Los bares están llenos, superada la pandemia vuelven a abrirse nuevos establecimientos y cada vez más cristaleras lucen carteles de 'se busca camarero'. El presidente de la patronal hostelera vallisoletana asegura que el sector «paga por encima de los convenios» y se ha sumado a ... las voces que sostienen que «hay gente que no quiere trabajar» debido a «las ayudas» del Gobierno. Los sindicatos ven las cosas de diferente manera y creen que «la gente no quiere ser explotada» y «aborrece un sector donde te humillan por cuatro duros».
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La realidad, una vez más, parece depender del cristal con que se mira. El sueldo de camarero, ¿es justo o es mísero? ¿Qué tipo de contratos se firman? ¿Cómo son las jornadas? Probablemente dependa de cada caso. Pero hay registros que ofrecen algunas pistas.
El último convenio colectivo de hostelería (y alojamientos turísticos) de la provincia de Valladolid se firmó en diciembre de 2021, pero abarca de 2018 a 2026, lo que ya da una idea de lo peliagudo de la cuestión. Las partes llegaron a un acuerdo después de años de enfrentamientos y, al abarcar un periodo de tiempo tan largo, los acontecimientos le han pasado por encima. Un ejemplo: el salario mensual de un camarero, barman o sumiller para 2023 quedó fijado en una horquilla de entre 1.150,16 y 1.077,93 euros brutos al mes, dependiendo del tipo de bar: cafeterías de 1ª, círculos de recreo y casinos o pubs por un lado; y cafeterías y cafés-bares de 2ª. La menor de esas cantidades ha sido superada por el salario mínimo interprofesional, que este año es de 1.080 euros.
Hay, además, otro grupo profesional que no llega a camarero y que es a través del cual se entra en el oficio cuando se carece de experiencia. Se trata de los 'ayudantes de camarero y asistente en restauración moderna'. Para estos, el convenio vigente no llegaba al salario mínimo en ninguno de los casos (de 1.061,20 a 1.021,58 euros). Uno de los objetivos de la parte sindical, plasmado finalmente en el convenio es la unificación de tipos de establecimientos (llegó a haber cuatro, ahora hay tres) en 2026.
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Ahora bien, para llegar al salario fijado en convenio hay que tener un contrato a tiempo completo, algo que no se prodiga en el sector. Lo habitual es firmar por 20 o 30 horas semanales y, a la postre, hacer más cobrando éstas como 'complementarias' a unos 6,5 euros la hora. Se dan casos en los que llegan a suponer el 30% de las horas ordinarias de trabajo recogidas en el contrato, que es el máximo legal.
De la duración de los contratos en la hostelería no existen datos provincializados actuales. Al comprobar lo que sucede a nivel nacional, el resultado es el siguiente: Las 123.654 contrataciones realizadas por la hostelería en septiembre tuvieron una duración media de 27,07 días. La media del total de contratos fue de 50,24 días. La mitad de los contratos fueron indefinidos, mientras que el 25% duraron menos de siete días.
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En Valladolid, el sector es el segundo que mayor número de contratos formalizó el pasado mes de septiembre. De los casi 15.000 contrataciones registradas, 2.438 fueron de la hostelería, solo por detrás de las 2.531 de la industria manufacturera. En agosto se firmaron 1.803. En julio, 2.088. La provincia tiene registrados como afiliados a la Seguridad Social 11.863 asalariados en la rama de Hostelería, 500 más que en septiembre de 2019, antes de la pandemia. Las cifras dejan entrever la gran rotación de personal que existe en el sector.
En cuanto a la clase de contratos que se llevan en el sector, tampoco hay cifras por provincias, si bien las fuentes consultadas apuntan a que la composición no dista demasiado de lo que se puede comprobar a nivel nacional. En España hay 1,54 millones de asalariados en la hostelería y son menos de la mitad los que cuentan con un contrato indefinido a tiempo completo. En concreto, el 39,9%. El resto se reparte entre la parcialidad y la temporalidad: el 26,6% son indefinidos a tiempo parcial; el 25,2%, fijos discontinuos; el 4% son temporales a jornada completa y el 3,7% son temporales parciales.
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María Jesús González, responsable regional de hostelería de CC OO, cuenta uno de los últimos ejemplos que han llegado al sindicato. Se trata de una mujer de 35 años, con experiencia en el sector y actualmente en paro, que respondió a un anuncio de 'se necesita camarero/a' en un bar de un barrio de Valladolid. Le ofrecieron 20 horas semanales «para hacer 36», con un día de descanso a la semana.
«Los que cumplen las normas encuentran camareros», afirma Mónica de la Cámara, responsable de hostelería de UGT. «Lo que sucede es que muchos no quieren cumplirlas y se quejan de que no hay gente que quiera trabajar en el sector».
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El pasado lunes, el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de Valladolid, Jaime Fernández, señalaba que «habría que preguntar al Gobierno de España» por las dificultades de su sector para encontrar trabajadores y hacía referencia a las ayudas que, a su juicio, hacen «muy difícil» que algunas personas quieran trabajar.
Fernández sostuvo que «las ayudas son fundamentales para todo el mundo, pero las personas que tienen esas ayudas y pueden trabajar y se las mantienen, es muy difícil que quieran trabajar». Preguntado por los sueldos del sector, recordaba que los márgenes salariales actuales «se han negociado» con los sindicatos y aseguraba que en la actualidad «se cumplen esos requisitos e incluso se paga por encima de los convenios». También puntualizaba que aunque hace «mucho tiempo» que tienen «problemas para la contratación, éstos »poco a poco se van solucionando«.
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«Todos podemos comprobar cómo se han recuperado ya de la pandemia, y bien recuperados», argumenta María Jesús González. Pese a ello, «lo que más se encuentran quienes responden a las ofertas son contratos de 20 horas semanales, dos por la mañana y dos por la tarde, algo que imposibilita no ya conciliar la vida familiar, sino también poder simultanear dos trabajos para llegar a un sueldo digno».
Para la representante sindical, «durante los cierres de la pandemia, muchos empleados del sector probaron otras cosas y descubrieron que en otros trabajos sí se respetan los horarios y las jornadas; quizá cobrando lo mismo, pero con condiciones mucho mejores». González cree que «quien no pueda respetar las condiciones del convenio colectivo del sector, lo mejor que debería hacer es cerrar el chiringuito». «Los tiempos de la esclavitud ya pasaron pero parece que aquí todos los días vemos un caso en el que no es así».
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Para Mónica de la Cámara, los problemas del sector «no se limitan al salario y a las condiciones», sino que «van mucho más allá». «Son muchísimos los que tienen contrato de ayudante de camarero pero te los encuentras solos en la barra. ¿A quién ayudan? Tampoco se respetan los registros de jornada, ni se permite coger las vacaciones en verano porque ¿cómo se van a ir en plena temporada? Ni siquiera se cumple el Estatuto de los Trabajadores en materia de días de permiso». «En cuanto la gente descubre que hay trabajos donde todo figura en la nómina y se descansa en festivo, no lo dudan», concluye la representante de UGT.
Desde los sindicatos ponen en duda, por otra parte, que haya quien prefiera conformarse con una ayuda pública antes que buscar trabajo. El Ingreso Mínimo Vital (que según la AIReF solo llega al 40% de sus potenciales beneficiarios) asciende a 565 euros mensuales para una persona sola. «Con eso no da para los precios actuales», defienden.
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