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Emociones, recuerdos e impresión. Las caras de decenas de vallisoletanos, algún turista también, reflejaron al atardecer de ayer sentirse partícipes de la historia de la capital con la reapertura de la Iglesia del Rosarillo tras cuatro décadas cerrada dado que entrar en este céntrico ... templo fue para los más mayores algo así como rememorar su pasado y para los jóvenes fue como encontrarse con la cronología oculta de la ciudad. Y todos coincidieron en sus rostros con gestos de asombro y fascinación al descubrir una iglesia del siglo XVI pero con una restauración del XXI que ha aprovechado recursos arquitectónicos y tecnológicos contemporáneos para intentar conseguir un íntimo espacio sacralizado que compatibilizará el uso religioso con el cultural.
El esplendor de este templo de arquitectura clasicista y patrimonio barroco se abrió con gran expectación con la solemne llamada al centenario portalón del obispo emérito de Santander, Manuel Sánchez Monge, y ante una calle San Juan de Dios completamente abarrotada, enmudecida por la expectación y fascinada por la primera contemplación con la banda sonora de la Banda de Cornetas y Tambores Pureza. Un primer momento en que regresaban a casa la Virgen del Rosarillo y el Cristo del Refugio, en que despertaron atenciones duplicadas a su entrada por la devoción que siempre han despertado estas imágenes pero también porque su vuelta significó el acceso de todos, la apertura de un templo desconocido para las últimas dos generaciones de vallisoletanos.
Unos actos de apertura que comenzaron a media tarde con una solemne misa en la Iglesia de San Felipe Neri, los congregantes propietarios del Rosarillo, presidida por Sánchez Monge y el vicario de la ciudad, Jesús Fernández Lubiano, en una celebración que significó la despedida de las dos veneradas tallas para regresar a su templo titular.
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Un traslado en el que participaron la mayoría de cofradías penitenciales y de gloria de Valladolid con una procesión de muchos detalles: desde que abrían el cortejo la cruz y los ciriales de la Catedral con el simbolismo de ser un acontecimiento de ciudad hasta que se ahondó en el carácter interparroquial de ésta céntrica demarcación que pertenece a la unión parroquial de Santiago-El Salvador.
Con ello se cedió especial protagonismo a una numerosa participación de la Cofradía de las Siete Palabras o la Penitencial de Jesús Nazareno, de Jesús Resucitado o del Señor atado a la Columna, que escoltaron un crucificado con los históricos faroles nazarenos al Cristo del Refugio, un afamado crucificado que popularmente se le conoce en Valladolid como el 'Cristo de los 33 Credos' por reunir históricamente las oraciones de los fieles vallisoletanos tras el Sermón de las Siete Palabras de la Plaza Mayor. Precisamente, en un acto de hermandad y en ese contexto, en un primer tramo, la talla de pequeño tamaño fue portada a hombros por las Siete Palabras mientras que, en un segundo tramo, lo alumbró la Preciosísima Sangre por su vinculación con esta congregación que cada Semana Santa cede el Cristo del Olvido para su procesión del Lunes Santo.
Lleno de todo el recorrido
En un recorrido con numerosa participación, dentro y fuera de la planta procesional con la mayoría de las hermandades de penitencia y alguna de gloria, con una calle Regalado completamente llena en su discurrir entre Teresa Gil y Catedral, el desfile se abría camino con las banderas de las mencionadas cofradías hermanadas junto con las de los patrones de Valladolid, Nuestra Señora de San Lorenzo y San Pedro Regalado. Precisamente los hermanos del fraile patrono con especial vinculación con la Cofradía de la Orden Franciscana Seglar-La Santa Cruz Desnuda fueron los encargados de portar a hombros en sus andas cedidas a la Virgen del Rosarillo y hacer la entrada triunfal de la talla mariana en su templo.
Portugalete fue otro de los puntos del recorrido que más curiosos atrajo para ver a la Virgen del Rosarillo que se convirtió en una auténtica fiesta donde las campanas de la Seo Metropolitana, además del resto por donde pasó la procesión como El Salvador o La Antigua, tocaron al paso de la comitiva religiosa.
Y en relación a esta imagen iban surgiendo numerosas preguntas entre los viandantes ante el desconocimiento suscitado de ver una procesión que alcanzó su máxima atención en el entrono hostelero de Cascajares y Portugalete hasta el punto de que unos cuantos emprendieron camino con la Virgen del Rosarillo atraídos por la curiosidad de conocer su iglesia.
Una vez dentro, cientos de vallisoletanos quisieron descubrirlo y recordarlo tras cuatro décadas cerrado con unas obras de restauración que han abarcado desde la parte arquitectónica del edificio hasta lo patrimonial destacando la renovación del camarín de la Virgen. Se trata de una de las principales intervenciones en los trabajos de restauración recientemente concluidos junto con la creación de un nuevo zaguán acristalado además de la limpieza de todos los retablos, la recuperación del suelo de madera, del centenario púlpito o la modernización del sonido, la iluminación y los sistemas de seguridad.
Este domingo 10 de noviembre, a las 18.30 horas, será el turno de la misa de bienvenida al templo del Rosarillo con el arzobispo Luis Argüello. Y, para conocer más en detalles históricos, Javier Burrieza ofrecerá el próximo jueves una conferencia.
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