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«Aquí ves entrar gente cada dos por tres y hemos tenido incendios, robos, indigentes... Es una pena porque es una casa preciosa y con mucha historia», lamentan los vecinos de un palacete centenario situado en pleno Paseo de Zorrilla, en el número 141, a ... la altura de La Rubia, sede hasta hace algunos años de la pionera 'Escuela municipal de educación especial de autismo El Corro', cuyo antiguo letrero de piedra aún se conserva tirado entre la basura, los cascotes y los restos de mobiliario y paredes quemadas que decoran su interior.
El viejo palacete, con muros de ladrillo y piedra, ventanas de madera verdes y un singular porche de madera y tejas centenarias que bordea sus muros, perteneció en su origen a Rufo Luelmo, un empresario agrícola, comandante de Artillería y diputado que murió el 22 de septiembre de 1930, cuyo hijo, José María Luelmo, poeta y catedrático (fallecido el 18 de abril de 1991), heredó la finca familiar de 45 hectáreas que ocupaba un amplio terreno entre lo que hoy es Parque Alameda y La Rubia.
Aquellos terrenos fueron vendidos en 1982 al Ayuntamiento (pagó cerca de 481 millones de pesetas por ellos -2,8 millones de euros-) e incluían, entre otros bienes, la hoy denominada 'Casa Luelmo' o 'Villa Paulita' -así se llamada la mujer de Rufo Luelmo- (Parque Alameda) y el pequeño palacete de ladrillo del número 141 del Paseo de Zorrilla (La Rubia). La primera estuvo habitada por la familia hasta 1996, cuando pasó a manos del Ayuntamiento, que después la cedió a la Junta (2003) y que hoy acoge la sede de la fundación Santa María La Real. El segundo, a su vez, fue cedido precisamente por José María Luelmo en 1980 para la apertura al año siguiente de la escuela para niños autistas El Corro.
El centro, auspiciado por el Ayuntamiento, mantuvo su uso como escuela municipal infantil hasta comienzos del siglo XXI, cuando la asociación, pionera en su momento, se mudó a sus actuales instalaciones, entre otras, de Covaresa y Pajarillos. «El edificio estuvo bien hasta que se cerró la escuela (a partir de 2003) y aún se mantuvo más o menos hasta que hace ocho años comenzó a entrar gente y empezaron los problemas», relatan los testigos del ocaso de un inmueble centenario, presumiblemente catalogado, cuyo estado de conservación bordea hoy la ruina.
Sus actuales propietarios llegaron a poner en venta la histórica vivienda, cuya superficie útil supera los trescientos metros cuadrados en sus dos plantas y que ocupa una amplia parcela, que linda con los antiguos terrenos militares de La Rubia, con entrada desde el Paseo de Zorrilla y un acceso lateral para vehículos, de más de mil metros cuadrados. El último anuncio de venta del inmueble se publicó hace dos años por un precio de 688.000 euros. En el se especificaba que el lote constaba de una parcela de 1.058 metros cuadrado, un pequeño garaje o trastero de siete metros cuadrados y un espacio útil en el chalé de 324 metros cuadrados.
«En su momento se agotó la cesión para su uso y debió salir a la venta por cerca de un millón de euros y luego quizás bajaron el precio, pero lo cierto es que ahora lleva años ocupado temporalmente y da pena verlo», lamentan los vecinos del entorno.
La parcela, en efecto, está abierta de par en par desde la verja de entrada al patio. Su jardín está ahora repleto de malas hierbas que ocultan, incluso, los columpios que sobrevivieron a la marcha de la escuela municipal. «Hace en torno a un año escuchamos a alguien con una radial intentando cortar los columpios y las canastas de la antigua cancha de baloncesto para venderlos como chatarra», relatan los testigos.
La puerta lateral del inmueble, cuyo perímetro está repleto de basuras, viejos sillones y restos de latas de cervezas y otras bebidas, permanece también abierta y da paso a un interior más que deteriorado. Al menos dos de sus estancias han sido pasto de las llamas en los últimos meses y el resto están también llenas de basuras en forma de desperdicios, viejos maletas e, incluso, un banco de madera o una caja de 'Glovo'.
Solo una de las habitaciones, situada en la planta superior, conserva algunos ribetes que muestran el pasado escolar del inmueble y colchones que evidencian su reciente uso como refugio de indigentes. Pero su estado de deterioro a día de hoy es tal que impide incluso que pueda ser habitado. Muchas de las paredes están literalmente picadas, en apariencia, para sacar el cableado en busca del preciado cobre y el color negro del humo de los incendios pinta el grueso de sus muros.
En el lúgubre pasillo de la primera planta, repleto de cascotes caídos del techo e innumerables desperdicios, destaca la presencia del letrero de piedra original, colocado en 1981, cuando comenzó a funcionar la escuela, que aún luce las letras labradas de la denominación del centro: 'Escuela municipal de educación especial de autismo El Corro'.
«Últimamente ves a gente que se cuela de forma esporádica, pero ya no debe haber nadie estable dentro», reiteran los vecinos del entorno, que recuerdan cómo en los últimos años han llegado a ver la luz enganchada (Iberdrola retiró directamente los contadores solo unos meses atrás) y a inquilinos que vivían en su interior «a temporadas». Su deteriorado estado actual impide, incluso, su habitabilidad. La parcela, no obstante, continúa recibiendo visitas con relativa frecuencia para robos esporádicos de chatarra, vandalismo o pequeños botellones bajo el maltrecho porche de madera del jardín.
El centenario palacete de la familia Luelmo, hermano menor de la más señorial 'Villa Paulita', languidece así sin freno a la espera de un comprador dispuesto a adquirir la parcela y afrontar la rehabilitación de está casona construida presumiblemente en torno al primer tercio del siglo XX. 'Villa Paulita', en este sentido, fue levantada entre 1907 y 1912.
«En la mañana de ayer (22 de septiembre de 1930) se extendió rápidamente por nuestra ciudad, causando muy grande y sincero pesar, la noticia del fallecimiento de don Rufo Luelmo García, comandante de Artillería retirado, propietario y exdiputado a Cortes», rezaba la crónica de la muerte de Rufo Luelmo publico al día siguiente en El Norte, que destacaba la «cultura, caballerosidad y simpatía» del popular personaje, «unido también por matrimonio -con Paula Soto- a una aristocrática familia de rancio abolengo castellano» y que compaginó «su carrera militar con la gestión de los negocios y el cuidado de sus explotaciones agrícolas». Su único hijo, José María Luelmo (que hoy da nombre a un centro cívico de Valladolid), destacado poeta y catedrático, heredaría el amplio patrimonio familiar y acabaría vendiendo su finca de 45 hectáreas al Ayuntamiento para permitir la urbanización del actual barrio de Parque Alameda y parte de La Rubia.
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