Cierre temporal de las Galerías Rondilla: «Esta es mi vida y volveré tras las obras»

«No sé hacer otra cosa que vender pollo y es lo que me gusta», asegura Regino Pérez. Es de Valladolid «de toda la vida», pollero y tiene un puesto fijo en las Galerías de Alimentación Rondilla Santa Teresa. Hasta hoy. Las obras para su remodelación integral le han obligado -a él y a otros seis comerciantes que mantendrán sus puestos en el mercado- a mover sus negocios a locales cercanos tras 35 años de actividad. «Tenemos que mantener el negocio y la mejor solución era quedarnos en el barrio; las clientas me conocen y si me fuera a otra zona las perdería», explica. Ahora, con nueve meses de obra por delante, según han proyectado el Ayuntamiento y la empresa encargada, confía en que no se alargue mucho más porque quiere volver al mercado «cuanto antes».

La pollería de Regino arrastra una larga historia, unida siempre a Valladolid y a sus calles. El padre del marido de su madre recibió como herencia el negocio y se encargó de mantenerlo en la calle López Gómez. Pero cuando Regino cumplió 16 años, allá por 1977, decidió tomar las riendas y convertirse en el dueño. «Estuve aprendiendo el oficio y luego me quedé con él. He trabajado de pollero toda la vida y solo he faltado el año que tuve que ir a la mili», cuenta.

Continuó nueve años en la céntrica calle y en 1986 decidió trasladarse al mercado de Rondilla. Allí, con un puesto propio para vender pollo, continuó un negocio fructífero en el que también trabajó su mujer, Alicia Carbajal. Su tesón por mantener la esencia de la pollería y «no meterse con nadie» le ha llevado a ser uno de los más conocidos por las clientas. «La gente aquí es muy amable y siempre se ha vendido muy bien. Hemos podido vivir dignamente», reconoce.

Los nueve meses de obra los afronta «con ganas porque hacía falta un lavado de cara», pero confía en que se cumplan los plazos. Con un puesto ya adjudicado en lo que será el renovado mercado, Regino cuenta que su hijo será el encargado de seguir con el negocio. «Estudió administración de empresas pero ahora va a ser el que se encargue de la pollería cuando me jubile». De momento, el joven de 28 años, Víctor Pérez, está «aprendiendo el oficio y fijándose en cómo se hace cada cosa». Su padre confiesa estar «orgulloso» de que no se pierda la tradición familiar y asegura que cuando le llegue la edad se irá «tranquilo».

Como él, otros comerciantes han alquilado locales por su cuenta en las calles próximas al mercado para no perder a los clientes. La semana próxima, cuatro de los industriales interesados en volver a las galerías abrirán sus puertas en establecimientos provisionales muy cercanos al mercado. Regino Polleros estará instalado en Moradas, 14, Aceitunas Ávila en Tirso de Molina, 21, Pescadería el Faro en Moradas 16 y Carnicería José Luis y Pollería María Ángeles en Moradas, 11.

Por otra parte, Cárnicas La Flecha seguirá atendiendo a sus clientes en su establecimiento ubicado en Arroyo de la Encomienda y realizará repartos a domicilio para los consumidores que lo soliciten. La charcutería Rincón de la Montaña Leonesa aún sigue buscando ubicación donde poder abrir su negocio.

Ahora, calcula que falta una semana para terminar de mover las cámaras y el producto al nuevo local de la calle Moradas y confía en poder abrir de nuevo al público en una semana. Pero su mente está puesta en pasar lo mejor posible estos nueve meses, con las clientas de siempre. «Si estas obras durasen más, aguantaremos en el local, pero queremos volver al mercado. Era un niño cuando empecé en los puestos, ¿cómo lo voy a dejar? Es toda una vida».

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