambos investigadores están convencidos de la existencia de otra dimensión después de la muerte. «Creemos que estamos interactuando con energías atrapadas. Cuando tienen un fallecimiento trágico esa energía positiva o negativa se queda impregnada en el lugar y en el ambiente. Hay una dimensión paralela y allí se quedan estas entidades», concluyen.