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Suena Don Patricio en una discoteca de la calle Macías Picavea de la capital. 'Pa toda la vida'. Y los «panas» (que significa 'amigo' en español de Latinoamérica), como reza el estribillo de la popular canción, bailan y se divierten. Con mascarilla y la distancia de seguridad justa. ... Son las tres de la mañana del jueves 23 de julio y la escasa juventud que ha salido de bares tiene ganas de fiesta. «Pero es que así no se puede, es imposible perrear», suelta a bocajarro Paula, una chica de unos 20 años que reconoce –al tiempo que se la coloca por encima de la nariz– que la mascarilla es un «incordio». «Lo del gel hidroalcohólico no lo llevo mal, pero la mascarilla... puf», comenta mientras apura los últimos sorbos de su cubalibre.
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Está de fiesta, como cada jueves, con su pandilla, todos con una edad entre 19 y 25 años. Intentan contenerse en el asiento, pero el cuerpo les pide que se levanten a bailar. «Va, chicos. La mascarilla y vamos a guardar las distancias», les dice Isa, de 19. Asegura que ellos salen «porque no vas a dejar de lado tu vida social, es algo que está en el día a día», aunque también admite que les da «cierto reparo». «Está el ambiente raro, no te relacionas como antes. Antes de esto estaríamos en la pista bailando con otro grupo, pero ahora no. Tratamos de relacionarnos solo entre nuestro grupo de amigos, no juntarnos con otra gente», asevera esta joven.
Asimismo, considera que a la juventud se le ha «demonizado un poco» en relación a los rebrotes vinculados al ocio nocturno. «Yo lo que veo en Valladolid es que la gente está siendo responsable, intenta guardar las distancias todo lo que se puede, pero no dejas de estar de fiesta. La gente se cree que a nosotros nos gusta contagiar por ahí, y no. También nos preocupamos de tener cuidado porque vivimos con gente adulta, mayores en muchos casos, y sabemos que es algo muy grave», continúa.
Ya han interiorizado el ritual de coger la mascarilla cada vez que salen a la calle. Pero conforme avanzan las horas, insisten, «se olvida». «Es cuestión de tiempo. Ahora sales de casa y te la pones, pero según pasa la noche se te olvida. Antes se nos olvidaba al salir de casa y ya nos hemos acostumbrado», concluyen.
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