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La investigación abierta sobre la casa de la marihuana de Girón, cuyo garaje ocultaba uno de los «principales laboratorios de cultivo y procesamiento de la droga» desmantelados en la capital, condujo el miércoles a los agentes a uno de los clanes históricos del narcotráfico en la ciudad, como es de Los Pelusos, herederos directos de Los Monchines a partir de su sonada caída entre los años 2003 y 2008, y a la enésima detención de su líder, José Antonio R. E., 'Peluso', de 39 años, acusado esta vez de encabezar una pequeña trama familiar dedicaba a una droga blanda mucho más discreta de sacar al mercado que las tradicionales cocaína y heroína vinculadas a su clan. Junto a él fueron detenidos su hijo Alejandro R. G., de solo 19 años y con antecedentes; además de su suegra y un cuñado.
La operación, bautizada irónicamente como 'Ácaro', en clara alusión al mote del cabecilla, 'Peluso', se saldó con la intervención en la vivienda, que los sospechosos ocupaban ilegalmente desde hacía más de dos años en la esquina de las calles Oriental y Meridiano, de 9.554 gramos de marihuana ya cortada y casi lista (había hojas y cogollos) para su venta al menudeo por un valor aproximado de cincuenta mil euros.
El laboratorio. Una casa ocupada ilegalmente en la calle Oriental de Girón albergaba un completo laboratorio para el cultivo y procesado de marihuana.
Cuatro detenidos. José Antonio, 'Peluso'; su hijo Alejandro; su suegra, M. L. P J., y A. V. P., un cuñado.
Los agentes desmantelaron por la mañana el invernadero habilitado en el interior de la vivienda, en la que habían enganchado ilegalmente la luz para abaratar los costes de la minicentral casi nuclear que habían instalado en su interior (25 transformadores, 51 lámparas, siete equipos de climatización –cuatro de aire acondicionado, dos radiadores y un calefactor eléctricos– y seis ventiladores). Allí cultivaban y procesaban las plantas de marihuana de forma un tanto indiscreta si se tiene en cuenta que los vecinos del entorno sabían, por un lado, que la casa estaba ocupada ilegalmente a raíz de la muerte de su propietario en 2016 y, por otro, los extractores inundaban literalmente el entorno de un intenso olor a 'maría' que «casi colocaba».
La 'operación Plata' que condujo al desmantelamiento en 2006 del clan liderado por José Antonio, 'Peluso', y su madre Lucía, 'La Guaja', supuso también el mayor error policial de su historia reciente después de que el Supremo anulara la condena a los 18 'pelusos' al declarar ilegales las escuchas. Los agentes, eso sí, han podido sacarse aquella espinita con dos arrestos de 'Peluso' en dos años. A la última operación la han llamado 'Ácaro', por su vinculación con las pelusas... A la anterior, en 2017, la llamaron 'Infierno' y fueron 66 los detenidos por vender cocaína y heroína y por un asesinato en Salamanca.
La investigación, que comenzó este mismo mes, enseguida apuntó a Los Pelusos. Y no era difícil de intuir si se tiene en cuenta que la suegra del cabecilla del clan, M. L. P. J., de 57 años, y uno de sus hijos, A. V. P., de 39, vivían en la casa de al lado de la que ellos mismos ocuparon ilegalmente en el número 21 de la calle Oriental al poco tiempo de morir su propietario. Fuentes de la investigación apuntaron ayer que la ocupación de la casa molinera pudo obedecer a la necesidad el propio 'Peluso' de ocultarse hace dos años, cuando era buscado por liderar una trama mucho mayor, con ramificaciones en Valladolid, Zamora, Palencia y Salamanca, que fue desarticulada en mayo de 2017 en el marco de la 'operación Infierno'. Allí fueron 66 los detenidos, presuntamente liderados por 'Peluso', acusados de vender cocaína y heroína a espuertas; así como del asesinato de una mujer en la capital charra ocurrido dos meses antes. Ese caso en todas sus ramificaciones está aún pendiente de juicio y resulta evidente que José Antonio R. E., 'Peluso', se encontraba en libertad y, según creen los agentes, lideraba ahora una red mucho más modesta en la que habría implicado a su suegra y a su cuñado, que carecían de antecedentes, y a su propio hijo Alejandro, según informaron ayer fuentes de la Policía Nacional.
Los cuatro estaban fuera de la vivienda en cuestión cuando se produjo la redada al filo de las diez de la mañana del miércoles y fueron localizados y detenidos en las horas siguientes del mismo día en distintos puntos de la capital. La casa de la marihuana de Girón, epicentro del operativo policial, era de todo menos discreta después de que los propios inquilinos ilegales salpicaran su fachada de llamativos carteles amarillos advirtiendo de la presencia (falsa) de cámaras de videovigilancia y de que las dos cerraduras de la puerta denotaran que habían sido reventadas y sustituidas en un trabajo de todo menos fino.
También el enganche ilegal a la red de Iberdrola, que suministraba de balde la incalculable potencia necesaria para encender el aparataje eléctrico montado en la cochera para cultivar la marihuana, «se veía a la legua con los cables saliendo de la caja de la luz de la casa de al lado –la residencia legal de la suegra y el cuñado de 'Peluso'–», coincidieron en señalar los testigos. Tanto es así que los propios vecinos dudan de si el operativo policial pudo suceder a la presencia inicial de los técnicos de la compañía eléctrica para retirar el enganche. El caso es que los cuatro 'pelusos' investigados por un delito contra la salud pública lo son también por un delito de defraudación del fluido eléctrico, por 'robar' la luz.
Así que no es de extrañar que los agentes descubrieran enseguida que los vecinos de la casa de la marihuana la habían ocupado –bastaba con seguir el tendido eléctrico– y que acabaron llegando al histórico líder del clan de Los Pelusos, y a su hijo.
Los ilegales inquilinos se habían tomado la molestia de reformar la vivienda para habilitar varios cuartos y, en especial, la cochera como invernaderos en los que cultivar las plantas de marihuana «en sus distintas fases de floración». De ahí que tuvieran semejante equipo de cultivo, al margen de cientos de kilos de tierra para las macetas, formado por transformadores, extractores, todo tipo de equipos de climatización y más de medio centenar de lámparas para agilizar el crecimiento de las plantas bajo techo. La reforma incluyó un sinfín de agujeros en la pared que separa la cochera del patio interior para sacar allí los tubos y equipos de ventilación.
La casa molinera, situada justo enfrente de los campos de fútbol del barrio Girón (complejo deportivo Los Cerros), quedó deshabitada el 20 de febrero de 2016, cuando murió su legítimo propietario, «un hombre mayor que vivía solo». Meses después fue ocupada para ser utilizada primero como escondrijo y luego como sede de un poco discreto, aunque completo, laboratorio de marihuana
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