D. M. V. en fotografías tomadas en varios bares donde se marchó sin pagar. EL NORTE
Valladolid

Así reincide el especialista que ya ha hecho 'simpas' en una veintena de bares

La hostelería asiste «impotente» ante la práctica de consumir y no pagar de D. M. V. y lamenta «la falta de consecuencias legales»

Jesús Bombín

Valladolid

Miércoles, 1 de junio 2022

Apreciado por sus raciones de pulpo, el comedor de la marisquería Amador II en la Rondilla se encontraba a rebosar el pasado domingo sobre las 16:30 horas. Mientras servía comandas, José Fuentes no imaginaba que el experto en consumir sin pagar que desde hace ... un mes atemoriza a la hostelería vallisoletana estaba sentado en su misma terraza, junto a un compinche. «Pidieron unos cubatas. Y después, que por qué no nos traes algo de picar, y les llevamos unas raciones de pulpo, gambones y rabas y una botella de Ribera del Duero. Y lo remataron con más cubatas, una caja de purillos y un café hasta que se quedaron solos porque íbamos a cerrar. Les pasé la cuenta de 80,50 euros, dijeron que se iban al coche a por las tarjetas y llamé a la Policía, les identificaron y ya está. Y por la noche prepararon la misma en otros dos bares de la plaza Ribera de Castilla», se duele el dueño del Amador 2, desolado ante el desparpajo con el que se comporta el especialista en 'simpas'. «Yo tenía la silla agarrada con la mano, pero si le arreo con ella encima me detienen a mí y no a ellos, que siguen paseándose impunemente por la ciudad».

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Su lamento esconde la misma rabia acumulada en más de una veintena de hosteleros víctimas del especialista en 'simpas', D. M. V., de 34 años, que suma ya varias denuncias mientras en el gremio cunde el desánimo. La falta de efectos legales inmediatos que pongan fin al impago reiterado de consumiciones sume en el desaliento a los profesionales del sector. «Los hosteleros saben que no pueden hacer nada más que denunciar, les genera una enorme impotencia la falta de consecuencias penales que tienen este tipo de conductas», constata María José de la Calle, abogada de la Asociación de Hostelería de Valladolid. «Con la reforma del Código Penal en 2015 se considera delito leve todo aquel que no supere los 400 euros, y hay quien se aprovecha porque no tiene nada que perder; y en el caso que nos ocupa hay consumiciones impagadas de diez, veinte, 50, 80 o equis euros y nunca superan esa cantidad».

El hostelero David Esteban muestra la imagen del experto en 'simpa'. rodrigo jiménez

¿Qué protección tiene el dueño de un negocio ante este tipo de infracciones? «El hostelero se siente abandonado y teme que la falta de consecuencias para quien hace 'simpas' anime a otras personas a imitarlo», alega la letrada María José de la Calle.

Desde el colectivo se pide que se castigue con firmeza la reincidencia, aunque asumen que eso requeriría «reformar» el Código Penal para endurecer las penas. «Si sale gratis irse sin pagar, eso tendrá efecto réplica en otros 'jetas' porque no tienen nada que perder», temen fuentes del sector.

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Irse sin pagar de un bar está contemplado en el Código Penal como delito leve de estafa si no supera los 400 euros y la pena señalada es de multa de 1 a 3 meses, un pago que el juez establecerá de acuerdo a los ingresos del condenado y de los días de multa que contemple la condena. No obstante, cuando una persona acumula más de tres condenas en ejecución por delitos similares se aplica el tipo agravado, que estipula multa de 6 a 12 meses y prisión de 1 a 6 años, según el artículo 250.8 del Código Penal.

«Mientras venía la Policía el tipo estaba tan pancho en la barra, con toda la chulería del mundo»

David Esteban

Cafetería Marfil

La cuestión se complica, según fuentes jurídicas, a la hora de aplicar condenas más contundentes ante la reincidencia, pues los delitos penados con cuantías pequeñas no conllevan penas de prisión y en muchos casos el condenado es insolvente y no puede responder económicamente.

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Agresión a policías

En el caso de D.M. V., el pasado martes sumó su tercera detención en apenas una semana, esta vez por negarse a abonar la factura de veinte euros en el café bar Mi Panda, en la calle Chancillería, donde además, insultó y agredió con patadas y codazos a los cuatro agentes de la Policía Municipal que acudieron al local, según el relato del atestado policial. Este hecho constituye un delito grave que podría acarrear consecuencias penales de mayor gravedad que las reiteradas negativas a pagar las consumiciones.

Entre tanto, los hosteleros están a la defensiva y saben que llevan «las de perder» ante este habitual del impago. Algunos han conseguido hacerle una fotografía que han pasado a compañeros del gremio para que estén prevenidos cuando D. M. V. entre en su local.

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Pegas a la salsa de las patatas

Uno de los primeros en ser estafado fue David Esteban, del café Marfil, cercano a la estación de autobuses, cuando hace un mes fue víctima de una fechoría del 'simpa'. «El primer día que vino era un viernes y llegó con una maleta, dijo que era de Alicante, pidió un bistec de ternera y una botella de vino y puso pegas;que si no era bistec... pero pagó. Hablaba con todo el mundo y se mostraba muy expresivo. El domingo vino y esta segunda vez contó que era de Valencia. Estuvo toda la tarde y se pidió dos tintos de verano, pimientos rellenos de bacalao, patatas guapas y un 'gin tonic'. La cuenta ascendió a 17 euros que no abonó, y encima se puso a criticar las patatas diciendo que en su tierra la salsa se ponía aparte. Mientras venía la Policía, el tipo estaba tan pancho en la barra, con toda la chulería del mundo; es lo que más rabia me da, pues sabe que comportarse así le sale de balde». Varios días después David Esteban descubrió que había sido víctima del moroso de los bares por una noticia en este diario. «Sabía que me lo había hecho a mí, pero no que había tanta gente estafada. Luego ha debido intentarlo en el bar de la estación de tren y en otro de la misma calle, pero ya estaban advertidos». Para el hostelero José Fuentes, más allá del dinero no cobrado, «lo más grave es el daño moral, la sensación de que se ríe de nosotros, que no le pasa nada y nuestras leyes lo permiten: si esto se corta de raíz, se acaba el problema».

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