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«Carpintería, ventanas, confort», decía el inmenso panel publicitario que, en la intersección de Juan Carlos I con el inicio de la carretera de Soria, impedía una de las mejores estampas que puede regalar la ermita de San Isidro: contemplarla justo desde la ... subida al pequeño promontorio en el que se ubica.
Era imposible verla desde allí abajo, desde el inicio del sendero que lleva a ella, desde la calzada por la que a diario pasan cientos de coches. «Era una pena que estuviera así oculta la única ermita que tenemos en Valladolid», dice Javier López, presidente de la cofradía de San Isidro, una hermandad de agricultores fundada en 1494. Durante más de dos años y medio ha batallado Javier, junto con la asociación de vecinos del barrio, para que el Ayuntamiento retirara esta valla publicitaria que robaba una buena perspectiva del templo. En su lugar, dominaba la escena una publicidad de baños, muebles de jardín, mangueras o platos de ducha, según la temporada.
En la pasada festividad del patrón labriego, el 15 de mayo, la cofradía volvió a insistir. Pidió de nuevo al equipo de Gobierno y a la oposición que tomara cartas en el asunto. Y esta vez, no hubo que dar largas. Apenas unos días después de la promesa municipal de que por fin se daría una solución, se retiraron las placas con el anuncio. Hoy ya ni siquiera está allí el soporte. La ermita de San Isidro (la obra concluyó a finales del siglo XVII, pero la cofradía dio en 1622 los primeros pasos para su construcción) luce en todo su esplendor, con su retablo del siglo XVIII, sus tallas de Juan de Ávila, la cúpula ciega en el crucero. La intención de la hermandad es reivindicar este espacio cuando pase la pandemia.
En 2019, tenía previsto iniciar un proyecto de revitalización, con la posibilidad de ofrecer el espacio para bodas y comuniones. También se quería potenciar el museo anexo, dedicado a los aperos y utensilios de labranza (con fondos del museo agrícola de la Santa Espina), con visitas guiadas, también para escolares. «Es una idea que ojalá podamos llevar a cabo», aseguraba López el pasado San Isidro, cuando la ermita permaneció cerrada (por segundo año) por culpa de la covid. «Nadie lo lamenta más que nosotros. Pero es por salud. Esperamos regresar el próximo año».
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