Uno de los grandes placeres del verano es refrescarse con un buen helado. Y no. No todos son iguales. Por eso, El Norte quiere presentarles una ruta de los obradores vallisoletanos que conseguirán conquistar los paladares más exigentes. Su cremosidad, su originalidad y su presentación, ... nos ayudarán a pasar mejor los rigores del calor.
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Los clásicos de vainilla, fresa, limón o chocolate siguen siendo los favoritos de los clientes. Los hay que arriesgan mezclando con mango o pistacho. Los niños los prefieren de nube, chicle o arco iris, mientras que los que no son tan niños y quieren seguir recordando su infancia, optan por el tutti frutti. Los hay que rinden homenaje a la gastronomía española, disfrutando de un buen helado de arroz con leche, turrón o tarta de queso y otros que quieren someter a su paladar a un audaz desafío animándose a probar el de mojito o el de regaliz con sal. Los hay sin gluten, sin lactosa o sin frutos secos y se pueden acompañar de toppings líquidos como el chocolate o el caramelo, con frutas, gominolas, galleta o con chispas de colores.
Ser fiel a tu sabor de siempre, ha dejado de ser tendencia porque la oferta es infinita e inmejorable. ¿Te atreves a refrescarte saboreando un buen helado vallisoletano? ¡Empezamos nuestra ruta!
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Éste es el establecimiento decano en la capital en lo que a helados se refiere. Su historia se remonta al año 1900, cuando el turronero oriundo de Jijona, Manuel Iborra García, decidió montar su propio negocio de turrones en la capital del Pisuerga. 122 años y 3 generaciones después, la calidad sigue siendo el denominador común de todos sus productos.
El actual gerente, Antonio Iborra y su equipo, fabrican durante la temporada de verano, helados, bombones helados, granizados de varios sabores y horchata de chufa, que refrescan y hacen las delicias de sus clientes. «Tenemos 24 sabores de helados que vamos variando a lo largo de la temporada. Hacemos helados de crema y también sorbetes helados, que no es lo mismo que los granizados», aclara este turronero y heladero.
Los de cucurucho y tarrina son algo especial, pero los bombones helados, que son el gran desconocido de su carta de productos, son fuera de serie. Los hay almendrados (3 euros) y sin almendrar (2,90 euros). «Lo tenemos de toda la vida, en diferentes sabores. Nata, avellana, turrón y mantecado. Los almendrados, además, son de turrón y vainilla. La gente tiende más al helado de cucurucho, y cuando ofrecemos los bombones, todos se sorprenden. La calidad es de primera y su crujiente encanta a todos. También tenemos crocantis y barras al corte, que no tienen nada que ver con los industriales, ni en sabor, ni en calidad», afirma Baonza. «Por supuesto, en esta casa, el sabor más clásico es el turrón, aunque los más vendidos son el de chocolate y el de leche merengada. También nos piden mucho la vainilla y tutti frutti», añade.
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Ofrecen diferentes formatos, de cucurucho y tarrina para disfrutar en la calle y tarrinas de medio litro para tomar en casa. «Nos preocupan las intolerancias y alergias alimentarias y por eso, ofrecemos helados para diabéticos, para celíacos, para intolerantes y alérgicos a la lactosa, a los frutos secos, al huevo y al cacao», remata este experimentado heladero.
Dirección C/ Lencería, 2
Precio Almendrados (3 euros) y sin almendrar (2,90 euros)
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El obrador de esta heladería es casi, casi como un laboratorio. Incluso, a veces, echan mano de las nuevas tecnologías para calcular y apuntar las proporciones de cada ingrediente. Les preocupa que todo sea perfecto. Al frente de este paraíso para los amantes de los helados, está José González, quien aprendió a elaborarlos mientras trabajaba en el restaurante del gran chef Arzak. La suya es una heladería de 365 días al año, artesana y 100% natural.
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González ha demostrado que los helados de palo, también pueden ser un producto gourmet. Los elabora con paciencia, mucho mimo y pensando siempre en la mejor combinación de sabores. En sus expositores podemos encontrar polos y paletas de yogur negro, de menta y chocolate, mango y kiwi o maracuyá y fresa, entre otras delicias. «A muchos los polos les recuerda a la infancia. Están hechos con la mejor fruta», dice. Y aunque los polos se los quitan de las manos, su producto estrella es el Bubble Waffle (4,5 euros). Un helado original, pensado para los más golosos e insaciables, ya que sus dimensiones son enormes. El bubble waffle es una variante mucho más esponjosa y deliciosa que el gofre convencional. Se utiliza para envolver el helado, al que se pueden añadir todo tipo de toppings y coberturas. Lo mejor es echarle imaginación. José propone un helado con sabor Rocher. «Sabe al bombón de Ferrero Roché. Está hecho con avellana de Piamonte y chocolate belga al que añadimos un crocanti. Al comer el helado hay que masticar un poquito y es muy agradable al paladar. En cuanto a los toppings, el favorito del público son las nubes», dice.
Sus helados de tarrina y cucurucho (2,5 euros) también vuelven locos a los vallisoletanos y turistas. Hay que reconocer que son muy generosos con las cantidades. Las enormes bolas desbordan y eso a niños y grandes les encanta. «Tenemos 20 sabores de helado. A veces los restaurantes me piden que haga un helado de un sabor concreto para incluir en su carta. Yo lo formulo, para tener en cuenta la densidad que le quiero dar y la temperatura a la que tiene que salir y a partir de ahí, elaboro la receta», concluye.
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Dirección C/Santiago, 13
Precio Su producto estrella es el Bubble Waffle (4,5 euros)
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Maro Valles es uno de los mejores exponentes de la alta heladería vallisoletana. En las manos de Roberto Valles hacer helados se convierte en arte. Él es el maestro heladero de esta empresa familiar que fundó su padre Audomaro Valles, hace más de 50 años. Sus dulces y sus postres, son un referente en cualquier celebración que se precie, pero sus 8 sabores de helado, son algo sublime que bien merecen varias visitas a cualquiera de sus tiendas. No podremos resistirnos a los de pistacho, vainilla, chocolate con crocante de nuez, yogur con frutos rojos, avellana, queso o leche merengada. Pero sin duda, el más especial de todos, es el de tarta aniversario. Su dulce más famoso, convertido en helado. Una delicia para los sentidos (cucurucho pequeño 2,50 euros y grande, 3,70 euros).
«El sector de la alta pastelería y heladería ha evolucionado mucho. Hace años había mucho más celo a la hora de trabajar y en beneficio del gremio, eso ha cambiado. Ahora compartimos recetas y técnicas y eso es bueno para los artesanos. Nuestro máximo competidor es la heladería industrial que cada vez lo hace mejor y los artesanos tenemos que utilizar nuestras armas para diferenciarnos», afirma Valles, quien opina que «Hay helados y helados. Un helado se puede hacer con agua y esencias, como hay muchos en el mercado, o con la materia prima de mejor calidad, con un proceso como el nuestro en el que hasta maduramos el producto durante 24 horas para que los sabores y aromas se asienten mucho mejor antes de mantecarlo», informa.
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Para este maestro heladero lo más importante es que la materia prima sea de calidad, el proceso sea artesanal y la receta esté equilibrada. Ese es el secreto de un buen helado y nosotros no escatimamos en ninguna de las tres porque creemos en el romanticismo del trabajo bien hecho y de los buenos helados», dice.
Dirección Pza. Poniente, 4
Precio Cucurucho pequeño 2,50 euros y grande, 3,70 euros
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«Nuestro helado de piñones de Pedrajas es el más popular de todos», recalca Mario Hermosa Vara. Él y su hermano Pablo, son los gerentes de Pastelería Belaria. Les viene de tradición familiar. Su abuelo, Baltasar Vara y su madre, Inmaculada, llevaron a lo más alto el negocio. «Tenemos muchas recetas de helado, pero tenemos la limitación del expositor, que sólo nos da para 24 sabores, así que los vamos cambiando. Son totalmente artesanales y no llevan ni saborizantes, ni conservantes, ni colorantes y cada receta tiene su propia fórmula», informa este pastelero y heladero. «Para el helado de vainilla usamos vainas de vainilla, el de chocolate lo hacemos con chocolates Valrhona, que son los mejores del mercado. Lo importante es no escatimar con la materia prima de primera calidad».
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El helado de piñón de Pedrajas es muy especial. Tiene un sabor muy castellano y es el favorito para muchos vallisoletanos. «Llevamos haciéndolo toda la vida. Es un clásico en nuestra carta. Para la receta trituramos piñones previamente tostados y luego, cuando lo mantecamos, echamos piñones eneros. La receta es de mi madre. Utilizamos piñón de Pedrajas de San Esteban, que está asociado a la marca 'Alimentos de Valladolid', lo cual es una garantía. Los niños prefieren el de nata con perlas de galleta cubiertas de chocolate. El año pasado sacamos como novedad el de pistacho, el de vainilla y nueces de macadamia, frambuesa. ¡Están todos buenísimos!», invita.
Dirección Pza. Juan de Austria, 1
Especialidad Helado de piñón de Pedrajas
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En este céntrico establecimiento se pueden degustar helados. El empeño y voluntad de su gerente, Luis Torío, en realizar todas las elaboraciones con productos naturales, se nota en el sabor y cremosidad de sus creaciones. Muchos conocen a este establecimiento como la «heladería de la vaca», ya que tiene un enorme rumiante a la puerta del establecimiento, donde todo el mundo se hace fotos. «Hay que distinguir entre helados cuya base es la leche, y sorbetes, que se hacen con frutas y cuya base se hace a partir de agua. Cada sabor tiene un proceso diferente», dice mientras pone en marcha la mantecadora.
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En su obrador a la vista del público, Luis prepara cada día sus helados artesanos. Entre sus 28 sabores, él propone al público vallisoletano probar el de cerezas de amarena (2,50 euros). «Lo hacemos con las mejores amarenas del mundo y con base de nata. Lo que nos diferencia es que la nata la hacemos con leche fresca de los monjes cistercienses de Palencia. Muy pocas heladerías en España utilizan leche fresca que es mucho mejor y tiene una grasa diferente, lo que cambia absolutamente el sabor y la calidad», invita Luis. «Rematamos el helado con un chorro de chocolate que empapamos desde una fuente de chocolate. Este baño es gratis. Tenemos el helado más rico del mundo», presume.
Los gustos van por edades. Así, en esta heladería, los más pequeños eligen los sabores básicos de fresa y chocolate. Los adolescentes prefieren el de cookies, oreo o amarena. Los más mayores eligen el turrón y la avellana. Uno de los sabores que más llama la atención es el helado bacio (beso, en castellano). «La base es de chocolate y avellanas y está salpicado con avellanas enteras. En Italia es uno de los sabores más típicos, aquí se conoce menos, pero es espectacular. En invierno el público tiene a sabores como el polvorón, turrón de yema o el de castañas. También hemos hecho helado de maíz está buenísimo. A la gente le encantó», asegura.
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Dirección C/ Ferrari, 10
Precio 2,50 euros
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En Tordesillas encontramos otro de los buques insignia de la heladería vallisoletana. A su frente está Javier Baonza, de 31 años y químico de formación. Él es la cuarta generación de heladeros en su familia. A finales del siglo XIX su bisabuelo Eleuterio empleaba el excedente de la leche de sus vacas en producir leche helada y helados, que luego vendía de pueblo en pueblo. Su leche helada alcanzó una merecidísima fama en toda la provincia. Emiliano, abuelo de Javier, se formó en la heladería La Italiana, en la calle Princesa de Madrid, donde aprendió a elaborar el granizado natural de limón, cuya receta se conserva en la familia desde entonces, helados de agua de cebada y aurora y horchata de almendras. Ahora, Javier y su padre, que también se llaman Javier, ven con orgullo como su heladería, situada en la Plaza Mayor de Tordesillas, sigue siendo parada obligada para todo aquel que visita la localidad.
Su producto estrella es la leche helada (copa mediana 3,40 euros). Es un dulce muy especial, que encanta a niños y grandes por su genuino sabor y cremosidad. La lista de ingredientes es corta: leche, huevo, azúcar, limón y canela que importan desde Ceilán. El toque final, lo pone un crujiente barquillo, que antaño también elaboraban en el obrador y que ahora fabrica su tío de forma artesanal.
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Los Baonza venden cada semana 2.000 litros de lácteos helados, el 75% corresponden a la leche helada. Nunca dejan de pensar en nuevos sabores con los que refrescar a sus clientes. «Vamos rotando. Nunca nos faltan los clásicos como el de nata o vainilla y en vitrina tenemos otros gustos más más atrevidos como chocolate rosa, yogur de maracuyá y yogur de frutos del bosque, queso de cabra, regaliz, nube, que es el favorito de los niños, o el de chocolate extra negro», prosigue este heladero. Muy especiales, digestivos y refrescantes, son también sus sorbetes, que tienen una gran acogida en numerosos establecimientos de hostelería de toda España.
Dirección Pza Mayor, 4. Tordesillas
Precio Leche helada (copa mediana 3,40 euros)
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Esta heladería lleva desde 1925 refrescando los paladares de los medinenses con sus dulces tentaciones. «La fundó mi abuelo Toribio. Él era lechero y vendía su leche a un heladero alicantino. Se dio cuenta de que éste la vendía congelada y con sabor y no se le estropeaba, así que decidió hacer lo mismo», cuenta José Manuel Sánchez, quien está a punto de jubilarse y pasar el testigo a su hijo Sergio. «Éste es un negocio estacional. Abrimos de abril a septiembre y somo una heladería pura, en la que sólo se venden productos helados», dice con orgullo.
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Tienen una espectacular gama de sabores. 56 en total. Así se aseguran conquistar a todo el mundo. Seleccionan la mejor materia prima y esa fórmula les funciona para mantener fiel a su clientela. «Tenemos helados para diabéticos, veganos, celiacos e intolerantes a la lactosa. También tenemos barquillos especiales sin gluten. Somos una empresa muy completa en ese sentido», comenta este experimentado heladero.
El emblema de este negocio es la leche helada (2,30 euros), que se sirve en copa. Y entre los helados (2,60 euros), el sabor que más aceptación tiene es el de nata con piñones. «También nos piden mucho el de queso Philadelphia con mermelada de arándanos y el mantecado con turrón de yema tostada. Siempre estamos atentos a nuevos ingredientes que salen al mercado y a las nuevas tendencias. Este año, como novedad vamos a incorporar el sabor a bombón Raffaello», prosigue. Él opina que se puede hacer helados de prácticamente todos los sabores, «aunque no todo vale. «Hace años muchos clientes me decían que en Asturias había helado de fabada, así que yo lo hice. Quedó muy logrado, pero a la gente no le gustaba, porque, ¿a quién le apetece comerse una fabada helada? Hay sabores que se prestan más que otros. Así, por ejemplo, se puede hacer un helado de wasabi, pero ¿luego quién se lo come?», bromea José Manuel. Él siempre está abierto a personalizar nuevos sabores para ajustarse a las necesidades de los hosteleros más imaginativos que quieren diferenciarse con sus platos. Así, ha creado un helado de aceite de oliva y un sorbete de vinagre de Módena, que un famoso restaurante utiliza para aliñar sus pescados y ensaladas.
Dirección C/ Cuenca 3. Medina del Campo
Precio Leche helada (2,30 euros). Helados (2,60 euros)
Además de estas recomendaciones sobre dónde disfrutar de los mejores helados en Valladolid, aquí puedes encontrar una ruta con algunas de las mejores hamburguesas de la ciudad o los mejores caracoles.
Todo ello en nuestro espacio dedicado a los mejores sitios para comer y beber en Valladolid.
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