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«La tienda está para tirarla entera», resumía ayer a primera hora de la mañana Mónica Díez, la propietaria de la tienda de Benetton en la calle Montero Calvo, situada en el epicentro de los daños del reventón de una vieja, y enorme, tubería ... de medio metro de diámetro que anegó literalmente esta vía peatonal en el tramo situado entre Duque de la Victoria y Menéndez Pelayo y causó miles de euros en daños en diez comercios (cinco de ellos fueron los más afectados), trasteros y sótanos de los bloques de viviendas.
La peor parada, sin duda, fue la tienda de moda Carmen Alonso, situada al borde mismo del punto de ignición de los miles de litros de agua a presión que «brotaron de los adoquines como un géiser» a partir de las siete y media de la tarde. A estos dos comercios, que perdieron el género al completo y buena parte del mobiliario, se suman los cuantiosos daños ocasionados, del lado de los números pares, en el Café Ibérico y el Hotel Amadeus; y, por el lateral de los impares, en los comercios de Zoco y Solera. También sufrieron daños los comercios La Petit Cloe, Ninette & CO (en el día de su inauguración), la peluquería Laura y la chocolatería El Castillo –pudo abrir ayer–. El agua se coló también en los sótanos de los inmuebles de los números 12 y 14, así como en un garaje de tres plantas, con trasteros, situado a la vuelta de la esquina, hacia la que fluyó el agua durante «más de dos horas», en la calle Santa María. Aquavall, eso sí, aclaró ayer que el reventón se aisló y se cortó el agua del tramo afectado a las 19:54 horas. El primer aviso a los servicios de emergencia se produjo a las siete y media y la compañía fue alertada a las 19:40. La tubería, en cualquier caso, acabó expulsando la friolera de dos millones de litros de agua (2.000 metros cúbicos).
Las imágenes del reventón
El origen del reventón se encuentra bajo tierra, o adoquín, en una tubería de 500 milímetros de diámetro (medio metro), una de las más grandes de la red de abastecimiento, y de fundición gris, un material duradero, pero más antiguo, incluso, que las endebles conducciones de fibrocemento –en la actualidad son sustituidos ambos materiales por tuberías de fundición dúctil–. Este conducto fue instalado en 1886 (siglo XIX), si bien es cierto que se mantuvo cuando se peatonalizó la calle en 1985 debido a su buen estado. Semejante antigüedad, una rareza en la red de abastecimiento, es lo que explicaría que su diámetro fuera del doble que el de las conducciones ordinarias de abastecimiento –de entre 150 y 250 milímetros–. «Es un material que aguanta bien el paso del tiempo, pero no deja de ser una tubería muy antigua –nada menos que 135 años–, aunque es cierto que nunca hasta ahora había dado problemas ni presentaba signos de deterioro», explicaron fuentes de Aquavall, cuyos operarios trabajaban ayer en la localización de la fuga y las tareas de reparación, que «tardarán días» en concluir, al menos, en cuanto a la reposición del firme.
La tubería que se ha reventado ayer en la calle Montero Calvo data de 1886. Tenía 134 años. El material es de fundición gris.
Oscar Puente (@oscar_puente_) March 9, 2021
El reventón, al margen de los daños materiales, mantuvo ayer sin agua a decenas de vecinos y negocios, 170 abonados en total, del tramo completo de la calle Montero Calvo situado entre Teresa Gil y Santiago. Los operarios de la empresa recuperaron el suministro pasadas las nueve de la noche de ayer.
«El agua comenzó a salir como un géiser y no había manera de pararla», relataba ayer Camino Martínez, de la tienda Zoco, a la que tuvo que sacar «un bombero a caballito cuando el agua llegaba casi por las rodillas». A su lado, justo al borde del lugar del reventón, se encuentras las tiendas de ropa Solera y Carmen Alonso. Esta última quedó destrozada. «A nosotros se nos metió el agua hasta el fondo, aunque creo que hemos podido salvar la ropa, pero a Carmen parece que le ha pasado un tsunami por la tienda», resumió Pilar Galván, de Solera, antes de lamentar que «ahora nos tocará cerrar unos días para reparar el mobiliario y es una faena que nos va dar la puntilla».
La escena se repitió al otro lado de la calle, donde el agua anegó los sótanos de Benetton y del Café Ibérico, así como las plantas inferiores del hotel Amadeus y los sótanos del inmueble del número 14 (se derrumbó la pared del almacén del café y quedaron al descubierto los trasteros). «Gracias a Dios, y dentro de lo malo de esta situación, no teníamos clientes», suspiraba el dueño del hotel Amadeus, Daniel Vaquero, quien explicó que «el agua inutilizó el ascensor y anegó los salones de la primera planta –reservados estos días para expositores de calzado– y del garaje». La riada alcanzó, incluso, a otro garaje del bloque de los números 16 y 18 de la calle Santa María. Allí se afanaba aún por la mañana Pilar Martínez en sacar agua del trastero de la tercera planta: «Se metió como una cascada y se llenó entero de agua».
Comerciantes, vecinos, bomberos y operarios de Aquavall trabajaron hasta la madrugada para achicar agua con bombas e intentar minimizar los daños. Un perito de la empresa pública pasó por la mañana para hablar con los afectados y anunciar que asumirán las reparaciones. «La reparación de la fuga y de los daños en los negocios va a ser una prioridad», anticipó la concejala de Medio Ambiente, María Sánchez.
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