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Eran las 21:20 horas del sábado 20 de enero. El oficial Barbado y el agente Sacristán se encontraban regulando el tráfico mientras los Bomberos llevaban a cabo las labores de vaciado de un depósito de gas en el Paseo de Zorrilla. Pero esa intervención ... pronto pasó a un segundo plano. Una llamada al 112 alertó de que un hombre amenazaba con tirarse al Pisuerga desde el Puente Colgante y estos dos policías municipales salieron a toda prisa hacia el lugar. «Estaba apoyado contra la barandilla y con el móvil de la mano porque estaba hablando con el 112», explica el agente Sacristán para que el oficial Barbado continúe el relato de los hechos. «Lo primero que había que hacer era quitarle del peligro, evitar que se tirase al río, que estaba a una temperatura muy baja. Mi objetivo era sacarle del puente y, mientras le hablaba, le iba agarrando. Le decía que la vida es muy bonita, que siempre hay una solución y que hay que seguir adelante y así –mediante el diálogo– le saqué del puente», explica este policía con cinco años de experiencia.
Pero no todo fue tan fácil como hablar con el hombre. La intervención estuvo cargada de riesgo. «Le sentamos en un banco, pero costó. Forcejeamos un poco mientras él me decía que me quitara, que se quería matar y que no tenía amor a la vida. Le tuve que sujetar con fuerza, con firmeza, hasta que le saqué del puente», indica Barbado.
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«Desgraciadamente, esto es más habitual de lo que parece. La gente no se da cuenta de que esto para nosotros es muy normal. Gracias a Dios, la inmensa mayoría son intentos autolíticos no consumados porque nosotros, Policía Nacional, Bomberos o Sacyl, llegamos pronto. Ya nos ha tocado vivir unas cuantas situaciones como esta», afirma el agente Sacristán quien, tras cuatro años de servicio a sus espaldas, reconoce que intervenciones como esta son algo recurrente en su día a día.
La rapidez en este tipo de casos es cuestión de vida o muerte. «Por suerte, llegamos a tiempo. Si hubiésemos llegado diez segundos después, tal vez el hombre se habría tirado al río y nos hubiera tocado meternos a por él. Con la helada, quitándose los chalecos y dando aviso. Son situaciones muy críticas en las que ponemos en riesgo nuestra integridad», asegura Barbado.
La intervención llevada a cabo por estos dos policías del distrito de La Rubia fue todo un éxito, pero el agente Sacristán asegura que no hay formación ni protocolo que garanticen que actuaciones tan delicadas como esta acaben bien. «Te preparas a nivel teórico, vas a la escuela de Ávila, en la que te preparan para estas cosas con asignaturas como psicosocial, que lo imparte una psicóloga. Los libros están muy bien, pero hasta que no te encuentras con ello no te haces una idea real de cómo gestionar situaciones así», apunta uno de estos dos policías para reconocer después que es muy complicado no llevarse el trabajo a casa. «Terminas un poco tocado después de intervenciones como esta, evidentemente. Estamos contentos porque en este caso ha salido bien, pero alguna no sale tan bien y eso te lo llevas para casa y es complicado. Tienes que ser muy fuerte mentalmente», apuntan estos policías, que el pasado sábado salvaron la vida de un hombre que amenazaba con tirarse a las gélidas aguas del Pisuerga tras una ruptura amorosa.
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