Un romance surgido entre cromos y novelas

Al principio no eran más que vecinos de negocios, que se saludaban amablemente «y poco más», pero con el tiempo, fue surgiendo una bonita amistad. Comenzaron a visitarse respectivamente en sus negocios, intercambiaban consejos y entre revistas y novelas, fueron compartiendo historias y anécdotas de una clientela común. La cercanía de ambos establecimientos permitió que sus caminos se cruzaran una y otra vez, creando una complicidad especial. Las tímidas sonrisas y las conversaciones casuales del principio se convirtieron en encuentros regulares y charlas interminables, y la admiración mutua que sentían, evolucionó en amor. «Nuestros locales estaban pared con pared y de vez en cuando, nos hacíamos visitas para preguntarnos que qué tal nos iba el día, o que cómo llevábamos las ventas y al final surgió la chispa», adelanta ella. «Fui yo quien dio el primer paso regalándole unos claveles», dice él muy orgulloso de su arrojo. «Yo ya notaba algo, pero no decía nada», contesta ella muy coqueta.

Durante algún tiempo mantuvieron su relación y ambos negocios por separado. Les preocupaba mezclar su amor con sus respectivas empresas. Pero descubrieron que sus pasiones se entrelazaban. Daniel encontró en los libros de Susana una ventana a otros mundos, mientras que Susana disfrutaba de las noticias y las chucherías que Daniel ofrecía en su kiosco. Decidieron entonces crear un espacio único donde la literatura y las noticias convivirían en armonía.

Así, en el año 2000 fusionaron sus empresas en una sola que, como no podía ser de otra manera, se llamó Librería-Kiosco 'El Pasaje'. «El nuestro es un amor que fue surgiendo poco a poco. Al principio hablábamos de nuestros negocios, pero luego empezamos a hablar de cosas más personales hasta que al final terminamos uniendo los negocios de todas las formas posibles. Veíamos que ambos oficios estaban muy relacionados y consideramos que lo mejor era unirlos. Así ahorrábamos un alquiler», dice muy práctico Daniel.

De esta manera, las estanterías de libros empezaron a compartir espacio con los estantes de periódicos y revistas, creando un lugar mágico donde los amantes de la lectura y los ávidos de información podían encontrarlo todo bajo un mismo techo. En el año 2006 decidieron cambiar su ubicación a otro local más cómodo para ellos, en el número 8 de la misma calle, que es donde están actualmente.

En 2013 se casaron y según cuentan, la luna de miel la pasaron en su librería-kiosco. «Nos casamos un miércoles por la mañana y por la tarde nos vinimos a trabajar. No queríamos hacer celebraciones, así que lo celebramos aquí entre libros y revistas», cuentan ambos.

Daniel y Susana saben aparcar los problemas de casa para no llevarles al trabajo y viceversa. «Ambos somos personas muy tranquilas, nos compenetramos y lo llevamos muy bien. Estamos las 24 horas del día juntos, pero apenas discutimos. Podemos estar agobiados, pero no lo llevamos al terreno personal», aclaran. Y en tantas horas al día que pasan juntos, también tienen hueco para sus aficiones personales. Así, Daniel, ha publicado una novela, Grisálida, que habla del maltrato y que ella, como experta librera, ensalza como una «magnífica lectura en la que los detalles de la historia están muy cuidados». «Inicialmente iba a ser un relato corto y al final la desarrollé en formato novela. Tardé tres meses en escribirla. Trata sobre un aspecto de la violencia de género que no se suele tratar, que es cuando una persona ya no encuentra nada a lo que agarrarse y cómo a veces la única manera de encontrar la paz es la muerte», cuenta él.

Juntos, Daniel y Susana, han sabido construir una relación basada en el respeto, la pasión por su negocio y el amor compartido por la palabra escrita. Su éxito no solo se mide en ventas, sino también en el afecto de los vecinos del barrio. «La nuestra es una librería de guardia», dicen entre bromas. «Al vender prensa, abrimos también los domingos y… muchos clientes lo saben y cuando se les termina un libro, o tienen que hacer una fotocopia, saben que nuestro negocio está siempre abierto. En el barrio, los clientes nos quieren mucho. Se ve que nos portamos bien con ellos y también les llama la atención nuestra historia», concluyen.