De repartidor de un supermercado vallisoletano a crear las figuras fantásticas de El Hormiguero

Su historia personal arranca en Francia, donde nació debido a que sus padres emigraron buscando un futuro mejor. Sin embargo, con apenas 16 años, regresó junto a su familia a Mombuey, un pequeño pueblo en Zamora. En esos años, su vida parecía encaminarse hacia un destino muy distinto: el fútbol. Lobato jugó en las categorías inferiores del Sporting y el Alavés, pero el arte, su verdadera vocación, siempre estuvo presente. Cuando ya tuvo claro que su futuro estaba fuera del campo de juego, se trasladó a Valladolid, donde estuvo trabajando nueve años como repartidor a domicilio para un supermercado.

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Como le sucedió a muchos otros grandes, sus inicios se sitúan en su pequeño garaje. «Junto con unos amigos monté una empresa de eventos y yo me encargaba de la parte decorativa. Ahí descubrí un mundo que me apasionaba. Me sentía como un niño pequeño cada vez que creaba una figura» explica. Poco después, decidió lanzarse en solitario y en la cochera de su casa en La Flecha comenzó a modelar pequeñas piezas en plastilina y barro. «Enseguida me gasté mis ahorros en materiales y cursos para aprender técnicas nuevas. Muchos me decían que era una locura, pero la ilusión por crear siempre ha sido mi motor», continúa. En cuestión de meses, este local se quedó pequeño y decidió trasladar su base de operaciones al polígono industrial San Cosme de Villanubla. Allí tiene su taller FX Studios desde donde ha desarrollado una trayectoria profesional que, con el tiempo, se ha consolidado a nivel nacional e internacional.

La capacidad de Miguel Lobato para imaginar y materializar seres fantásticos le ha permitido destacar en el competitivo mundo del entretenimiento. Su trabajo para El Hormiguero incluye la creación de figuras que sorprenden semana tras semana a la audiencia del programa. Él fue el artífice de un gran King Kong con una cabeza de más de dos metros, que presidió en 2018 el stand de Cantabria en Fitur, haciendo las delicias de Miguel Ángel Revilla y otras personalidades destacadas. «Fueron miles las personas que se fotografiaron junto al gorila. Siempre que imagino una obra nueva, pienso en cómo hacerla realidad para que la gente pueda fotografiarse o sacarse selfies para las redes sociales», explica.

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El gran salto a la fama llegó con la creación de un dragón monumental que fue utilizado para promocionar la última temporada de la famosa serie 'Juego de Tronos' de HBO. «Ese dragón es, sin duda, mi pieza más especial. Me encanta el mundo medieval y fantástico, y esta obra tiene un significado muy personal para mí,» afirma Miguel con orgullo. La escultura viajó por ciudades como Los Ángeles y Lisboa y fue compartida en redes sociales por artistas de la talla de Stan Winston, creador de los efectos especiales de 'Parque Jurásico', 'Terminator' y 'Alien'. «Que alguien de su nivel valore tu trabajo es algo que no tiene precio,» dice emocionado.

En sus diez años de trayectoria profesional, este escultor ha trabajado para otros muchos clientes destacados como la Warner Bros, Syfy, numerosos centros comerciales y bancos como el BBVA y el Santander. También ha realizado esculturas para parques temáticos y hoteles de lujo en África. «Cada proyecto es un reto, pero también una oportunidad para aprender y superarme,» explica.

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Actualmente está metido de lleno en 'Magic Universe', un proyecto de escape room en Madrid, de más de 1.000 metros cuadrados que promete revolucionar el ocio en España. «Creo que no hay nada igual. El público se va a ver muy sorprendido por la mezcla creatividad, tecnología y narrativa. Es un orgullo formar parte de algo tan innovador», dice entusiasmado. Además, dos escapes room cuyos personajes y decorados han sido creados por él, han sido elegidos entre más de 460.000 salas, como el primer y segundo mejor escape room del mundo.

Su estilo combina un enfoque artesanal con el uso de las más modernas tecnologías, lo que le permite crear esculturas que desafían los límites de la imaginación. Cada pieza está plagada de detalles, desde la textura de la piel de una criatura hasta la expresión de sus ojos. «Trabajar como repartidor fue para mí, el mejor entrenamiento para el dibujo y escultura. Yo solía participar en concursos de pintura y recuerdo que iba siempre por las calles buscando las mejores perspectivas. Entrené muchísimo el ojo intentando averiguar las inclinaciones de las construcciones. El dibujo es la base de todo y cuando dominas la perspectiva y los volúmenes, pasar al 3D es mucho más fácil. Aún hoy sigo buscando mejorar en cada detalle», cuenta este artista de lo fantástico. «Una vez que tengo el boceto, lo corto en el poliespán con una fresadora de grandes dimensiones. Se lija y con una pistola se pulveriza con resina para sea más resistente. El siguiente paso es darle una capa de imprimación y, por último, pinto con pinturas acrílicas y barnices», prosigue.

Todo lo que Miguel sabía, lo había aprendido de forma autodidacta, por lo que decidió invertir en formarse con algunos de los mejores profesionales del sector, como Juan Villa, Bárbara Almart, conocida por su trabajo en 'El laberinto del fauno' y Simbiox. «Hice varios cursos que me abrieron los ojos a nuevas técnicas y posibilidades» asegura. Su hambre de crear y explorar no tiene límites. Entre sus planes futuros está desarrollar una exposición propia, donde las criaturas y mundos que ha creado puedan ser apreciados de cerca por el público. «Quiero que la gente vea lo que hay detrás de cada obra, que comprendan el proceso y el amor que pongo en cada detalle. Cada escultura cuenta una historia», afirma con pasión.

Para Miguel Lobato, su trabajo no es solo una profesión, sino una forma de vida. «Es difícil separar el trabajo de lo personal. Estoy constantemente pensando en nuevas ideas, fijándome en detalles por donde quiera que vaya. Mi oficio lo es todo para mí,» confiesa mientras muestra las criaturas fantásticas que cobran vida cada día en su taller de Villanubla.