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Comienza a caer la noche y el guardián del Teatro Pradera –con sombrero y gafas de sol, con una cicatriz que le cubre la mejilla izquierda– se presenta por sorpresa, nadie aquí lo espera, en mitad de la Acera de Recoletos. «Buenas noches», se presenta. « ... ¿Son ustedes los que vienen a ver la última sesión en el Pradera?», pregunta a la concurrencia. Y una veintena de personas, todas con su entrada lista para el espectáculo, responden que claro, que sí, que ahí están, listos y dispuestos para que se levante el telón de un escenario único en Valladolid.
La ciudad recuerda este verano al mítico Teatro Pradera con una ruta dramatizada que todos los viernes, desde las 21:30 horas, se pasea por el Campo Grande (o campo de Marte, o campo de la verdad) para evocar –según avanza la velada, con la oscuridad como aliada– la historia y la leyenda de una platea mágica. Porque ese apellido, Pradera, es fundamental para explicar la vinculación vallisoletana con el séptimo arte.
Viajemos a los primeros años del siglo XX. A las fiestas de septiembre, con San Mateo como valedor. Por aquellas fechas, los pucelanos se acercaban al Campo Grande para disfrutar de los juegos de luz, los espectáculos pirotécnicos, los conciertos de bandas y orquestinas. Y también, las primeras proyecciones de un invento que causaba furor en otras ciudades:las proyecciones cinematográficas que los hermanos Pradera trajeron hasta Valladolid.
En de septiembre de 1904, inauguraron una barraca de madera en la plaza de Zorrilla, muy cerquita de la estatua del popular poeta. Allí, un proyector exhibía los rollos con películas de cine mudo que conseguía Jose Pradera Antigüedad, uno de los hijos de aquel contratista francés que se vino a España a mediados del siglo XIX para la construcción del ferrocarril de Ariza. Los hermanos Pradera vieron en el cine una oportunidad de negocio y por eso solicitaron al Ayuntamiento la cesión de los terrenos para convertir aquella barraca en posterior salón y más tarde en teatro (se inauguró en septiembre de 1910),con el cine y los espectáculos de variedades y cabaret como ingredientes para entretener a los vecinos de una ciudad que, a principios del siglo XX, tenía poco más de 70.000 habitantes.
Entre las compañías que se subieron a las tablas del Pradera estaba la que dirigía Pepe Bergés, un grupo de artistas hasta entonces en permanente gira (de ciudad en ciudad)que eligió Valladolid como plaza estable. La historia de este Bergés (rebautizado aquí como Samuel) es la que articula la ruta teatralizada. Porque el empresario teatral y su esposa Verónica son los protagonistas de la ruta. Explican que su compañía se encontraba ensayando para uno de sus espectáculos cuando un incendio se desató en el interior del teatro, en un almacén en el que se guardaban los rollos de los filmes.
«¿Saben ustedes que una película de nitrato de 35 milómetros es tan inflamable que arde tres veces más rápido que el papel?», preguntan los intérpretres, mientras acompañan a los asistentes a la ruta por un recorrido por el Campo Grande, con paradas junto a la biblioteca, la faisanera, la Fuente de la Fama, el lago, la gruta o la pérgola.
Así, en distintas escenas, se reconstruye la historia del teatro, pero también se cuentan leyendas populares (como la del hombre del saco o el de arena, que se lleva a los niños que no duermen) y se articula un conflicto sobre qué ocurrió realmente con aquel incendio que en el verano de 1920 asoló el Teatro Pradera. ¿Cuál fue la chispa que provocó el fuego? ¿Fue un accidente o, en realidad, tal vez, algo premeditado?
Sobre estas pregunta se asienta la dramaturgia, con los actores Pablo James Pacheco, Diego González Rioja y Lorena Pérez-Calvo. Y todo ello, con un ambiente de misterio, con la noche como invitada y reflexiones en torno a los monstruos que llevamos dentro. «A veces echamos la culpa a los demás de nuestros errores, cuando somos víctimas de nosotros mismos», se dice en un momento de la representación, que vive sus últimas escenas en el Paseo del Príncipe y en la plaza de Zorrilla, justo en el lugar en el que hasta finales de los años 60 estuvo el Teatro Pradera. Su última función tuvo lugar el 24 de septiembre de 1967. Cerró el patio de butacas al tiempo que la ciudad despedía las fiestas de aquel año. Poco después comenzaba su derribo. En un primer momento, se planteó la construcción allí de un hotel de lujo. Hoy, un escudo vegetal recuerda el lugar en el que estuvo el Teatro Pradera, que este verano revive de nuevo gracias a este ruta teatralizada para los viernes por la noche.
Y estas son las principales fechas de la historia del Teatro Pradera.
14 de septiembre de 1904. El Norte de Castilla da cuenta de la inauguración de una barraca de madera (frente a la estatua de Zorrilla, amplia, con el vestíbulo decorado y un órgano eléctrico) en la que José Pradera exhibía cine mudo. Las primeras proyecciones fueron 'La borrachera de un soldado', 'Salvamento de naúfragos', 'Vista desde el puente de Portugalete' y 'Ladrones de nidos'.
24 de diciembre de 1909. La familia solicita al Ayuntamiento la cesión de los terrenos donde estaba la barraca para construir un teatro. El 31 de diciembre de ese año, el Consistorio aprueba el arrendamiento de 2.250 metros cuadrados por 1.900 pesetas anuales durante 18 años.
16 de septiembre de 1910. Apertura del salón Pradera, con una sesión por invitación a las 19:30 horas y una posterior de pago. Tenía ocho puertas de salida, dos salas de espera y un patio de butacas de 20 filas, palcos y platea. Se estrenó con un espectáculo de las hermanas Heliet (Bailarinas), Los Villalpandos (dos acróbatas) y Barlay Bros Jack and Tommy (dos barristas). Estaba prevista la actuación de cinco ciclistas inglesas (Cinco planetas), que se tuvo que posponer al día siguiente porque no habían llegado sus equipajes.
10 de junio de 1920. Debut de la compañía de operetas y zarzuelas del Teatro Novedades de Barcelona, dirigida por Pepe Bergés, con la obra 'La geisha'.
24 de junio de 1920. Un incendio en el interior del teatro (desde un almacén, repleto de cintas de películas), mientras se ensaya la obra 'La reina amazona', provoca daños en su interior y trece heridos, según el relato del historiador Enrique Berzal. Pradera pide prórroga de la cesión del terreno.
14 de agosto de 1920. Reinauguracion del teatro con una velada que incluyó las actuaciones de la mezzosoprano María del Mar, la bailarina Amparito Medina y un espectáculo de varietés con Les Briatore («tres señoritas y dos caballeros malabaristas, acróbatas, cantantes, concertistas...»).
14 de junio de 1930. El cine sonoro llega al Teatro Pradera con 'Hollywood revue' (una película de la MGM). Lo hizo con algunos día de retraso, ya que hubo que arreglar las «deficiencias del aparato sonoro», informaba El Norte.
1932. Restauración exterior, con los torreones y la elevación del cuerpo de la azotea.
24 de septiembre de 1967. Última función en el Teatro Pradera con la obra 'Metidos en harina', de Zori, Santos y Codeso. La demolición tuvo lugar el 21 de enero de 1968. La idea era levantar un hotel de lujo que nunca se llegó a construir. Un escudo floral ocupa hoy el espacio donde estuvo el teatro.
La entrada general cuesta ocho euros, con descuentos para mayores de 65, menores de 14 y personas con un 33% mínimo de discapacidad (pagan seis euros).Las reservas pueden hacerse en la Oficina de Recursos Turísticos de la Acera de Recoletos y en la web infovalladolid.es.
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