«Tuvimos un repunte muy fuerte con la pandemia. Como había tanta incertidumbre y no sabíamos lo que podía pasar, la gente se volcó en comprar tabaco, pero fue un espejismo», lamenta Carlos Díez, estanquero en la calle Arca Real, quien reconoce que la venta ... de cajetillas ha caído «bastante». «En la zona de los barrios la venta durante el confinamiento fue bestial, subió muchísimo, pero en mayo o abril ya se empezó a notar que bajaba. ¿Por qué? Ni idea», sostiene.
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«Habrá que empezar a ver qué pasa, porque la gente no deja de fumar. Sí que habrá quien lo deje, pero yo creo que por lo general se sigue fumando, lo que ha caído es la venta», considera Díez, que puso en marcha su negocio en Las Delicias hace ahora seis años.
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Cree que son varios los factores que han contribuido a este descenso. Uno, que cada vez son más los fumadores que se decantan por el tabaco de liar, una opción –por lo general– más económica que el cigarrillo tradicional. También el hecho de que numerosos bares y restaurantes se hayan deshecho de las máquinas expendedoras. «Desde que se puso la ley antitabaco poco bares lo venden, y eso se nota. La venta de segundo canal, que es la hostelería, ha bajado muchísimo, se vende muy poquito y eso nos ayudaba a los estancos», asegura, al tiempo que añade que «también ha influido de algún modo el contrabando que existe».
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