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«Tratan a los 'riders' como auténticos esclavos, son carne de cañón que alimentan el algoritmo de Glovo». El delegado de CC OO en Valladolid, Raúl García Agudo, ha publicado «El sindicalista infiltrado» (editorial Apostroph) para dar visibilidad a lo que hay detrás de ... algo muy visible y a la vez desconocido: los centenares (en Valladolid), miles (en España), decenas de miles (en toda Europa) de personas que esperan con sus mochilas amarillas a las puertas de los restaurantes y supermercados a que su jefe, el algoritmo de la plataforma de reparto de comida rápida Glovo, les otorgue un pedido.
-¿Cómo se le ocurrió la idea, por qué lo hizo?
-Estaba tomando un café a las 9 de la mañana y ví a un montón de gente con la mochila amarilla a esa hora tan rara para ellos. Salían de la oficina de Glovo tras haber hecho la entrevista de trabajo y decidí presentarme para conocer las condiciones de trabajo reales que tienen.
-¿Qué pasó?
-Me dijeron que tenía que darme de alta como autónomo y que sería mi propio jefe, que trabajaría solo cuando quisiese. Les pregunté si podían contratarme como asalariado y me respondieron que no. Captan a los repartidores diciéndoles que pueden llegar a ganar entre 2.000 y 3.000 euros.
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Lucía Palacios Edurne Martínez
-¿Eso es lo que ganan los riders?
-El primer mes tienen que gastarse doscientos y pico euros. Tienen que darse de alta como autónomos, beneficiándose de una cuota reducida que bonifica la Seguridad Social y que ellos ya no podrán volver a usar, además del vehículo, la mochila de 60 euros, el seguro, el casco y ropa de protección, el gasto del móvil… A los jóvenes y a los extranjeros, que son la inmensa mayoría, les derivan además a una asesoría propia. Después el coste mensual puede ser de unos 160 euros. Les pagan el kilometraje, pero no las averías. Para ganar dinero hay que estar dispuesto a cumplir con el mayor número de pedidos posible en los peores horarios y condiciones, por la noche, en festivos, cuando la climatología es peor.
-¿Y de ganancia?
-Si trabajas de esa manera, como falso autónomo y auténtico esclavo del algoritmo, trece horas al día… cuando empecé el estudio en 2019 puede que llegasen a 750 euros mensuales, que era el salario mínimo de entonces. Ahora las cosas han empeorado mucho. Es frecuente que las cuentas de riders se alquilen. Alguien figura en la aplicación pero subcontrata el servicio a inmigrantes que no tienen papeles y se reparten los ingresos. Es un inframundo y lo tenemos en Valladolid. El algoritmo es el jefe y si no te portas bien, con una disponibilidad total, no te dan pedidos. Se habla de 2,50 euros por pedido, pero en las franjas horarias en las que hay más demanda se hacen subastas y se queda los pedidos el que propone el precio más bajo. No es raro que lleguen a palmar pasta.
-¿Por qué lo hacen?
-Porque no saben lo que les espera. En Valladolid hay unos 200, pero la rotación es altísima, cada mes salen y entran unos 60. Cuando la Inspección de Trabajo pide los listados de personal y va a localizarlos, ya no están.
-¿Qué pasa con la Ley Rider?
-Es una ley pionera en Europa en cuanto a regulación de plataformas digitales, un hito, y ha sido tomada como ejemplo en otros países. Por primera vez impuso que las reglas del algoritmo deben ser transparentes y que la relación laboral con los repartidores debe ser de empleados asalariados. Just Eat la cumple y los tiene con contrato. Deliveroo se marchó de España. Uber Eats empezó por subcontratar personal, pero al ver que Glovo se la pasaba por el forro y prefería pagar sanciones, siguió sus pasos. Tienen tanto poder que no les importa acumular expedientes. Llevan 205 millones en sanciones y siguen operando.
-¿Quiénes son los dueños?
-Nació como una empresa española y el año pasado la compró la alemana Delivery Hero.
-¿Y la ley? ¿No se aplica?
-El año pasado se cambió el Código Penal para que los incumplimientos de las prescripciones laborales tengan la consideración de delito. Espero que Glovo sea la primera que termine con alguien en la cárcel porque son auténticos delincuentes y solo se les puede parar con acusaciones de delitos penales. Ya hay cadenas, restaurantes y fabricantes que están dejando de operar con esta plataforma.
-Dicen que este modelo de plataformas es el futuro...
-No es un problema exclusivo de la comida a domicilio. Hay plataformas digitales que trabajan así con informáticos, con periodistas, con personal de cuidados a mayores, con repartidores de paquetería… Se calcula que son 25 millones de puestos de trabajo en la UE. Ya existe una Directiva europea que aborda el problema y está basada en la ley española.
-¿Ha pedido alguna vez una cena a Glovo?
-Una vez, para conocer el otro extremo. Dejé tres euros de propina y hasta de eso se quedan con una parte. Y me contaron que hay clientes que chantajean a los riders y les piden que les bajen la basura o no les dan una buena puntuación en la aplicación.
-¿Propone un boicot?
-Aunque parezca que se perjudica a los repartidores, hay que apoyar a los que sí cumplen la ley, a los establecimientos y cadenas que tienen a sus propios trabajadores legalizados. Y desde Valladolid estamos en primera línea en cuanto a dar visibilidad a este problema.
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