Valladolid

Los restos de botellón, juguetes viejos y ropa afean el antiguo palacio de Felipe III

«Nosotros realizamos actividades todos los sábados, colabora con nosotros Cruz Roja y nos solemos reunir unos 25 voluntarios, pero no damos abasto». Por un lado, la asociación retira la vegetación que invade el camino, lo que lo convierte en intransitable, y limpia los antiguos muros del palacio «es una pena que estén así, llenos de grafitis y prácticamente devorados por la vegetación», insisten desde la asociación.

La segunda labor es retirar la basura generada por la mano del hombre. Los restos de botellón, de juguetes e incluso de ropa que se acumula por la orilla del río. «La gente no es consciente de la maravilla que es tener algo así en la ciudad, si lo conocieran lo cuidarían mucho más. Sabrían apreciarlo», explica Juan Crespo, presidente de la asociación.

La realidad es que este paraje es un enclave único en la ciudad, el sendero, cubierto por árboles, se convierte en el lugar perfecto para el cobijo del botellón y algunas actividades delictivas lo que causa daños irreparables en la zona. 

Precisamente en esas actividades, se encuentran el grueso de las quejas de la asociación, que defiende que con la apertura por el otro lado del sendero (junto al Puente Mayor) se podría terminar con esos actos incívicos. «Sería una zona perfecta para pasear, pero claro, no tiene salida, así que el que entra aquí lo hace con malas intenciones seguro». También reclaman que despejen el margen frente a la playa de las Moreras, lo que permitiría «aprovechar el mirador que se construyó hace años».

Otro de los problemas que se suman a las actividades puntuales como botellones, son los dos o tres personas sin techo que viven en la zona y que «constantemente están tirando basura». Una actitud que Juan Crespo asegura haberles recriminado en varias ocasiones, recibiendo la callada por respuesta.

En un paseo de 15 minutos por la zona se pueden ver junto a la maleza y las zarzas, cajetillas de tabaco, botellas de vidrio, cartones de vino, e incluso ropa interior, bidones o colchones.

Durante años, hace ya cuatro siglos, el actual barrio de Huerta del Rey, se convertía en la residencia de verano de Felipe III, uno de los lugares que contama con más lujos en la corte del siglo XVI y reunía lo mejor de la sociedad europea de la época. De esos años dorados, de las antiguas huertas del palacio del Duque de Lerma, del palacio de caza del rey, poco queda.

Una historia y un valor histórico que, desde AMA el Pisuerga, tratan de mantener, rescatar y resaltar. Actualmente, desde el paseo de la ribera, se pueden apreciar los tapiales defensivos del palacio que protegían de las crecidas del Pisuerga. En el centro, una ermita sacralizada -que como comenta Juan Crespo, no gusta a todos-, y en cuyo interior se encuentra una imagen de la Virgen de San Lorenzo.

La curiosidad de esta edificación, que en origen no estaba sacralizada, es que sobre sus placas de loza (ya no visibles al construir un sendero sobre ellas) circulaba el agua, lo que permitía bajar las temperaturas en verano y convertirlo en una bodega durante el invierno.

Precisamente de esos conductos aún queda visible un manantial que durante años fue utilizado por los barqueros para llenar los botijos. Una historia que ahora suena lejana por la inaccesibilidad a este. Desde la asociación reclaman proyectos que doten de visión a la margen derecha del río que se encuentra «muy abandonado».

Como recalca Juan, «todavía hay mucho trabajo por hacer», la vegetación invade los muros desgastando y causando daños en las piedras. También los desagües de los patios de las edificaciones colindantes, causan daños en la zona del embarcadero en los días lluviosos.

Como curiosidad, Juan Crespo relata que en una de las limpiezas y desbroces de la orilla, encontraron cepas de vides que según libros históricos correspondieron a la época del palacio y el gusto de Felipe III por el vino. «Esto se encuentra junto al embarcadero, por donde el rey accedía al palacio con sus galeras desde San Quirce».

El último descubrimiento de la asociación, junto a la originaria central hidroeléctrica, posterior fábrica de carburante y actualmente edificio abandonado, ha sido el de unas escaleras que «pertenecieron al acceso a palacio para el servicio». Un hallazgo que esperan no sea el último, pues según diferentes arqueólogos, en las laderas «se podrían realizar varias catas y descubrir más partes del antiguo palacio».